Poesía y belleza en el pensamiento de Simone Weil

En lo bello ha de verse siempre
manifiestamente “la naturaleza de lo necesario”.
Es el espacio en la pintura; el tiempo,
en la música y la poesía.

Simone Weil.

1. Poesía y belleza en la condición obrera

Para Simone Weil uno de los tópicos centrales de su momento fue el problema de la condición obrera. Esta filósofa francesa se habría adentrado en las fábricas para pensar el acontecer del proletariado. Dirá que “el universo en que viven los trabajadores rehúsa la finalidad” (Weil, 2010, p. 240), puesto que en su ritmo de vida hay un vacío existencial en el que la cultura es casi nula y una pobreza moral constante acompaña los días. Para la autora lo verdaderamente valioso es comprender el problema de “la desgracia” (Le malheur) que aqueja a los obreros, ya que es un estado en el que el alma, frágil, se encuentra desnuda. A saber, el único medio para trascender la desgracia es la belleza, señala Weil en su libro “La condición obrera”:

 Existe un único caso en el cual la naturaleza humana soporta que el deseo del alma se dirija no hacia lo que podría ser o lo que será, sino hacia lo que existe. Este caso es la belleza. Todo cuanto es bello es objeto de deseo, pero no se desea que el objeto sea otro, no se desea cambiarle nada, se desea el objeto bello tal y como es. Se mira con deseo el cielo estrellado de una noche clara, y lo que se desea es, únicamente, el espectáculo que se posee. Ya que el pueblo está obligado a dirigir todo su deseo a lo que ya posee, la belleza está hecha para él, y él para la belleza. La poesía es quizá un lujo para las otras condiciones sociales. Pero el pueblo, en cambio, tiene necesidad de poesía tanto como de pan. No de poesía encerrada en meras palabras; ésta, por propia naturaleza, por abstracta y evasiva, no le sirve de nada. El trabajador tiene necesidad de que la sustancia misma de su vida cotidiana sea ya poesía. (2010, p. 241)

     La esfera de la belleza no se restringe únicamente a un encuentro ocasional con la conmoción o lo sublime mediante las diversas expresiones que nos ofrece el arte; antes bien, la belleza es telúrica y abarcable en la vida cotidiana. Para la autorauna “metáfora real” (métaphore royale) que acontece cuando lo vivido se transfigura en algo semejante a lo sagrado; esto es, que la ontología de las cosas envuelve un significado espiritual, se trata de forjar la atención para intuirlo y comprenderlo.

     A Weil le interesó especialmente que los obreros comprendieran esto, puesto que vivían una existencia de explotación y desgracia, por ende, afirmará que la trinchera existencial de la clase obrera era la poesía, que no es el único medio para abrazar la belleza del mundo, pero que sí posibilita cierto acercamiento a lo trascendente, ya que la poesía, por naturaleza, está en apertura a lo fáctico y, a su vez, a lo más etéreo de la sensibilidad. Como los obreros, en general, no tienen teleología alguna, pueden encontrar la belleza del mundo en su hambre de finalidad, satisfecha esta hambre mediante una apertura poética al mundo externo. Se trata de descubrir una eternidad que habita en la naturaleza de las cosas, una verdad que nunca será agotada y que se transforma gracias a “la atención” hacia la vida cotidiana.

Simone Weil dirá pues, que de esta manera se elimina en cierta medida la humillación en que vive la clase obrera, sometida en general a la pobreza, la ignorancia y la explotación del trabajo servil; de tal manera que la atención a su cotidianidad se proyecta como facultad sensible que tiene como resultado la consciencia de la belleza como un bien exclusivo para aquellos obreros. Es un estado en el que no se tienen en cuenta ni las demagogias intelectuales ni cualquier otra forma posible de reducción a la nada, puesto que “el pueblo tiene tanta necesidad de poesía, como de pan.” (Weil, 2010, p. 241).

2. La atención

      “La atención” (l’attention) es para el alma la facultad que permite el contacto con lo bello, en especial si se trata de una “atención intuitiva” (attention intuitive); en ésta nace “la pureza, es la única fuente del arte perfectamente bello, de los descubrimientos científicos verdaderamente luminosos y nuevos: es la filosofía que va verdaderamente hacia la sabiduría, es el amor del prójimo realmente asegurado” (Weil, 2010, p. 247). Por lo demás, el fundamento de esta “atención intuitiva” es el bien, de allí que permita el acceso a la libertad como promesa del alma, y a su vez al principio de justicia en la desgracia; esto quiere decir que “la atención intuitiva” como facultad, retribuye al obrero en alma y de manera telúrica, de manera que dignifica el objeto de su vida. Dirá Weil que esta atención se forja mediante la poesía, dado que es, de todas las artes, aquella que vincula las vivencias y la cotidianidad con el carácter sublime de las circunstancias mismas de la existencia. Es necesario, aún, que en el ruido mismo se halle el silencio y la apertura a lo bello, cual fundamento que habita en la ontología misma de las cosas.

     Todo atentado contra “la atención” constituye una afrenta, puesto que es por medio de ella que se despierta en el alma la vocación a lo absoluto. Weil apuntará a ello puesto que en su vivencia como obrera evidenció que el trabajo taylorizado vaciaba el alma, pues conducía a bajos grados de atención y a la pobreza moral. La “condena” del pueblo a una realidad en estado de fatiga, hizo que emergiera la poesía como promesa para saciar la sed espiritual de aquellos que querían ver más allá de sus circunstancias inmediatas, Weil afirmará en su momento que “ninguna poesía que concierna al pueblo es auténtica si en ella no se encuentra el cansancio, el hambre y la sed surgidos de este cansancio” (Weil, 2001, p. 115)

En este sentido, la poesía hace posible que aquellos que padecen la desgracia satisfagan su hambre de ver y aprender. Además, la poesía subraya la grandeza del alma en la materia frágil, puesto que dispone la carne a la trascendencia de lo sensible.   

En verdad, la naturaleza humana no puede sustraerse al sufrimiento del mundo, por ello la poesía se presenta como una trinchera en la que el contacto directo con la realidad constituye una muestra tangible de la belleza del mundo.

Referencias

Weil, S. (2001) Cuadernos. Madrid: Trotta

Weil, S. (2006) Poemas, Venecia Salvada. Madrid: Trotta

Weil, S. (2010) La condición obrera. Buenos aires: El cuenco de la plata

¿Cómo referenciar?
García Agudelo, Adriana Patricia. “Poesía y belleza en el pensamiento de Simone Weil” Revista Horizonte Independiente (columna filosófica). Ed. Nicolás Orozco M., 07 dic. 2022. Web. FECHA DE ACCESO. 

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