Feto inconsciente que no espabila y sueña con nada al tenerlo todo en la matriz,
Salga a berrear y súmese a los gritos denunciantes de esta herida nacional, del país y su cariz.
Afuera aguarda la cobija sucia y ahuecada que ya sin orgullo llamamos patria,
Valga su existencia y escudriñe el silencio que de la fuerza estatal viene nuestra afasia.
Abra los ojos, encandelíllese, mueva su ser y sacúdase la mierda que recubre su imperfecta y bella desnudez.
No se deje timar, el militante neonato es masacrado, ya sea por sus ideales o por su tesa sencillez.
Respire apenas pueda y mientras pueda, que entre mejor lo haga, más suspiros y desalientos ahogarán su camino.
Eructe y tírese peos, llámelos molotov, liberadores y necesarios, pero molestos para el privilegio ovino.
Pilas con la sociedad de los dormidos donde el poder ha menguado todo arrecho revolucionario.
Hay que despertar para salir de las filas del ejército desalmado y deslegitimar al Estado sicario;
Ni usted, ni el cigoto, ni el recién nacido son conscientes, la consciencia se gana después de la conciencia,
No en la apariencia de las banderas sino en la realidad de afilar y empuñar el asta, ahí yace la consciencia.
En la arenga con el puño levantado y no en el himno a media voz de súbditos estrictamente formados.
En la voz de los rostros desfigurados, de las lenguas incompletas y de los cuerpos mutilados y ultrajados,
En las botas embarradas del campesino y no en las ensangrentadas del asesino,
En las venas brotadas por la sangre que hierve a bombazos desde el corazón del despierto y atrevido.
La experiencia del humano inmerso en este mundo trasciende su nacionalidad
Así como hay que ir más allá del DNI para construir, conocer y defender su personalidad,
Nacer no es ser colombiano sino desmembrar y reparar las capas de nuestra historia, siempre latente, envuelta en dolor,
Y, aunque mucha pompa y furor por no ser más blastocito o embrión, que lo aborten si no viene a la lucha por un mundo mejor.
A rastras se lleva cuerpos con vida, falsas positivas sus ganas de vivir, vivo la imposibilidad de un curriculum vitae y aprendo que la resistencia es vital.
Visito mi casa, y hablo de visitar porque la amenaza dice “ir a ver a su casa” y cuando la visita indeseada me visite, me habrán dado de baja en la seguridad de mi hogar.
Bastará un rugido del cañón o un “¡zas!” de la espada del bribón para una nueva desaparición.
Consecuencias del ronquido de la diplomacia que no duerme tranquila y sobre una pila de cadáveres se hace llamar nación.
Los prefiero turistas antes que dueños, o mejor, ecoturistas
Que no marginan ni meten aristas, respetan el continuo de la vida, la cuidan y la admiran como si fuera imagen de revista.
Ya no encuentro sonrisas en este tramo de pistas pero no pierdo mi espíritu animista.
Contra los que por el crudo se creyeron alquimistas y entre carnes inocentes se abrieron paso esos arribistas.
Son la piara apoderada del palacio, presente en la parafernalia internacional y ausente en la necesidad nacional,
Esa estirpe que usurpó la batuta de esta tierra ha perpetuado su engaño y hace de la violencia nuestra verdadera capital;
Izan la bandera, cantan el himno con la mano en el “corazón” y en su disfraz de traje y corbata “trabajan” de sol a sol;
En cambio, el ecoturista vería regar las orquídeas, alimentar el cóndor, cuidar el azul y bailaría de son a son.
El precio de esta patria es la crueldad altamente infecciosa de la que emanan todo tipo de agravios.
Somos infectados por gente indecente, gente influyente que refrenda con sangre como Zeus con rayos;
Yo me despisto y alisto en la marimba y prefiero ser piedra del malecón que gota del oleaje de la corrupción.
Que venga el ecoturismo de mis paisanos, por mis raíces y costumbres, impugnemos al reinado de la decepción.
Arden las cordilleras de nuestra espina dorsal llevando a cuestas todo el peso de nuestra historia.
Se agazapan las plantas que procuran mejores frutos y no brotan para no toparse con el pisotón de la bota llena de furia.
No silva el viento por su propia protección, sin dejar más opción que respirar la mugre de la patria.
“Yo soy patria” dice la armada, pero la montaña sigue creciendo y las manos unidas en los Andes parirán la matria.
Señor, de rodillas me has puesto, como auténtico patriarca.
Te pido no que salves la patria sino el aleteo de la Monarca.
Que la militancia y el cambio nacido de una mariposa,
Devenga una tierra de gladiolos en un tricordillero jardín de rosas.
Líbranos del fuego cruzado y cruelmente perpetuado en Bojayá.
Que sin olvidar las balas maravillemos el cultivo y el tejido de Urabá.
Protege al pueblo del militar, en Ciénaga, en la noche y en la marcha.
Quebranta los ‘homicidios colectivos’ y demás fachas de la élite facha.
Al asintomático privilegiado que su preocupación sea más que tributar,
La empatía se regala y la indiferencia es la miseria popular.
Permítenos trascender al mandatario, al caparro, al águila y la disidencia,
Ayuda con vehemencia a que este pueblo se trate con paz y con decencia.
Renuncia a tu corona si te procuras en la embustera figura de padre,
Porque esta gente necesita el apoyo, la fuerza y comprensión de una madre.
Tierra querida, tierra dolida
Dasein de un monstruo suicida
Con P de Pinta mi cara en la huida
Pa’ salir con vida de la tierra Prometida
Paraíso terrenal, vestigio del mal
Se destruye, con lucro de Pocos, al campesino banal
Desbordan tus ríos Púrpura de tristeza
Tapen ojos y oídos frente a la Pobreza.
¿Cómo referenciar?
L. Fritz. “Reciclaje de prosa desinfectante en remembranza de una historia latente” Revista Horizonte Independiente (poesía). Ed. Nicolás Orozco M., 15 abr. 2021. Web. FECHA DE ACCESO.
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