Mucho hemos visto de la literatura fantástica en nuestras vidas: conocemos renombradas leyendas como la de Arturo como rey que sacó una espada de la piedra; los cuentos de Tolkien con quienes emprendemos grandes viajes; e incluso, conocemos varias expresiones de criaturas fantásticas como el dragón o el elfo. Pareciera casi un canto ceremonial a la hora de entrar en contacto con nuestras vidas, pero de ahí la pregunta de cómo se crearon y cómo se generan. En esta columna, espero poder entregar algunos de mis pensamientos académicos y personales sobre la composición de la fantasía como medio de creación literaria y de pensamiento individual.
Comenzaré relatando una anécdota que me parece profundamente llamativa sobre la concepción de la literatura fantástica en nuestros días: hace ya un tiempo tuve la fortuna de hacerme con el regalo del segundo libro de Christopher Paolini llamado Eldest (2016). Cuando me lo entregaron me fue anunciado que la vendedora del libro había realizado la afirmación de “¡ojalá a tu hermanito le guste!”. En primer lugar, mi relación con la persona que me lo regaló no era familiar en sentido de hermandad; y en segundo lugar, me pareció percibir que la afirmación conducía a un contenido en el cual este tipo de literatura estaba condicionado a la lectura de cuentos para niños. En efecto, podría esgrimirse que mucho de la literatura fantástica está pensada en cuentos para niños, como es el caso de El Hobbit de Tolkien (2017), pero no consideró que este sea su único destino tomando en cuenta la vasta profundidad de pensamiento que se requiere para la composición de estos escritos.
La profundidad de la fantasía no se encuentra en la relación con la realidad inmediata o por sus configuraciones sociales como lo puede ser la novela o los escritos de la literatura realista, sino, más bien, pareciera que esta profundidad se encuentra estrechamente ligada con el mundo de las ideas que una persona pueda ligar de sus conocimientos del mundo y su taller de posibilidades. Hay entonces una cercanía entre lo imaginario y lo real mucho más estrecha de lo que nos imaginamos.
J.R.R. Tolkien es la muestra de lo dicho anteriormente. El pensador inglés quien ha compuesto muchas obras fantásticas también se dedicaba al mundo académico literario y filológico (como lo podemos ver en su traducción del Beowulf o en sus aportes a la interpretación de las leyendas artúricas). En Los monstruos, los críticos y otros ensayos (1983) Tolkien nos trae diferentes ensayos sobre diferentes temas en aras de la profundización analítica de la literatura fantástica. En este libro nos salta un ensayo titulado “Sobre los cuentos de hadas” que es un recorrido académico sobre la creación de esa literatura. De inicio nos pone la relación entre cuentos de hadas y la fantasía cuando afirma certeramente que “un «cuento de hadas» es aquél que alude o hace uso de Fantasía, cualquiera que sea su finalidad primera: la sátira, la aventura, la enseñanza moral, la ilusión.” (Tolkien, p. 220). En efecto se nos pone la relación de que la fantasía sirve a los cuentos de hadas para su composición; en otras palabras; la fantasía se figura como un recurso al cual se tiene acceso y los cuentos de hadas el medio genérico de expresarla. Entonces, tenemos a la vista un primer tema, la fantasía no parece ser únicamente “un libro de cuentos ficticios” sino un recurso para la expresión de algo que se acoge a una línea narrativa. Creo que con esto podemos tener claro que primero debemos enfatizar en qué es la fantasía para luego poder relacionarla con uno de sus modos de expresión, en este caso la literatura.
La fantasía, como ya veremos, se compone de dos herramientas cruciales que se conjugan en las ideas para la creación: la historia y nuestros conocimientos. Comenzaré a explicar un poco de la primera al referirme a las leyendas artúricas y más precisamente a la composición del Rey Arturo.
¿Hasta qué punto podríamos decir que el rey Arturo es real y hasta qué punto podemos decir que es fantasía? En ese sentido debemos centrarnos en la historia donde muchos han afirmado la validez de la historicidad de Arturo y muchos otros han rechazado su existencia en la historia humana. De antemano hay que pensar que esto se debe a varias conexiones que han llevado a historiadores a escarbar y taladrar las páginas de la historia con el fin de resolver esta duda.
Geoffrey de Monmouth fue un monje del siglo XII quien parece ser uno de los primeros en relatar historias sobre nuestro antiguo rey. En su texto Historia Regnum Britanniae (1130-1136)[1] expone una de las compilaciones de la historia de Inglaterra tomando varios de los hechos registrados en varias partes del continente europeo; lo que llama la atención es que en el libro se encuentran dos capítulos destinados a hablar de la casa Pendragon al explicar al rey Uther y a su hijo Arturo. Lo que interesa resaltar de estos dos capítulos es que se toma la historia de Arturo y de Uther como eso, como historia. De ahí en adelante podríamos pensar que hay una relación indudable entre la historia y la existencia de Arturo.
