Max Horkheimer decía en su “Teoría Crítica”, parafraseando, que la labor social de la filosofía era criticar lo establecido. Como filósofos hemos desempeñado bien esta labor criticando -entiéndase crítica como estudio específico de un tema- muchos de los pilares centrales de la sociedad; entonces por qué no criticar lo que es establecido por la filosofía. Ese es un tema que a muchos de los filósofos nos ha preocupado; hemos creado debates sobre si el filosofar es algo abstracto a lo que solo se llega por medio del aislamiento o que se logra por un arduo esfuerzo en el estudio filosófico. Criticando muchos de los pilares hemos ayudado a consolidar los grandes avances sociales que en este momento son importantes, pero criticar la filosofía es ver estos dos aspectos (filosofía como aislamiento o filosofía como carrera) hasta los alcances a los que llega.

Ver a la filosofía como un asunto aislado de sujetos que viven más allá del mundo nos condiciona a pensar, socialmente, sobre aquel filósofo loco que medita fuera del alcance de los demás. El pensamiento de que solo se llega a ser filósofo por medio de una aplicación educativa nos lleva al problema de que entonces somos solo filósofos por estudiar una carrera, ¿somos caso fruto de algo innato en nosotros o somos el fruto de una educación que nos imparten? Podríamos decir que el filósofo es aquel que tiene curiosidad por las cosas o el que más interrogantes tiene, o incluso, el que más conocimiento ha acumulado en el trascurso de su vida. Todo eso siguen siendo suposiciones sobre la filosofía.

Si nos detenemos a pensar sobre lo que es la filosofía podemos toparnos con múltiples interpretaciones sobre el tema, y muy relativistas puesto que se conforman en la posición de cada filósofo por individual. Platón hablaba del mundo de las ideas donde se preguntaba sobre la única esencia de los conceptos como el amor, la virtud, etc. entonces deberíamos preguntarnos cuál es la concepción más cercana a la universalidad de las interpretaciones sobre el tema de la filosofía y el ser filósofo. Esto último que acabo de decir contiene un problema el cual se establece en que inevitablemente chocaremos con la interpretación todavía individual de todos aquellos que nos consideramos filósofos sin saber porque nos consideramos de tal forma.

Realmente creo que intentar llegar a esa concepción es algo casi que imposible al igual que llegar a ese mundo de las ideas platónicas. Aun así, el ideal de tratar de llegar a una concepción más universal sobre el filósofo puede ser un gran avance para algunas de nuestras metas filosóficas venideras.Los filósofos somos en lo que traduce su etimología “amantes del conocimiento” condicionado a la palabra filosofía implicando “amor al conocimiento” y es en esta parte donde encontramos nuestro punto de partida hacia el que hacer filosófico.

Mi formación como filósofo y mi codicia por el saber me llevan a pensar que ser filósofo es aquel que piensa que ninguna especie de conocimiento es aburrido. Por ende, el filosofar o ser filósofo es mantener presente que el conocimiento no es algo que contenga la connotación de “aburrido”, sino una oportunidad de conectar la mayor parte de conocimiento sin ver lo negativo de lo que actualmente se titula “la pereza para pensar”. Pero entonces ¿somos filósofos?