La poética desgarrada: Idea Vilariño

  1. Razón poética del desgarramiento.

Idea Vilariño (Montevideo, 1920 – 2009) fue la poeta que apuntó la continuidad de la vida aun con la afirmación de su inútil esencia, aun a sabiendas de la implacable desaparición diaria de nuestra futilidad existencial. No importa, ya fue la vida y “después/ igual/ sin mí/ seguirá hacia su fin/ la larga historia” como apunta en una de sus máximas poéticas.

Poeta del desgarro y la desesperanza, toda su obra se encuentra ensalzada de letras viscerales y de una pasión instintiva por la vida desidealizada. Toda razón poética encuentra su ser originario en el asombro (Thaumazein), espacio donde confluye la admiración arrobada por la vida, dando como resultado una profunda conmoción creadora. En la inquietud extática del poema marcamos los horizontes vivenciales y, a su vez, el compromiso ineludible de la palabra con el pathos. Así, la razón poética de Idea Vilariño persiguió la vida en su autenticidad y desgarramiento. Su poética se ofrece transparente, sin demasiados ornamentos ni distinciones o excesos, tan solo imágenes sencillas y humanas capaces de formular sentencias insaciables e infinitas.

A esta poeta uruguaya la vida la hizo breve en la escritura, cada uno de sus poemas es la marca sensata y serena del que per se escribe en honor a la verdad, por el detalle de una tesitura sabiamente pulida con los años mediante el uso visceral de la palabra. Su poética da voz a lo que es y a lo que no-es, entre los límites que demarcan la admiración realista y no idealizada del poeta; límites que en Vilariño son signo de las fracturas existenciales, cuya voz cantó el desamor, la desesperanza, el dolor, y la soledad.

A Vilariño le interesó construir un diálogo con su vivencia mediante el caminar. La vida, que no es sino un caminar “fingiéndonos destinos”, un andar sin rumbo fijo, un peregrinar a veces a tientas, a veces con la certeza filtrándose por los atolladeros del corazón. La cuestión es que nunca hay puntos de referencia, tan solo ficciones elaboradas por el paso del tiempo, como nos dice en su poema “Va rodando”:

Va rodando

Rodando
Fatal idiota y ciega.
Vamos rodando vamos
En un sueño
Impotentes
Fingiéndonos destinos.
Vamos rodando y nunca
Sabremos
Ni siquiera
Tendremos una idea
Puntos de referencia.”

Mediante las verdades profundas del sentimiento, su poética se hace voz de la verdad angustiada. Apunta Vilariño en una de las entrevistas con Poniatowska: “mi poesía no fue accidental, mi poesía soy yo”. Intensa y sencilla su voz fue la voz de una poeta de la desesperanza, del amor que fracasa, de lo que es y lo que no fue, del contacto vehemente de las pasiones con la palabra. Afirmó que solo escribió “en el colmo de las vivencias” sin saber hacerlo de otro modo. Vilariño renunció a lo contingente y por eso fue poeta de los adioses, poeta que creó en el límite desgarrado del corazón. Comprendió que la agonía de la vida es la esperanza que mira sin ver su devenir aislado:

Salgo como de bajo
Un derrumbe
Arrastrándome
Sorda al dolor
Deshecha la piel
Y sin ayuda.
Salgo penosamente
Al fin
De ese pasado
De ese arduo aprendizaje
De esa agónica vida”

  1. Poesía de la desesperanza

Poeta que comprendió lo que perece, el tiempo vivencial de las ausencias y los adioses. Su poesía es la nota de lo que queda cuando tan solo queda lo fáctico, cuando lo etéreo es remendado, cuando lo eterno ya no es promesa, cuando ya no queda sino la asunción de la carne y la realidad desgarrada entre los piélagos de un corazón:

No hay ninguna esperanza
De que todo se arregle
De que ceda el dolor
Y el mundo se organice.
No hay que confiar en que
La vida ordene sus
Caóticas instancias
Sus ademanes ciegos.
No habrá un final feliz
Ni un beso interminable
Absorto y entregado
Que preludie otros días.
Tampoco habrá una fresca
Mañana perfumada
De joven primavera
Para empezar alegres.
Más bien todo el dolor
Invadirá de nuevo
Y no habrá cosa libre
De su mácula dura.
Habrá que continuar
Que seguir respirando
Que soportar la luz
Y maldecir el sueño
Que cocinar sin fe
Fornicar sin pasión
Masticar con desgano
Para siempre sin lágrimas.”
(1955)

Ya acabada, seca la lágrima, ya comprendido el vaivén del tiempo, que es implacable y duro, para siempre caminar sin fe, pero caminar. No esperar nada grande de la vida, solo el dolor. Que todo lo nuevo trae siempre una forma nueva del dolor, y que, sin embargo, purifica las fuerzas.

El dolor siempre tan predecible con cada nueva de la vida, conclusión indescifrable pero predecible de las cosas, de las vivencias. Aunque su poesía fue concisa y sencilla, en ella se juega la vida misma y los dramas recalcitrantes de un corazón cansado de andar. Idea Vilariño no tuvo una sola línea en la que no estuviera el compromiso con las mellas de la vida. Finalmente, dice la poeta, que “no hay una sola línea en la que yo pueda mentir. Puedo mentir en la vida real pero no en un poema.” Es la poeta que transmite la verdad en el golpe de lo real. Sin tapujos o inhibiciones, entrega su poesía renunciando a las esperanzas vacías, asumiendo la lucidez melancólica y la nostalgia absoluta por esta “pobre vida”:

Eso
Mi cansancio
Mi angustia
Mi alegría
Mi pavor
Mi humildad
Mis noches todas
Mi nostalgia del año
Mil novecientos treinta
Mi sentido común
Mi rebeldía.
Mi desdén
Mi crueldad y mi congoja
Mi abandono
Mi llanto
Mi agonía
Mi herencia irrenunciable y dolorosa
Mi sufrimiento
En fin
Mi pobre vida”
(1950)

Idea Vilariño señaló lo que se es, situándose en la definición múltiple y dolorosa de una existencia que se padece.

  1. La renuncia

Como poeta que se funde en metamorfosis con lo real, Vilariño fue poeta de las transmutaciones, un alma regocijada por el dolor de asumirse nadie, incluso en la transmutación humilde de la que deviene, humana, con la totalidad.

Abdicación por ser nadie, “pájaro liviano delirando en el aire, brisa suave, mar golpeando de noche” pero ser, esencialmente, nadie. Su cansancio vital, su resignación por vivir y nada de obsesiones o de certezas. El dolor, como elemento fundamental de su poética, es prueba de la fugacidad de su esencia. Vilariño fue, sin duda, la poeta de las renuncias.

Epitafio

No abusar de las palabras
No prestarle demasiada atención
Fue simplemente que
La cosa se acabó
¿yo me acabé?
Una fuerza
Una pasión honesta y mis ganas
Unas vulgares ganas
De seguir
Fue simplemente eso.”
(1964)

¿Cómo referenciar? 
García Agudelo, Adriana Patricia. “La poética desgarrada: Idea Vilariño” Revista Horizonte Independiente (poesía). Ed. Brayan D. Solarte. 05 sept. 2021. Web. FECHA DE ACCESO. 

Todas las marcas, los artículos y publicaciones son propiedad de la compañía respectiva o de  Revista Horizonte Independiente  y de  HORIZONTE INDEPENDIENTE SAS
Se prohíbe la reproducción total o parcial de cualquiera de los contenidos que aquí aparecen, así como su traducción a cualquier idioma sin autorización escrita por su titular.