Lienzo, palabra y realidad: el surrealismo filosófico de René Magritte

“La pintura de Magritte es remitida a lo visible que la rodea o
por sí sola crea un invisible que se le asemeja.”
Michel Foucault

I. El espejo de lo inefable

Las imágenes meticulosamente pintadas de René Magritte y, a menudo, imbuidas de un sentido de tranquilidad aparente, son la revelación de una tensión que confluye entre la realidad y lo simbólico. En el corazón del surrealismo pictórico-filosófico de Magritte yace una profunda interrogación por la naturaleza de la percepción y el significado. Sus obras nos confrontan ante las paradojas de la representación: objetos comunes como pipas o manzanas recordándonos la brecha entre el signo y lo significado, entre las palabras y las cosas mismas.

Esta no es sino la expresión de una mismidad dinámica del mundo, es decir, una expresión de la dicotomía humana, de lo semejante y lo diverso; una estética de la representación del mundo. Magritte, cuyo lenguaje filosófico yacía en el simbolismo de la pintura, hizo del lienzo el traductor de su mundo interior. Sus pinturas son expresiones de la mismidad, pero también de la fenomenología de la representación; así pues, el lenguaje de su práctica pictórica atribuye un signo y la estética a través de la configuración de la imagen lingüística como parte del signo y el símbolo. El signo, para Magritte, es el elemento que configura el sentido. La pintura es un lenguaje de la arbitrariedad, esto es, una expresión no solo pictórica sino en sí misma fenomenológica. De tal manera, Magritte es un pensador que, a través de la pintura, transmite sus cavilaciones como expresión visual, por ende, la imagen aparece entonces como una defensa y/o búsqueda de sentido.

En su famosa obra “La traición de las imágenes” (1928-1929) sugiere la arbitrariedad del significado y la multiplicidad de interpretaciones posibles. Al desvincular la imagen de su descripción verbal, Magritte nos invita a considerar cómo el poder y el conocimiento se entrelazan en la producción de significado. En un mundo donde el lenguaje y las imágenes son utilizados como herramientas de dominación y control, “La Traición de las Imágenes” nos recuerda la importancia de cuestionar las narrativas dominantes y de mantener una actitud crítica hacia las representaciones de lo que nos rodea. La pipa simbolizada tiene la facultad de divergir la realidad, pues contradice las leyes de percepción ordinaria al negar la representación de los elementos fácticos.

Michel Foucault, el renombrado filósofo francés, hizo una declaración específica sobre esta pintura en su ensayo “Esto no es una pipa: ensayo sobre René Magritte” (1973). Para Foucault, el lenguaje y las representaciones visuales tienen un papel crucial en la construcción de conocimiento, por ende, la simbolización de lo que no es una pipa desafía la relación convencional entre la imagen y la descripción verbal de la misma; por lo cual esta pintura reflexiona sobre la naturaleza de la representación a través del lenguaje como elemento que configura el sentido de lo fáctico, más allá de lo fáctico en sí mismo.

Además, ya que las imágenes y el lenguaje moldean nuestra comprensión de la realidad, Foucault criticó el hecho de que en la frase “esto no es una pipa”, la representación del objeto no es 

equivalente a la experiencia directa de ese objeto en el mundo real. Así pues, afirma Foucault que, en lugar de aceptar pasivamente las palabras y las  imágenes como metáforas precisas de la realidad, Magritte, nos desafía a cuestionar su autoridad y a reconocer la contingencia del conocimiento o de las nociones de lo real, las cuales son trascendentalmente fenoménicas —con fenoménico me refiero a la representación aparente de las cosas. Dice Foucault:

Se trata más bien de una ausencia de espacio, de una desaparición del “lugar común” entre los signos de la escritura y las líneas de la imagen. La “pipa”, que era indivisible entre el enunciado que la nombraba y el dibujo que debía representarla, esa pipa umbrosa que entrecruzaba los lineamientos de la forma y la fibra de las palabras se ha ocultado definitivamente. Desaparición que el texto, desde el otro lado de ese poco profundo arroyo, constata divertidamente: esto no es una pipa. (…) En ninguna parte hay pipa alguna. (1973, pp. 42, 43)

II. La dialéctica de las imágenes

René Magritte, desafió las convenciones de la realidad con su obra enigmática y provocativa. A través del uso y combinación de elementos cotidianos en sus pinturas, Magritte nos invita a cuestionar nuestras percepciones y a explorar los límites de la comprensión humana. De esta manera sus lienzos son una expresión filosófica profunda que, a través de lo pictórico, nos desafía a mirar más allá de lo obvio y a cuestionar la naturaleza misma de la realidad.

Una de las ideas centrales en la obra de Magritte es la noción de la representación. Sus imágenes muestran objetos familiares de manera inusual, despojados de su contexto habitual y colocados en un nuevo paisaje conceptual. Este acto de descontextualización nos obliga a reconsiderar la relación entre la imagen y lo representado, sugiriendo que la realidad es fluida y está sujeta a interpretación.

