Tres lecciones en torno a la psique: el problema de la concepción

I. Introducción: 

En el presente ejercicio se pretende mostrar de una forma detallada, pero breve, la concepción de la psique a la luz de tres lecciones analíticas. Esto, porque somos conscientes de la relevancia de esta, no solo para la psicología, sino también para la filosofía, suscitando diversidad de problemas terapéuticos, clínicos, ontológicos, metafísicos y morales que exigen, para su resolución, esclarecer lo que se comprende por psique y lo psíquico.

Por tal motivo, proponemos señalar, en primer lugar, la clásica reflexión sobre la Psique, presentada por el pensamiento griego en conjunción del postulado teleológico. En segundo lugar, y a partir de las enseñanzas de Vygotsky, expondremos algunas de las dificultades metodológicas que se presentan a la hora de abordar, como objeto de estudio de la psicología, a la psique. Por último, partiremos de la doctrina de Jung, en torno al alma colectiva, para revisar cómo este autor da tratamiento a un problema de la psicología, a saber, el problema de la psique. Todo lo anterior con el único propósito de realizar una cartografía a las formas en que en la historia y la ciencia se suele entender todo aquello de naturaleza psíquica. 

II. Primera lección o consideración griega-teleológica

Como es sabido desde el inicio de la humanidad, y con la consolidación de las civilizaciones, el hombre se encuentra con la necesidad de formular y responder a un sinfín de preguntas en torno a su existencia y a la forma en que esta se compone. No es de extrañarse que una cultura tan rica y tan amplia en conocimiento, como lo es la griega, buscara la forma de enfrentar los interrogantes que rodean al ser humano. La psique, tal como la concebimos a grandes rasgos en la actualidad, no es más que el producto de la herencia narrativa, mitológica y religiosa de los primeros pensadores de occidente, pues “los griegos la imaginaban como una figura antropomorfa y alada” (Pascal [1], p. 1).

Cuentan algunas leyendas y mitos, que Psique era la hija bellísima de un dios, condenada a un desenlace fatal: casarse con un monstruo. Bajo el castigo de Afrodita, al haberse enamorado de su hijo Eros, observamos a una Psique frágil, vulnerable, pero que, al descender al Hades, logra superar los obstáculos y entregarse al amor. Una metaforización hecha, como sostiene Serrano, “a través de personajes alegóricos en los que la moral, las leyes y el tiempo se desvanecen, permitiendo así el vínculo entre mundos excluidos” (Serrano, 2010, p.327), y que, a su vez, realizada por los antiguos griegos, sirvió para engendrar una visión alrededor de ella como una figura y templo de las emociones y sentimientos, como un tabernáculo de las más profundas intimidades humanas. No es por menos que el gran Hipócrates le otorgó el cerebro como hogar de descanso a Psique, desplegando de ella su teoría humoral o de los humores.

Así, Psique se convierte en el lugar donde convergen relaciones dicotómicas, tales como amor-odio [2], elementos que le otorgan la animación al cuerpo, receptáculo del alma. Sin embargo, Psique no es solo el contenedor de las sensaciones y pensamientos humanos, como tampoco vaga sin propósito; al contrario, hay autores como Rosa que consideran a Psique desde la pregunta del qué y de quién; es decir, desde su definición e identidad. En efecto, Psique se puede concebir como un ente virtual porque es capaz de llevar a cabo el funcionamiento de sistemas dinámicos, de producir movimientos para mantener su propia existencia y reproducirse (Rosa, 2007). Su identidad le lleva a ejercer desde sí y en sí objetivos, metas, en función del sujeto y su realidad. En pocas palabras, la concepción griega se liga al rol teleológico que ella desempeña.

