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Reconóceme

Según Langton, en campos particulares del conocimiento, como la economía, la medicina o incluso la filosofía, las mujeres quedan ignoradas, casi que invisibles en cuanto a la historia de la humanidad en general; podemos suponer que esto sucede por la poca participación de las mujeres o su poco interés. Puede suceder también porque la historia ha sido escrita por hombres o porque la mujer pasaba mucho tiempo en la cocina o escribiendo en diarios como para dar cuenta de sí misma en la historia. Langton propone que esto sucede porque las perspectivas de las mujeres en situaciones ya sean políticas, científicas o sociales, quedan fuera del campo de variedad en la participación; es curioso cómo ni siquiera hablamos de una mujer de bajo nivel o una mujer que por su posición social deba callar, hablamos también de la esposa del médico, de la esposa del político, de la esposa del militar; la exclusión de la mujer es un fenómeno que afecta a todas las mujeres sin importar su papel en la sociedad y el este ensayo propongo descubrir por qué y de qué modo puede superarse.

Uno de los primeros errores que se cometen en la sociedad, y lo que conlleva a las injusticias o desigualdades de género, es presuponer que hay áreas exclusivas para hombres y áreas exclusivas para mujeres. Por ejemplo, la cocina es para las mujeres, y la arquitectura para los hombres, el cuidado de los hijos es para las mujeres y conseguir el dinero es algo que deben hacer los hombres; escribir poemas y cuentos es para mujeres, hacer filosofía es para los hombres. No se trata de gustos o preferencias, no hemos determinado quien se ocupa de que, debido a sus decisiones, sino de acuerdo a la cantidad –ya sea de hombres o de mujeres- que se encuentran inmersos en dichas áreas.

La filosofía, como área, ha tenido un predominio masculino, por ello se presupone que son las intuiciones masculinas las que constituyen los fundamentos de la filosofía. Esto no indica que las intuiciones de las mujeres se pierdan o se omitan, quiere decir que son tomadas como diferentes a las de los hombres, con otro carácter, como un tipo de aporte con diferente importancia o necesidad. Estas intuiciones no generan cambios o modificaciones en lo que ya se ha establecido en la filosofía, más bien hace que la filosofía sea abarcante y extendida, que tenga aportes adicionales que puedan llamar la atención y cumpla con un tipo de inclusión. (Inclusión que no abandona la idea de diferencias innatas).

Aun así, yo no diría que la exclusión de las mujeres en la sociedad es un problema filosófico, en principio porque la filosofía funciona como una herramienta para que las mujeres descubran que su situación en la sociedad puede ser diferente, como lo menciona Langton aunque aún en el campo de la filosofía, la mujer se exponga a los sesgos implícitos y a los estereotipos que propone Jenifer Saul. A mi parecer, el problema radica en la epistemología, en el conocimiento, si bien hemos visto en qué medida la relación entre mujeres y filosofía puede constituir un problema filosófico, según me parece, este problema viene dado por el conocimiento, o más bien las barreras que se han impuesto a las mujeres con respecto al conocimiento que puedan adquirir; es más, las mujeres conocen la historia que ha sido escrita por los hombres, pero no han escuchado a las mujeres del pasado ni han conocido sus posturas y sin embargo se apropian de la historia como si realmente fuese suya o verdadera. Resulta que las mujeres no tenemos acceso ni siquiera a conocer nuestra propia historia.

En medio de los avances científicos, tecnológicos, industriales, y económicos, la mujer no fue reconocida, es más, quedo omitida de toda esa historia, (hasta el día de hoy; aun si encontramos algún dato sobre la participación de las mujeres en estos sucesos, se toma como curiosidad o dato, no se introduce en la historia) y esto le impide ser un objeto de conocimiento o ser declarada como misteriosa e incognoscible.

En segundo lugar – y bastante relevante para mí- las mujeres no son objeto de conocimiento de sí mismas. No conocemos nuestro papel, no tenemos una autoridad subjetiva con nosotras mismas según lo propone Langton, ni conocemos la importancia que tenemos en la sociedad. De hecho, hablar solo de las mujeres no parece justo, al menos no como planteo una sociedad. Hace falta que cada una de las minorías que falta por reconocer en la sociedad, alcen la voz y se hagan oír; porque, así como las mujeres pueden aportar conocimiento y generar cambios en la filosofía, también puede cualquier minoría aportar a la diversidad y multiculturalidad de la sociedad.

Sin embargo, esta segunda cláusula para el reconocimiento, me resulta bastante compleja. La mujer no puede reconocerse a sí misma, sí no se distancia o se libera, aunque sea un poco de toda la preconcepción social que se tiene sobre ella. Es decir, dado que la mujer se ha apropiado de una historia en la que no está incluida, ha sido como se supone que debiera ser, una persona sumisa, callada, decente, que no hace revoluciones y que no tiene confianza en sí misma. Es ahora cuando las mujeres han comenzado a apoderarse de su identidad, a preguntarse sobre su libertad y a defenderse como seres sociales iguales a los hombres. Esto último es lo que la filosofía ha logrado en el grupo de las mujeres, un cuestionamiento, una auto reflexión.