Postulamos el problema, avisamos su resolución y con eso solo incrementamos el dilema. En el siglo VI d.C. encontramos que los únicos avistamientos históricos de una existencia de Arturo están en los textos Historia ecclesiastica gentis anglorum (731) de Beda el venerable y en De Excidio Britanniae (siglo VI) del monje Gildas. El dilema surge ya que son los únicos registros existentes de la historia de Britania que mencionan a un Arturo. No lo mencionan como un rey, un líder, un gran guerrero de leyenda; sino como que hubo alguien que tuvo ese nombre y peleó en alguna batalla con los anglosajones cuando los britános estaban siendo presionados por el arribo anglosajón después de la caída del Imperio Romano.
Historia o no, podemos decir que Monmouth había hecho un escrito de categoría historiográfica donde había metido contenido fantástico. Más tarde llegará Chrétien de Troyes a complementar la leyenda de Arturo, pero no como aporte histórico sino como aporte de leyenda fantástica. De Troyes toma gran parte de la historia de britania, relatada por los autores antes mencionados, y da un surco a enfatizar en la fantasía con la incorporación de la mesa redonda y los caballeros que salen en la búsqueda del Santo Grial. De ahí se despliega todo el universo de las leyendas artúricas, con parte histórica y con parte fantástica como un paralelismo entre ambas.
Ahora bien, quise relacionar la fantasía con la historia con motivo de resaltar algunos de los fundamentos de lo que conocemos como un mundo fantástico basado y complementado en la historia humana. Lo que nos falta es entrar al examen de la fantasía como conocimientos del mundo en que vivimos, para ello volveré a traer a Tolkien a la mesa cuando, en el mismo texto, nos habla sobre la “hierba verde”.
La fantasía, en efecto, existe en tanto que podemos relacionar conceptos, conocimientos, simbolismos, etc. en un gran abanico único de la imaginación hacia la composición de narrativas fantásticas. ¿Cómo se hace esta relación? Tolkien nos da una explicación maravillosa en el capítulo de Sobre los cuentos de hadas:
La mente humana, dotada de los poderes de generalización y abstracción, no sólo ve hierba verde, diferenciándola de otras cosas (y hallándola agradable a la vista), sino que ve que es verde, además de verla como hierba. Qué poderosa, qué estimulante para la misma facultad que lo produjo fue la invención del adjetivo: no hay en Fantasía hechizo ni encantamiento más poderoso. Y no ha de sorprendemos: podría ciertamente decirse que tales hechizos sólo son una perspectiva diferente del adjetivo, una parte de la oración en una gramática mítica. (Tolkien, 1983, 96)
Es profundamente enriquecedor ver la cuestión gramatical en tanto a cómo el adjetivo le da color al sustantivo, lo dota de cualidades descriptivas y lo analiza dependiendo de algunas conexiones. El tema tomará mayor cadencia cuando no solo pensamos en la función del adjetivo respecto al sustantivo, sino que se entiende como cuestiones semióticas[2]: si yo conozco que es hierba y conozco verde puedo hablar de las dos como conceptos aislados, juntándolos encontraría que puedo decir de hierba el adjetivo de verde (o que hierba contiene verde), esto sería la relación gramática que Tolkien nos habla. Pero aún hay más, creo correcto que la presuposición del conocimiento de conceptos ayuda a la hora de la creación fantástica ya que se puede apelar a que si conozco algunos sustantivos como hierba, caballo o libro entonces puedo agregarles cualidades como hierba verde, caballo rápido o libro nuevo y, en cualquier caso, estaría aceptando la realidad de ellos en cuanto puedo experimentar la validez de los sustantivos a los adjetivos en la vida cotidiana (lo que podría llamarse vida “real”).
En la fantasía ocurre algo parecido, pero al tiempo distinto: claramente podría hablar de libro nuevo apelando a una descripción actualizada de una experiencia que acabo de tener o he tenido y también podría esgrimirla dentro de mi universo fantástico pero la fantasía recorre los rincones más utópicos de nuestra imaginación y de nuestro pensamiento ya que en vez de decir hierba verde podría invocar al adjetivo de morado o incluso, podría convocar la descripción de libro mágico[3]. Entonces ¿en qué consiste la creación fantástica? en un primer momento la respuesta sería dar rienda suelta a la imaginación de conceptos conocidos por definición o por experiencia que nos permitieran presuponer cualquier cosa que seamos capaces de imaginar (esto claramente estaría guiado por unos criterios de marcos en los cuales se les otorga una regla de juego al universo fantástico que estemos desarrollando pero no es tema de esta columna).
