El Espiritismo es una doctrina que aparece en el escenario terrestre en el siglo XIX, apoyando sus raíces en la supervivencia del alma después de la muerte, en la creencia de un Dios creador, en la reencarnación del cuerpo material, en la comunicabilidad de los espíritus en tanto seres desencarnados y en la pluralidad de los mundos habitados.Admite que a través de los fenómenos naturales, el Espíritu se vuelve independiente en relación a la materia. Como doctrina filosófica acepta la existencia de una realidad distinta a la que se vive y generalmente superior, tal es así que frente al materialismo, defiende la esencia espiritual. En su aspecto religioso se afirma en las enseñanzas dejadas por Jesús y sus seguidores hace casi dos mil años, estableciéndose en el cumplimiento de la promesa en la cual proclamaron las antiguas escrituras que se enviaría al mundo en su debido tiempo, un semblante consolador que recordaría a los hombres sus enseñanzas olvidadas y haría nuevas revelaciones sobre los misterios de la vida cuando la humanidad esté preparada.
En 1853, la llamada “Danza de las Mesas”, revolucionaba Europa y se hacía notar sobre todo en Francia. Los fenómenos extraordinarios maravillaban a las personas y atraían la atención de todos, aunque muchos se manifestaban incrédulos y los consideraban producto de un fraude. Siendo esta una época de opresión y puritanismo, una época oscura llena de normas sociales donde las apariencias importaban sobre todas las cosas –como lo fue en la era Victoriana– las personas buscaban un modo de escapar de ese ambiente opresivo, de las tardes tediosas y del mal tiempo, encontrando en el Espiritismo una salida reconfortable. Una época donde era necesario ver para creer, los mal llamados muertos se hacían presentes.
La doctrina se instala mediante sus manifestaciones materiales permitiendo a las personas ser protagonistas de una inteligencia que trascendía a la materia, que se hacía escuchar, que movía objetos, se manifestaba y podía entretener durante un periodo considerable a quien estuviera curioso por conocer. Fenómeno que debía ser de consideración como materia de estudio por aquellos sabios de la época. Sin embargo, ¿Por qué no fue así? Algunos por ser tomados como hombres de ciencia poco serios, otros por miedo. El misterio de las mesas giratorias fue negado incluso cuando se expandía por todo el mundo.
Diría Galileo: “Y sin embargo se mueven”. El 15 de enero de 1861, se publica en Paris “El Libro de los Médiums”, comprobando el cientificismo del Espiritismo e instalándose la doctrina como pseudociencia. Fue cuya publicación que despierta la incredulidad de la ciencia y la furia del catolicismo junto con sus simpatizantes en protesta contra el autor Allan Kardec, quien a través de los Espíritus desencarnados codificaba la doctrina Espirita.
La primera obra situó el asunto del Espiritismo en el mundo de las ideas, del debate filosófico, en oposición con los sistemas religiosos y científicos tradicionales basados en dogmas y en el materialismo dominante. Doctrina que hasta nuestros días sigue revelando conceptos, formas, y teorías que fueron quien sabe intencionalmente o no mal interpretadas a lo largo de la historia.
¿Cómo sería el mundo si nos pensáramos eternos? ¿Cómo viviríamos la vida si supiéramos que deberíamos de volver por aquello que nos quedó pendiente? Un nuevo paradigma se presentaba a la humanidad intentando derribar barreras incorruptibles hasta entonces. A través de los principios universales como la ley de causa y efecto, de progreso y evolución, la diversidad de cuerpos; la doctrina marca un camino posible hacia nuevos paradigmas que venían hace tiempo en silencio pisando camino firme. Fueron los médiums, la hipnosis, el magnetismo, la teorización del sonambulismo junto a las voces de los que ya no están, que anunciaban la influencia en el campo psíquico entre seres encarnados y desencarnados, las perturbaciones psicológicas como consecuencia del desconocimiento y una nueva forma de pensar al mundo instalando conceptos sobre la mente de los seres humanos que se extienden más allá de las esferas materiales.
La existencia de un Espíritu como principio inteligente de la creación presente en todo elemento vivo, un periespiritu que reviste al Espíritu de una sustancia vaporosa, pero todavía muy grosera para nosotros, que permite al Espíritu elevarse en la atmósfera y transportarse hacia donde quiera y la materia como una de las variaciones de un elemento básico primitivo llamado “Fluido Universal”.
El Espiritismo anuncia luego de investigaciones y observaciones que todos somos poseedores de la mediumnidad, facultad psíquica que nos permite percibir el plano espiritual, estableciendo impresiones en nuestro interior que dejan huellas patológicas y pensamientos que son provenientes de diferentes existencias así como de otras almas transferidas al nuevo cuerpo material. Así como se da por sobrentendido que el organismo y el yo, no pueden existir adecuadamente si se los separa del contexto social en que se formaron, así mismo debe entenderse al individuo como un ser tanto físico como espiritual.
Y quizás llegue un día, a medida en que la psicología clínica y el espiritismo avancen, que sea necesaria una psicoterapia basada en la condición de Espíritu eterno, que da cuenta de un inconsciente periespiritual que contiene culpas, miedos, frustraciones, dolores no resueltos, así como ideas y emociones que envuelven la vida de alguien y sea de esa confluencia, el nacimiento de una psicoterapia transpersonal que permita al hombre ir más allá de su territorio.
¿Cómo referenciar?
Casal, Aldana. “Psicología y espiritismo” Revista Horizonte Independiente (¿Y qué tal si?). Ed. Brayan D. Solarte. 10 may. 2021. Web. FEHCA DE ACCESO.
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