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Andrés Velez

Columnista RHI

Evento 
“Las humanidades en…” 

Las Humanidades en una “Democracia” que no es democrática

Sea por la razón que sea (honestamente no me importa mencionar los posibles motivos ya que se me ocurren demasiados y si los mencionara todos tendría que escribir un libro), me parece ver cada vez más personas alzando su voz en contra del uribismo. Y con esto se vuelve claro que muchas de estas tienen la convicción de que, acabando con el uribismo, Colombia va a volver a ser un país realmente democrático. Muy bonita idea, pero un poco simplista ¿no? Es pretender que el único peligro para la democracia en este país es Uribe y sus secuaces.

No quiero que se me malinterprete: sí, el uribismo es el peor cáncer político de Colombia y necesita ser eliminado o por lo menos controlado como un PRIMER paso para llegar a la democracia, pero tenemos que pensar a futuro y debemos admitir que el uribismo es solamente un síntoma de un sistema que se encuentra gravemente enfermo, mas no es la enfermedad.

Ahora bien, antes de empezar me gustaría decir que si usted, querid@ lect@r, me quiere marcar de castro-chavista enviado desde rusia para destruir la democracia de este país, está bien, hágalo, pero le pido el favor que, antes de hacerlo, termine de leer esta brevísima columna.

Parto de la siguiente idea: si Colombia hubiera sido, en algún momento, un país democrático, no habría sido posible que el uribismo se posesionara de la forma que lo ha hecho. Si lo hizo, fue porque el sistema tiene las fallas suficientes para permitírselo. Evidentemente, si esto es así, puede volver a ocurrir. Puede surgir otro movimiento político igual o peor que el uribismo, a no ser que Colombia desarrolle un sistema democrático (porque, repito, no lo hemos tenido nunca).

Este no es un problema exclusivo de Colombia. Me atrevería a decir que la gran mayoría de países en el mundo no son democráticos (sin importar que tanto digan que sí lo son). Lo que llamamos “sistema democrático” está muy alejado a lo que debería ser la democracia.

Es muy fácil hablar mal del sistema y muy difícil dar una solución. No voy a pretender tener la respuesta que nos va a llevar a cogernos de las manos y cantar en armonía en un son de paz y amor; pero sí creo poder dejar plantada una idea que, a mi parecer, es beneficiosa para la búsqueda de una democracia verdadera, y con eso me daré por satisfecho por el momento.

Empecemos por el principio, la palabra que más he utilizado hasta ahora en esta columna: democracia. No me gusta citar la RAE, pero por cuestiones de simplicidad tendré que hacerlo. La primera definición de democracia que aparece en la pagina de la RAE dice: “Forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos”.

¿Los ciudadanos en Colombia ejercemos el poder político? Van a haber personas (en estas me incluyo ya que yo también pensaba así) cuyo primer instinto es decir que sí, ya que “en teoría” todo ciudadano adulto con documentación legal que lo certifique como ciudadano, tiene el derecho de voto. Pero este es un problema, porque creemos que el simple hecho de votar ya nos proporciona poder político. Sin embargo, nosotros tenemos el poder de votar por las personas que SÍ pueden ejercer su poder político durante los próximos años. Hasta ahí llega nuestra participación directa de la política.

Nuestra “democracia” de basa en la confianza que el pueblo deposita en un grupo de personas –no importa si son de derecha, de centro o de izquierda– de que van a cumplir unas promesas y van a poner los intereses del pueblo por encima de los suyos. Por lo cual no tenemos un sistema democrático, sino más bien un sistema representativo –aunque después no cumplan y no representen a las personas que votaron por ellos).

 El problema es que cada vez es más evidente que la gran mayoría de esas personas son corruptas y sedientas de poder. Así la confianza no dura y llegamos al punto donde estamos, sintiendo que no estamos siendo representados y llenándonos de sentimientos de odio, rencor, resentimiento e impotencia gracias a una clase política que ni piensa en nosotros, ni pierde sueño por lo que nos ocurra.