III. Segunda lección o Vygotsky y la psicología dialéctica

El psicólogo ruso inicia su escrito La psique, la conciencia; el inconsciente [3], señalando que la psique, la conciencia y el inconsciente, representan interrogantes esenciales para la concepción de la psicología como ciencia y que, además de explicar estos tres aspectos, demanda un análisis metodológico. En este sentido, podríamos preguntarnos si las vivencias anormales [4] se pueden demostrar desde una explicación meramente psicológica, despreciando, así, el ámbito fisiológico. La pugna, según el autor, gira alrededor de saber si la cuestión de la psique y su expresión consciente e inconsciente debe abordarse desde alguno de los dos extremos: la reflexología y la psicología eidética. Sin embargo, hay quienes buscan conciliar entre estas dos corrientes y se acogen a la psicología sintética. Lo cierto de todo esto es que estas tres formas de abordar a la psique son relevantes para la constitución del sistema de la psicología científica objetiva. Ahora, el conflicto entre la metodología reflexológica y la metodología de la psicología eidética podría traducirse, por analogía, en el conflicto entre el espíritu y la materia. Sobre eso hay quienes, como Spranger [5], que sostienen el estudio de la psique desde el fenómeno psíquico. En otras palabras, este autor renuncia al materialismo metodológico que da cuenta de la actividad psíquica. Por otro lado, encontramos a Pávlov, quien, al contrario, asevera que el acto psíquico puede explicarse a partir del análisis de los centros de los nervios; la fisiología, para este autor, es el camino a seguir para estudiar objetivamente el comportamiento. 

Pero, en contraposición a los enfoques anteriormente expuestos, aparece el de Mach [6], en el que se intenta identificar la vivencia psíquica con el objeto real, reconociendo lo psíquico con lo físico. Empero, Vygotskyconsidera una alternativa totalmente novedosa para la metodología tradicional y dualista que presentaba, hasta entonces, la psicología. Hablamos de la psicología dialéctica [7], cuyo propósito es “descubrir la conexión significativa entre las partes y el todo, en saber considerar el proceso psíquico en conexión orgánica en el marco de un proceso integral más complejo” (Vygotsky, 1930, p.6).

En síntesis, desde el psicólogo del lenguaje [8] puede decirse que la psique y sus manifestaciones demandan un abordaje amplio, integral, que rompe con las fronteras del plano de lo observable y que, pese a su invisibilidad, deja de lado las posturas puramente metafísicas para unirse a los procesos fisiológicos cerebrales que ayudan a explicarla naturaleza de la psique.

IV. Tercera Lección o a propósito del alma colectiva

En este último acápite hemos dilucidado algunas ideas expuestas por Jung en torno a lo psíquico y su relación con el alma colectiva. Pues, en efecto, este autor considera que todas las personas suponen que su constitución psíquica, por personal que pueda llegar a ser, pertenece a la condición humana, que es innata y que, por lo tanto, puede decirse que lo psíquico no sólo lo representa a él, sino a los demás. En otros términos, y según lo expuesto por Carrasco, “la multiplicidad de nuestro mundo interior y exterior descansaría sobre una unidad subyacente” (Carrasco, 2008, p. 359); es decir, pareciera que el alma personal se consolida a partir del alma de toda la humanidad.

Después, y gracias a la evolución, se comienza a generar la conciencia individual o conciencia del yo, derivándose de la conciencia primitiva o de grupo. De allí que se encuentre implícito en cada uno de los seres humanos una igualdad psíquica unida, en estrecha relación, a la inconsciencia originaria. Sin embargo, en palabras del mismo Jung “la condición primordial de la existencia de la conciencia individual es su diferenciación respecto a la conciencia de los otros” (Jung, 1934, p.26). Esto traduce que, si bien lo psíquico parte de un presupuesto colectivo, la individualidad se erige cuando la persona es capaz de comprender la diferencia de sí frente a los demás. Tal conciencia individual puede entenderse, también, como una identificación del yo que, por otro lado, puede suscitar estragos en los lazos de la humanidad debido a la diferenciación. 