En su pintura “Elogio de la dialéctica” (1937), Magritte presenta una escena aparentemente simple: el reflejo de una ventana con una cortina y la mirada hacia un paisaje interior. Sin embargo, lo que hace que esta pintura sea intrigante es el detalle añadido por el artista: en lugar de reflejar la ventana o el afuera, la imagen representa una puerta abierta que revela un paisaje completamente diferente: la intimidad reflejada, desafiando las expectativas del espectador frente la representación del interior y el exterior.

Esta representación desencadena una reflexión profunda sobre la naturaleza de la realidad y la percepción. Magritte, valiéndose del mundo de las apariencias, nos invita a cuestionar la fiabilidad de nuestras percepciones y a reconocer la dualidad inherente a la experiencia humana. La contradicción entre lo que vemos y lo que esperaríamos ver recuerda la naturaleza de nuestra comprensión del mundo está siempre mediada por nuestra interpretación subjetiva.

En otra de sus pinturas “Las vacaciones de Hegel” (1958) también encontramos la aparente contradicción entre la representación y la naturaleza subjetiva de la realidad, cuestionando así la relación entre percepción sensorial y el conocimiento conceptual. Magritte desafía entonces las convenciones estéticas y los límites mismos de nuestra comprensión de la realidad. ¿Qué conexión puede haber entre la representación y la dialéctica Hegeliana? ¿Podría entonces la pintura de Magritte representar una síntesis de opuestos aparentes, de antítesis y síntesis? Sin duda, representa el proceso dialéctico de tesis, antítesis y síntesis, es continuo y cíclico en la filosofía de Hegel. Cada síntesis se convierte a su vez en una nueva tesis que da origen a una nueva antítesis, y así sucesivamente. Esta pintura refleja la concepción hegeliana del objeto puesto en su función a través de la representación de una sombrilla, cuya función es a la vez repeler su función fenoménica. Afirmó Magritte sobre esta pintura:

¿Cómo podía mostrar un vaso de agua en un cuadro de forma que no fuera indiferente, ni fantasioso, ni arbitrario, ni débil, sino –osemos decirlo– genial? –sin falsa modestia. Empecé por dibujar muchos vasos de agua, siempre con un solo trazo para el vaso: al cabo de 100 o 150 dibujos, el trazo se fue ensanchando y adoptó la forma de un paraguas; después situé el paraguas dentro del vaso y, para acabar, debajo del vaso, que es la solución exacta a la pregunta inicial: ¿cómo pintar un vaso de agua con genio? Después pensé que a Hegel –otro genio– le habría interesado este objeto, que tiene dos funciones opuestas: no querer agua –rechazarla– y quererla –contenerla–. Se habría sentido seducido, creo, o divertido –como de vacaciones– y por eso titulé el cuadro Les vacances de Hegel.

Esta representación es completamente dialéctica pues representa una síntesis de opuestos aparentes en la que tesis, antítesis y síntesis se cumplen de manera lógico racional en la representación pictórica. Es una expresión del proceso dialéctico, esencial para la comprensión del método hegeliano y su visión del progreso humano. Las tesis se cumplen al representar el status quo de la sombrilla, ser-en-sí a través de su condición dada por el momento particular que representa. La antítesis sería la contradicción de su función, está repeliendo el agua contenida en un vaso de agua, por ende, su función entra en conflicto, lo que nos sitúa ante la ruptura con la situación establecida en la tesis.

De esta manera, Magritte invita a cuestionarnos la posibilidad del encuentro con la síntesis a través de la etapa final del proceso dialéctico, ahora bien, ¿hay integración o reconciliación de la tesis y la antítesis? ¿La pintura da lugar a una posición en la que se incorporen los elementos de ambas? Sin duda, la síntesis no retorna simplemente al estado originario de la tesis, sino que invita a contemplar en la representación un avance o progreso en el desarrollo del pensamiento o de la realidad. Magritte, ante todo, hace una invitación a cuestionar las nociones determinadas de lo real al enfrentarnos ante las paradojas fundamentales de la existencia o ante las tensiones de la representación de lo fáctico en las cuales exploramos las profundidades de nuestra propia conciencia y el cuestionamiento de nuestras suposiciones sobre el mundo en el que habitamos.

Referencias: 

Foucault, M. Esto no es una pipa: ensayo sobre Magritte. Barcelona: Anagrama, 1981.

Marcel, P. Rene Magritte 1898-1967. El pensamiento visible. Köln: Taschen, 2018.

¿Cómo referenciar?
García Agudelo, Adriana Patricia. “Lienzo, palabra y realidad: el surrealismo filosófico de René MagritteRevista Horizonte Independiente (Columna Cultural). Ed. Nicolás Orozco M., 02 may. 2024. Web. FECHA DEACCESO.

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