La cuestión que podemos examinar, es que la filosofía y la epistemología van de la mano con los intereses –de hecho, según me parece-, tanto de las mujeres, como de cualquier grupo en la sociedad, pues la filosofía contribuye a alcanzar los propósitos feministas al incitar a las mujeres a reconocer y reconstruir su posición y participación en la sociedad para cambiar la concepción que la sociedad tiene de ellas; es decir, la filosofía empuja a la mujer a la revelación de que se encuentra enajenada, que debe mudar de piel para abandonar los prejuicios que la revisten, emanciparse de lo que le han hecho creer que significa ser mujer. Pero al mismo tiempo, la filosofía como área de conocimiento también mantiene sesgos y prejuicios sobre las mujeres.

En la filosofía, como en la epistemología, las mujeres pueden ser afectadas negativamente en su desempeño a causa de la amenaza por estereotipo o los sesgos implícitos que descifra Jenifer Saul. Nos explica que en muchas situaciones las personas manejan o tienen ciertos prejuicios inconscientes que concluyen en actitudes discriminatorias o de rechazo, no solo con las mujeres, sino con varios grupos en la sociedad; sin embargo, no siempre van cargados de intención; dado que está implantados, funcionan casi automáticamente en la relación con los otros.

Ahora bien, podemos decir que toda discriminación y rechazo a la mujer, es porque las mujeres no son reconocidas, no son ni siquiera objetos de conocimiento, son un misterio como dice Langton. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la mujer es un misterio para sí misma también, esto, porque como lo mencionamos anteriormente se han apropiado de una historia que las excluye; el primer paso para que la mujer pueda ser reconocida es que, siguiendo a Michele Le Doeuff, según Langton, pueda juzgar por y para sí misma, desatándose de los prejuicios y de las imágenes falsas que se tienen sobre ella, derrumbando los estereotipos y creando una identidad con la que en efecto pueda identificarse, no en la que tenga que encajar o a la que tenga que adaptarse.

Una manera de lograr esto, puede ser a modo que lo plantea Langton, conversando con otras mujeres para reconocerse entre sí, y reconocer el grupo al que se pertenece, reconocer iguales en medio de la diversidad de la sociedad.

Para concluir –al menos hasta ahora-, quisiera exponer, mi posición respecto al feminismo, a la relación de las mujeres y la filosofía y a la relación de las mujeres y la epistemología.

Lo que hace que una sociedad funcione y sea beneficiosa para todos los individuos, es que haya diversidad. Nuestra sociedad es diversa, hay diferentes edades, diferentes géneros, diferentes razas, diferentes culturas, diferentes intereses, pero cada uno de esos grupos están integrados a la sociedad y son participes de sus avances y desarrollo. 

Sea la sociedad que sea, no puede dejar de estar afectada por su historia, una historia que o bien ha sido escrita por los ganadores, o bien ha sido modificada para promover ciertos intereses o ideologías.

Los sesgos implícitos y los estereotipos están en nuestra mentalidad, nada demuestra que una persona afrodescendiente sea peor, o más mala que una persona que no lo es. Nada indica que un homosexual no pueda realizar las mismas actividades que los semejantes a su sexo. Nada decide que una mujer puede menos que un hombre. Somos diversos, pero somos iguales, tenemos los mismos derechos y las mismas garantías, pero tenemos un pensamiento enajenado, que no nos permite ver que todos podemos, vengamos de donde vengamos, sembrar algo nuevo para que la sociedad crezca.

Como iguales, todos tenemos intereses propios, todos tenemos gustos variados y tenemos una identidad, hay que reconocernos como somos y aceptarnos, hay que reconocernos como filósofas, no como secretarias, como pensadoras y no solo como transcriptoras, hay que reconocer a nuestras semejantes y diferentes, reconocernos, y reconocernos dentro del campo de la filosofía o la epistemología, contribuirá a que esas ramas de estudio sean más fuertes y tengan más peso en la sociedad, mientras dejamos que nos conduzca por los senderos del progreso.

 

Referencias: 

Langton, Rae. “Feminism in epistemology. Exclusion and objetificacion.” Fricker, Miranda and Jennifer Hornsby. The cambrigde companion to feminism in philosophy.Oxford: Oxford University Press, 200. 127-145

Saul, Jennifer. “Implícit Bias, Stereotype Threat, and Women In Philosophy. “Hutchinson, Katrina and Fiona Jenkins. Women in philosophy: what needs to change? New York: Oxford University Press, 2013. 39- 60

¿Cómo referenciar? 
Martin´s, Amarilla. “Reconóceme” Revista Horizonte Independiente (columna filosófica). Ed. Nicolás Orozco M., 06 sept. 2020. Web. FECHA DE ACCESO. 

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