Cuando el yo se encuentra quebrantado, cuando sobrepasa su propio límite y olvida (rechaza) lo que en principio lo une a los otros, surgen las perturbaciones, es decir, los fenómenos de disociación. Estos, a su vez, son conflictos psíquicos cuyo objetivo es arruinar la estructura de la conciencia. Y es que, como si fuese poco, la constitución de un aparato psíquico individual requiere abrir el abismo entre la persona y el mundo, necesita de una ruptura dolorosa de su alma. No obstante, el autor considera que toda manifestación psíquica está compensada por un contrario; así, la enfermedad de disociación puede que presente el sendero de la cura. Es por eso que una de las formas para analizar y tratar las manifestaciones psíquicas de las personas es el sueño. En él se encuentra el material del alma inconsciente, la historia de la humanidad, las experiencias vividas subjetivamente; meditar sobre los sueños es repasar el pasado y el presente que, inmediatamente, deja de ser.

V. A modo de conclusión

Después de haber analizado las tres lecciones en torno a la concepción de la psique, podemos decir que son varios los puntos de vista desde los que se puede tratar el problema de la psique. Sin embrago, aquí se ha puesto de manifiesto el lugar, primario, mítico y teleológico en el que aparece la psique en la historia de la humanidad. Luego, evidenciamos la postura de Vygotsky frente al modo de abordar a la psique como objeto de estudio de la psicología. Este autor nos señala que la psicología dialéctica sería una buena opción para el proceder metodológico, resolviendo, de esa manera, la pugna de enfoques en la psicología. Finalmente, Jung asevera que, para analizarla constitución psíquica individual, es necesario volver al origen, al alma colectiva. Solo en el retorno es posible develar los aspectos ocultos del alma humana.

 

Pies de página:

[1] Autor de la obra Eros y psique, la mente en relación con la pasión.

[2] Esta proposición serviría más tarde a Freud para explicar lo pulsional desde Eros y Thánatos, pulsión de vida, autoconservación; y, la pulsión de muerte o destrucción.

[3] Publicado por primera vez en la compilación “Elementos de psicología general”, Moscú, 1930.

[4] Parece referirse a los fenómenos psíquicos.

[5] Filósofo y psicólogo, cuya mayor contribución a la teoría de la personalidad fueron las actitudes de valor.

[6] Ernst Mach, físico y filósofo austriaco.

[7] Enfoque que servirá para explicar que “el pensamiento es considerado como el proceso por medio del cual llega a dominarse el sistema de operaciones y conocimientos elaborados socio-históricamente” (Álvarez, 1998, 127).

[8] Refiérase a Vygotsky.

 

Referencias: 

Álvarez, Armando. “Algunas aplicaciones de la teoría de L.S Vigotski en psicología clínica” Revista cubana de psicología. No. 15. Universidad de la Habana: 1998.

Carrasco, Álvaro. “Psique y materia desde la psicología analítica”. Gaceta de psiquiatría universitaria. No. 4. Universidad de Chile, Facultad de Medicina: 2008.

Jung, Carl. Los complejos y el inconsciente. Traducción de Jesús López Pacheco. Segundo capítulo: Reconquista de la conciencia. Zúrich: Altaya., 1934.

Pascal, Blaise. Eros y psique, la mente en relación con la pasión.

Rosa, Alberto. ¿Quién es psique? Una reflexión acerca de la psicología y su objeto de estudio. Madrid: Universidad Autónoma de Madrid: 2007.

Serrano, Carolina., Salmerón, Francisco & Serrano, Héctor. “Eros, Thánatos y Psique: una complicidad tríadica” Ciencia ergo-sum. No. 17. Universidad Autónoma del Estado de México: 2010.

Vygotsky, Lev. La psique, la conciencia; el inconsciente. Moscú: Elementos de Psicología general., 1930.

¿Cómo referenciar? 
Gamboa, J. Laura. “Tres lecciones en torno a la psique: el problema de la concepción” Revista Horizonte Independiente (columna filosófica). Ed. Nicolás Orozco M. 16 enero, 2022. Web. FECHA DE ACCESO. 

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