El hombre es un ser miserable, a medio hacer, entre bestia y superhombre; este último es el ideal que integra y sintetiza el radical cambio de valores, lo que es la inversión de los valores que propone Nietzsche. El superhombre afirma la vida incluso con el sufrimiento y el dolor que conlleva; es creador de valores reflejando de ese modo la fuerza e independencia de alguien emancipado de lo humano. En el siguiente escrito veremos porqué Napoleón es una ejemplificación del Superhombre de Nietzsche.
La figura de Napoleón Bonaparte surge durante la revolución francesa y a través de la historia europea se convierte en uno de los símbolos militares y políticos más importantes; ahora bien, aunque es recordado por muchos por las batallas que libró, Nietzsche destaca la encarnación del poder y de la salud espiritual que portaba Napoleón, e indica que es por ello, por lo que Napoleón debía ser admirado.
En la época en la que se destaca Napoleón, la modernidad, eran representativos los valores de la igualdad, el humanismo, la paz y la voluntad de libertad, los cuales son valores para el servicio; Napoleón busca la destrucción de dichos valores porque van de la mano con una moral de rebaño. Nietzsche sostenía que todo acto o proyecto humano está motivado por la voluntad de poder, el cual se describe no solo como el poder sobre otros, sino el poder sobre uno mismo, lo cual es importante para la creatividad, en especial en relación con el modo de vida, pues la voluntad de poder es el motor fundamental de la vida en tanto creación artística.
El hombre debe encontrar una arena, una arcilla para practicar su arte, en ejercicio de la voluntad de poder con el cual afirma la existencia y demuestra su fuerza y poder, en el caso de Napoleón, esto se demuestra, no por las batallas que ganó, sino por las conductas que suscitaba su alma. El alma del Superhombre está constituida por impulsos y afectos que inclinan a la persona a una constante destrucción de sí mismo y reconstrucción para alcanzar sus objetivos: de esa manera se da la superación personal.
La auto conservación es justamente una degeneración de los instintos, un desborde de impulsos y afectos, y una lucha por la unificación de la misma, de la razón, la sensualidad, el sentimiento y la voluntad. La lucha anteriormente mencionada da como resultado una libertad referida a la formación superior de sí mismo.
Para llegar al superhombre, Napoleón tiene que convertirse en un león después de haber sido camello; es decir, tiene que abandonar la moral de esclavo o de rebaño, destacar de la manada y convertirse en un hombre revolucionario capaz de romper las cadenas de la esclavitud que otros han impuesto disfrazadas de enseñanza.
Allí se deja ver que lo realmente bueno para el hombre no es lo que la moralidad indique, sino el poder de sí mismo y todo lo que lo aumente. Lo realmente vano es todo lo que acontece fuera del poder del hombre. Luego de esa trasformación, Napoleón tiene que convertirse en un niño, inocente y con olvido que recrea la tabla de valores; de ese modo un personaje como Napoleón puede convertirse en un superhombre.
Destaca Nietzsche que el superhombre no solo es líder; un superhombre es artista, y la arena que emplea para practicar su arte está a plena disposición de sus capacidades, un escritor puede ser superhombre en sus letras, un músico en sus composiciones, y un político como Napoleón lo es en el estado, su arte es su acción política, la demostración de su creatividad fue lo que hizó con el estado.
Como en la última transformación para convertirse en Superhombre, el Niño olvida el mundo y comienza a crear para sí mismo, Napoleón crea una representación de su poder, que a su vez es una consecuencia del instinto vital de su alma. Nietzsche se refiere al superhombre como un artista monológico, que no está interesado en complacer al público con su obra.
Napoleón estaba interesado en usar la política para satisfacer sus propios fines, por ello tomo el gobierno como arcilla y lo que resulto de su práctica artística fue su poder y elevación, no frente al pueblo, sino principalmente hacia sí mismo, lo importante de que Napoleón hubiera empleado el gobierno como material para su arte no es en lo que resulto convertido el gobierno, sino el acto o el proceso de crear.
Napoleón empleó el gobierno como el lugar donde a partir de la libertad de su alma pudo superarse a sí mismo y lograr convertirse en un individuo superior para sí mismo. Ahora bien, Napoleón cumple con las expectativas de Nietzsche con el Superhombre en tanto que es un artista que toma su vida como el lienzo sobre el cual crea, toma el gobierno como la arena en la cual dibuja su propia superación personal, que da un vuelco a la naturaleza humana y a la escala de valores, pero Napoleón no satisface del todo a Nietzsche, pues los medios que empleo para desenvolverse en el ejercicio de la creación van de la mano con la crueldad y la tiranía, lo cual refleja una corrupción por la propia inhumanidad, un desbordamiento que va más allá de lo deseable.
Napoleón es, por esos medios, considerado un hombre “terrible” porque, aunque en efecto logra establecer para sí mismo una versión superada y libre, los medios que utiliza para ello son tiranos, y un reflejo de valores frente a los que estaba en oposición. Entonces, se deja corromper por aquello frente a lo que estaba en contra, y de ese modo, el hombre superior al que aspiraba, se ve en decadencia.
Como hombres, tenemos la libertad deliberativa para aplicarla a nuestros juicios, en ningún momento prima en el individuo los instintos sobre la razón, ni viceversa; el conjunto de ambos conlleva a una acción y la mesura deberá ser representativa para el superhombre. Hay una delgada línea entre ser un gran hombre sabio, y ser un terrible hombre, la capacidad de reconocerla está en cada una de nuestras mentes.
¿Cómo referenciar?
Martin´s, Amarilla. “Sobre Napoleón como representación del Superhombre de Nietzsche” Revista Horizonte Independiente (columna filosófica). Ed. Nicolás Orozco M., 14 feb. 2021. Web. FECHA DE ACCESO.
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