El presente ejercicio de reflexión tiene como propósito, en primer lugar, reivindicar la poesía persa en el ejercicio lector de occidente y, en segundo lugar, proponer a Los Rubayata como una lectura que deviene en un viaje místico pero sacrílego para el lector a partir de los elementos constitutivos del sufismo ‒elementos de los cuales se valió Khayyam[1] para engendrar su obra. Seguidor de las doctrinas de Avicena y sabio conocedor de los postulados neoplatónicos, Omar Khayyam se alza como uno de los poetas persas más completos y complejos para el mundo de oriente pues su forma de concebir al mundo no se corresponde con las formas que le fueron impuestas por los musulmanes a través de la predicación del Corán. Por lo tanto, y con el fin de desentrañar los misterios que oculta en sus ácidas cuartetas, se hará un modesto análisis desde la doctrina sufista, por un lado, para acercarnos a la visión del poeta en el proceso de creación; por otro lado, se hará un repaso místico-filosófico en general de los Rubayata y, finalmente, se dará respuesta al por qué es de suma relevancia leer la obra de Khayyam en clave mística y cómo sacar provecho a las lecturas de la literatura árabe, muy desconocida y descuidada por estos días en esta parte del mundo.
Hablar de poesía persa es hablar necesariamente de una poesía sufista que se encuentra estrechamente ligada a la filosofía neoplatónica cuyos postulados, según Porfirio y Jámblico, versan en la existencia de una unidad absoluta ‒o lo UNO‒ que es una constitución real, en sumo grado de la cual emanan las demás realidades en pro de llegar al Éxtasis. El primer ser emanado es el Logos, luego la Inteligencia, conformando estas las hipóstasis de la Trinidad neoplatónica. Llamamos la atención, brevemente, sobre estas máximas porque para entender el fenómeno del sufismo, por denominarle de alguna manera, es imprescindible atender a estas cuestiones. El sufismo inicia con el persa llamado Rumi, que fue un teólogo, jurista y poeta, promotor del neoplatonismo en el proceso de la creación poética. El sufismo es una doctrina basada en los sentidos más que en la experiencia de la mente para retornar, a través de ellos, al origen primero llamado “alma”. Pero ¿cuál es la relación del sufismo con el proceso de creación poética? Pues, para la concepción poética de los persas el poeta busca transitar entre lo que no es conocido y lo que no es decible, intenta elevar su espíritu para transportarse de lo terrenal a lo imaginario; en otras palabras, lo que el sujeto en la teoría neoplatónica pretender alcanzar como fin último es lo mismo a lo que aspira el poeta a partir de su creación poética. En ese sentido, el proceso poético se convierte en una auténtica experiencia mística y trascendental para el poeta persa y tal experiencia se logra evidenciar a través de los elementos usados en la construcción textual.
Ahora, no basta con señalar que el proceso de creación poética para los persas se fundamenta en la teoría neoplatónica de lo absoluto, pues este proceder tiene su propio tinte y es sustentado, según ha señalado Beik, Bragado y Zapatero (2007), en un camino espiritual guiado por 7 يتنفس (alientos) para la preparación individual y así disponerse a la creación del poema. Estos alientos, a su vez, tienen sus propios procesos que transmutan en la conciencia: duda, perplejidad, detención, aniquilación y resurrección, que es el momento de la creación. (Beik, Bragado y Zapatero, 2007)
LI El dedo se mueve y escribe: y habiendo escrito, se va: ni toda tu piedad, ni todo tu entendimiento le moverán a cambiar media línea; ni todas tus lágrimas bastarán a borrar una palabra”.
El propósito de la poesía persa es lograr desde el poema recordarle al hombre quién es en realidad y liberarlo de su ego. William James, por cierto, describe este propósito como inefabilidad, pues el actuar del poeta es una disputa con la expresión, es el reconocimiento de la incapacidad de dar forma al contenido de la experiencia. Y es que los procesos místicos son, también, procesos de conocimiento. Solo quien es conocedor, y un buen contemplador, de la existencia, y de la propia, es capaz de acceder a estados de consciencia trascendentales, para los cuales debe perderse a sí mismo y desprenderse de la materialidad, en donde el alma misma (Dios) le dicta la palabra a tatuar en el papel. En otras palabras, el poeta no busca hacer uso de las palabras como en un mero utilitarismo, sino que pretende fusionarse y entrar en comunión con el lenguaje.
Antes de comenzar este acápite es preciso decir que quien introdujo la obra de Omar Khayyam a Occidente fue un cónsul de Inglaterra en Irán[2], pues este tradujo al inglés las obras del poeta y al descubrir la profundidad de sus letras decide comenzar a infundirlas. Sobre el autor se puede decir que fue un disciplinado estudiante de un discípulo de Avicena, por lo que su conocimiento en filosofía y en metafísica era sólido y lo expresó de diversos modos en sus escritos. Por otro lado, podría decirse que no se autodenominaba como musulmán, pese al contexto histórico y religioso en el que habitaba, sino más bien como un fiel crítico del islam, por lo que se ganó el apodo de “Omar, el blasfemo” por parte de sus allegados quienes sí compartían las creencias islámicas. En ese orden de ideas, Los Rubayata, como se tradujo del árabe hispánico o andalusí, se configuran como cuartetos por su formato, irreverentes, hedonistas y sacrílegos para la visión musulmana, pero ricos en elementos literarios y filosóficos para los ojos occidentales. Marcados por un fuerte pesimismo y encerrados en sátiras, los versos proponen, además, lazos con contenidos dualistas, en donde la disputa de dos esferas[3] se hace “realidad” a partir de la palabra escrita para suscitar la aniquilación del yo y lograr alcanzar el fin último, la resurrección[4] o el Sumo Bien.