La segunda cuestión, una vez entendida la teoría de la hierba verde, sería la que Tolkien expone como la olla cuando afirma que:
Parece bastante claro que también Arturo, que es un personaje histórico (aunque acaso no de mucha importancia como tal), fue asimismo añadido a la Olla. Allí hirvió durante largos años junto a otros muchos personajes y aliños de la mitología y la Fantasía, e incluso con algunos huesos sueltos de historia (como la defensa de Alfredo contra los daneses), hasta que emergió como un rey de Fantasía. La situación es similar a la de la gran corte «artúrica» de los reyes de Dinamarca, los Scyldingas de la antigua tradición inglesa. El rey Hrothgar y su familia presentan muchas huellas evidentes de verdadera historia, muchas más que Arturo; y, sin embargo, hasta en los relatos más antiguos (ingleses) aparecen ya asociados a muchos personajes y sucesos de los cuentos de hadas: porque han estado en la Olla. (Tolkien, 1983, 99)
Aquí se nos apela a una Olla donde pareciera que diferentes expresiones de fantasía se mezclan durante un tiempo y al final resultan con nuevas historias, cuentos o relatos. Tolkien apela a la idea de que gran parte de la fantasía está sujeta a lo que decidimos meter en la Olla (las reglas de juego) pero que en la misma estructura de los ingredientes que insertamos estamos haciendo dos cosas: 1. ejecutando la cuestión de la hierba verde 2. relacionamos otras estructuras fantásticas que podemos usar como un aditivo a nuestras propias invenciones en las posibilidades de nuestro taller de imaginación.
Tenemos dos teorías: la hierba verde y la Olla. En la primera jugamos con nuestra imaginación y con los conceptos que conocemos para poder devenir algo completamente diferente; en la segunda, damos paso a nuestras reglas de juego y vamos combinando diferentes conceptos, leyendas, historias, etc. para resultar con nuestras propias invenciones.
Entonces, en esta columna he tratado de esbozar algunos de mis pensamientos sobre la composición de la literatura fantástica enfatizando la cuestión de cómo empezar a crear este tipo de literatura. En la primera parte, la que hablé de la importancia con la historia, traté de mostrar cómo la historia tenía una relevancia a la hora de hablar de fantasía ya que de la misma historia se puede devenir en este tipo de literatura. En la segunda parte me sumergí un poco más en la idea teórica de la fantasía misma al exponer la teoría de la hierba verde y de la Olla. Aun así, no son partes separadas del todo, ya que desde la historia podemos tomar diferentes formas de conocimiento que nos sirven para hacer el juego de la hierba verde y luego sumergir esos conocimientos en la Olla para hablar de fantasía. Con todo esto podemos ver cómo es que podemos hablar del lenguaje en sentido de proveedor de magia en el universo fantástico de Christopher Paolini, podemos ver como el mismo concepto de ogro devino en orco en el universo fantástico de Tolkien; incluso, podemos ver cómo se mezcla la idea de los preceptos católicos con la fantasía de las leyendas artúricas o cómo los rastros simbólicos de objetos como espadas pueden usarse en cada uno de estos autores incluyendo a Lloyd Alexander y sus relatos sobre la tierra de Prydain.
Gildas. De Excidio Britanniae; or the ruin of Britain. Td. Hugh Williams. Estados Unidos: Dodo Press, 1899. Impreso.
Monmouth, Godofredo. La historia de los reyes de Britania. Madrid: Alianza Editorial, S.A., 2017. Impreso.
Todorov, Tzvetan. Introducción a la literatura fantástica. México: PREMIA editora de libros S.A., 1981.
Tolkien. J. R. R. “Sobre los cuentos de hadas” Los monstruos, los críticos y otros ensayos. Ed. Christopher Tolkien, 1983. Barcelona: Minotauro, 1998. Impreso.
[1] O en su traducción al español “Historia de los reyes de britania”.
[2] Uso la palabra semiótica no en su sentido de estudio de los signos comunicativos, sino que la utilizo de modo semántico-simbólico; esto es un sentido de significación, de conceptos y cómo estos se relacionan con una carga epistémica. El uso de la cuestión semiótica deriva de su forma de conexión comunicativa entre el lenguaje y la carga simbólica de los conceptos que son construidos desde los objetos.
[3] En efecto se podría suponer que al decir “libro mágico” podría estar refiriéndose a un libro que me produce una sensación maravillosa lo cual describo como mágica, pero en este caso estoy apelando a la idea de que existe un libro tal que contiene magia.
¿Cómo referenciar?
Orozco M., Nicolás. “Pensamientos sobre la literatura fantástica” Revista Horizonte Independiente (columna literaria). Ed. Brayan D. Solarte. 22 ago. 2021. Web. FECHA DE ACCESO.
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