Autor: Daniel Cerna
A los 30 y tantos; o sobre la urgencia del ayer
Una urgencia se da casi por accidente. Los ahorros de colchón para cualquier urgencia sirven mientras no se usan, porque una vez empleados, ya no estamos listos para una urgencia. Algo así pasa con el primer “te amo” de una pareja; se sabe que sólo hay una vez para decirlo, para hacerlo, pero de repente, después de ello es empezar de nuevo. Así, ante una urgencia uno se pone a pensar en todo lo que pudo hacer para haberlas evitado: poner barandal para que no se caiga el niño, llevar el carro a revisar antes de que se desvíele el motor, estudiar más horas antes de reprobar el examen, haber abrazado más a papá antes de que se muriera o bien, haber bloqueado a esa persona antes de enamorarse ‒y después, tener roto el corazón. Todos estos son ejemplos de cosas que sabemos que pueden pasar y que hacemos como que no, pero cuando pasan, ya es muy tarde.
El exceso de prisa en una sociedad con falta de tiempo
La prisa es eso que ocurre cuando se tiene falta de tiempo y exceso de ganas. En cuanto al éxito, trascender a los 25 es tan peligroso como no tener nada qué hacer a los 26; en cuanto al amor, es eso que ocurre al decir te amo a la semana de conocerse; en cuanto al trabajo, lo que pone en entredicho nuestra salud por un sueldo.
Todo sobre ayer, o sobre la juventud y la prisa
La vida está llena de crisis; las peores suelen ser las económicas y las existenciales. Las económicas no dependen mucho de uno; uno sólo es responsable de cuánto gasta, pero no del precio del dólar, ni de la inflación, porque en primera, ni le entendamos, y en segunda, seguimos gastando. Hasta este punto, se le puede culpar al gobierno por esos malos ratos, las depresiones y los altibajos emocionales relacionados con la cifra en nuestras cuentas de banco o los vacíos en nuestras carteras.
El fallo gubernamental
El fallo gubernamental es ese: los gobiernos han fallado en garantizar el bienestar de su gente y, ahora, la gente lo busca por sus propias manos. Y si el Estado es aquello que ha hecho tanto mal, lo mejor en aras de lograr dicho bienestar es combatir dicho estado.
Sobre el privilegio de escribir
Cuando uno ve más allá de los libros y su computadora, se da cuenta que está inmerso en un campo lleno de relaciones, tanto interpersonales como simbólicas, a las que, si bien, no puede ser ajenas, sí puede ignorar volteando a ver sus libros nuevamente. A decir verdad, uno puede ignorar las cosas de mil y un formas y el mundo de la academia es experto en eso.
En memoria de los olvidados
Autor: Daniel Cerna.
Es extraño, además de nada recomendable, redactar un texto cuyo título sea un oxímoron. Sin embargo, uno comienza a agarrarles cariño al darse cuenta que impregnan la vida cotidiana, junto a una serie de aporías y contradicciones –igual y no muy lógicas– con bastante sentido. Por ejemplo, uno aprende a probar con los ojos al decir “¿ya viste cómo sabe?”; también se sienten vacíos, como el aquel ubicado en el pecho después de una mala noticia; a veces, estos sinsentido nos ayudan a expresar mejor cómo nos sentimos, como cuando uno dice que está “bien mal”.