Pero no creo que esto tenga que ser así. Hay personas en el gobierno –en todos los gobiernos– que efectivamente intentan hacer lo correcto. Pero si somos honestos, esas personas, en este momento, son la minoría y no podemos esperar a que poco a poco se posicionen en puestos políticos las suficientes personas honestas para hacer un cambio realmente importante. Puede que, en algún momento, en un futuro distante, nuestro congreso esté lleno de personas que tengan como prioridad el bienestar del pueblo, pero no nos podemos quedar de brazos cruzados esperando una promesa que probablemente nunca llegue.

Entonces ¿no hay nada que hacer? Por supuesto que sí se puede hacer algo, pero el sistema tiene que cambiar y no solo las personas dentro del sistema. Si queremos un país democrático, el gobierno no puede decidir, el rol del gobierno debe ser simplemente proponer y después que decida el pueblo. Cada vez que se quiera sacar una ley, un decreto, una reforma etc. esta tiene que ser entregado al pueblo tal cual como está escrita, sin mediación politiquera, sin noticieros que presentan la información de manera engañosa. Simplemente la información de manera transparente y clara. Después de esto, el pueblo debería votar ya que ellos son los únicos que saben si les conviene o no, y este voto tiene que ser el filtro final, no la firma de ningún presidente.

Este sería un proyecto político grande, demorado y que tendría contratiempos, de eso no tengo la menor duda. Pero si queremos abogar por una democracia verdadera hemos de empezar a tomar pasos para que las personas tengan más participación directa dentro de las políticas del país.

Puedo ver claramente a más de uno indignarse bajo la idea que acabo de dar, saltando de sus sillas y gritando “esto no puede ser así. Muchas personas del pueblo no tienen la educación suficiente para tomar decisiones tan importantes como las que toma el gobierno”. Sin embargo, hay problemas con esta forma de pensar. 

El principal es creer que las personas son incapaces de tomar decisiones.  Lincoln decía: Soy un firme creyente en la gente. Si se les dice la verdad, se puede depender de ellos para enfrentar cualquier crisis nacional. El gran punto es traerles los hechos reales.” Y concuerdo completamente con esto. La idea de que el pueblo, incluso teniendo la información completa y transparente, no son capaces de tomar decisiones adecuadas presupone que la gente es estúpida, cuando la realidad es otra. Debemos tener en cuenta que los que más piensan en soluciones a problemas son aquellos que los viven; incluso una persona sin mayor educación tiene la capacidad de solución de problemas, como todos. Debemos dejar a un lado nuestro pensamiento que el traje y la corbata, que un titulo de una universidad prestigiosa o que haber estado en un curso de habla asertiva para sonar bonito mientras se da un discurso, de alguna forma hace que las personas estén más cualificadas para resolver problemas que no han tenido que vivir. 

Pero supongamos que la idea es correcta, que efectivamente la gente es estúpida, igualmente uno tiene que ser muy incoherente para que, después de negarse a darle educación gratuita y de calidad al pueblo –como lo ha hecho repetidas veces políticos no solo uribistas sino de muchas corrientes políticas de una forma u otra–, argumentar que no se les puede otorgar sus derechos democráticos a las personas por falta de educación.  

Y aquí entra la importancia de la educación (que hasta ahora parece que la he criticado). El problema con que el gobierno no quiera fomentar las humanidades y, en general, toda carrera para la cual el pensamiento crítico sea fundamental no es que les quite capacidades a las personas. El problema radica en que estas carreras tienen como base fundamental la crítica y el debate; por lo tanto, facilitan la habilidad que toda persona, sin excepción alguna, tiene de no comer entero. Las humanidades son la piedra en el zapato del gobierno, les molestan porque, a cada paso que dan, están ahí para recordarles a todos hacia donde se esta caminando.

¿Cómo referenciar? 
Velez, Andrés. “Las humanidades en una “democracia” que no es democrática” Revista Horizonte Independiente (Las humanidades en…). Ed. Brayan D. Solarte. 10 jun. 2020. Web. FECHA DE ACCESO. 

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