Ahora bien, cuando se hace una lectura literal de su obra es probable atribuir sus expresiones y reiteraciones sobre el amor, la embriaguez, el vino, etc., a una persona mundana y banal que dedica su existencia al disfrute material. Sin embargo, al asumir las mismas expresiones desde un enfoque sufista puede hallarse que la embriaguez, por ejemplo, es una metáfora en donde se expone la elevación del alma desde la dispersión hasta el conocimiento real, pues la ebriedad es una suerte de muerte, de pérdida de conciencia, de abandono, en el que el yo perece y sale a flote la parte más incorpórea, es decir, el alma:
II (…) despertad, pequeñuelos míos, y llenad la copa, antes que el licor de la vida se seque en su vaso”
En ese sentido, y según sostiene Gonzáles (2014) no es de extrañarse que las expresiones en código erótico y libertino no sean más que alusiones y metáforas sobre procesos de creación poética vertidas por la doctrina sufista (González, 2014). Es decir, el poeta ofrece en su obra un viaje hacia el interior divino, sin que la divinidad sea enmarcada en un contexto puntualmente religioso ‒más bien se trata de una divinidad universal, poseedora de la verdad absoluta. Para emprender este viaje el sujeto tiene dos alternativas de ascesis: por un lado, la meditación entendida como una contemplación de sí sin direccionarse a una ritualización religiosa, y, por otro lado, está la poesía, que consiste en sufrir un proceso mental para experimentar la mística y poder dotar tal experiencia de palabras habladas-escritas.
Así las cosas, parece que el objetivo del autor con los cuartetos era disipar de su propio espíritu el velo de la religión para abrir los ojos y ver realmente la levedad de la vida, la cercanía de la muerte y buscar, precisamente, a través de la experiencia mística un soporte para su existencia que no se terminaba de acomodar a lo indicado por la religión de turno. Es así como Omar Khayyam en Los Rubayata ilustra una nueva forma de vida, quizá un tanto panteísta, dinámica, escéptica y hedonista, profundamente ligada con la tradición sufí para hacer emanar en sus versos la verdad misma, el alcance, sin necesidad de religiones del Sumo Bien.
En resumidas cuentas, no queda más que la invitación a leer las maravillosas obras de este autor persa e invitar además a leerlo no con los lentes de la religión, mucho menos de la musulmana, sino leerlo en el marco de la denuncia que el propio poeta hace a la dominación cultural, religiosa y política que vivió en su momento y que lo llevó, tal vez, a engendrar una serie de reflexiones poéticas sobre las circunstancias que padecía el mundo por el aquel entonces y por las que su espíritu se hallaba agobiado. Gracias al proceso de creación propuesto por la tradición sufí, posiblemente el autor encontró alivio para los males que le aquejaban a su espíritu y nos obsequia también a nosotros un alivio para las crudas y tortuosas vivencias a través del misticismo, proponiéndonos alcanzar, después de todo y en conjunto con la reflexión filosófica, lo Uno.
Beik, A., Bragado, J. y Zapatero, A. (2002). Influencia de la cultura persa en el pensamiento de los escritores y periodistas de habla hispana. VII Jornadas de Lengua y Comunicación para periodistas y escritores, 19-20 de abril Madrid España, pp. 1-24. https://eprints.ucm.es/id/eprint/7905/
Khayyam, O. (Traducción de I.E Arciniegas y V. M. Londoño). (2001). Los Rubayata. Panamericana Editorial.
González, M. (2014). Omar Khayyám y la filosofía árabe. Revista Española de Filosofía Medieval, 21, pp. 119-130. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5474992
Gómez, M. (2011). La poesía amorosa árabe y su influencia en el Al-andalus. Anuario de Lingüística Hispánica, XXVII, pp. 57-69. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4132244
[1] Poeta, erudito, matemático y astrónomo persa.
[2] El irlandés Edward Fitzgerald.
[3] Como vida-muerte, alma-cuerpo, divino-demoníaco, etc.
[4] Esto en el proceso de creación poética significa que el sujeto al recorrer las diferentes fases, y al encontrarse con el fin último, puede emprender tranquilamente la tarea de escritura sobre todas aquellas vivencias que experimentó camino al éxtasis.
¿Cómo referenciar?
Gamboa J. Laura. “Poesía persa: un viaje místico a través de Los Rubayata de Omar Khayyam” Revista Horizonte Independiente (columna literaria). Ed. Nicolás Orozco M., 25 ago. 2021. Web. FECHA DE ACCESO.
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