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Omar Andrés Cuaran Pistala

Estudiante de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia, sede Manizales. 

Evento 
“Las humanidades en…” 

Las humanidades en tiempos de pandemia 

Mayo del 2020 tiempos difíciles, ambiente denso, una pausa que necesaria o no ha dejado en evidencia el paupérrimo sistema en el que vivimos y lo raquítica que se hace nuestra vida a merced de la explotación laboral. 8 a. m. mañana nublada, camino sólo como el contexto me lo sugiere, sin embargo me percato de la presencia de un anciano con vestigios de haber pasado más de una noche en la calle; tras acercarse a mí manifiesta que tenemos esperanza, que aquello que nos atañe deje una inmensa lección en nuestras vidas, no obstante los años bajo el implacable sol y la señora lluvia hacen que cambie su actitud y pregunta: ¿De verdad creemos que aquella esperanza es propia de nuestra coyuntura?. Generaciones atrás han vivido situaciones como la actual ¿Crees que no pensaron que debían cambiar su voraz estilo de vida? ¿Crees que no pensaron que era señal de un cambio? luego dice, la historia nos ha demostrado que tales sentimientos de esperanza siendo propios de cada coyuntura, no son ajenas a los diferentes tiempos, pero aquí yace también el problema dice, ¿Por qué hemos vuelto tras cada suceso a tan desastrosa, esclavizante y contaminante vida?, finalmente, el anciano suelta una  carcajada cómo quién no recuerda sus cinco minutos anteriores y lentamente su silueta desaparece.

Camino a casa pienso en cada palabra del anciano y no deja de asombrarme cuán acertado fue al decirme cada cosa; un gran porcentaje de la población vive en estrés o ansiedad intensos; sin embargo, no se permiten parar para tomar un descanso, sentarse a dibujar, pintar un óleo, escribir una poesía, manifestarse con un baile, que se yo, ese gran porcentaje podría vivir toda su vida con abundante dinero, pero siempre vivirá vacía.

Sigo caminando y recuerdo el primer semestre de mi vida universitaria, impetuoso, extrovertido y veía una materia que nada tiene que ver con el plan curricular, eso pensaba. El docente expresaba su afán por imponer los estudios de humanidades en el tipo de carreras pertenecientes a las ciencias exactas, manifestaba que era necesario que no podíamos olvidar esa parte humana en nuestras vidas; y por el contrario ser aves rapaces inmersas en el medio, la sociedad, la cultura y estudiar para ayudar al hombre y por consiguiente estudiar al individuo, a su contexto, a su cultura y así poder desempeñar una buena labor.

Cambio de acera y pienso que tenía razón el docente y que, de alguna manera, el viejo y el profesor albergaban una constante en sus palabras, un común denominador, era evidente que en las dos partes se percibía una necesidad de apelar a la conciencia y que si bien nos la manifiestan en muchos lados como bastión para no padecer, no es tan perceptible, por eso la preocupación del anciano por la concientización de los hombres, por eso el afán del maestro.

Terminó por comprender tras varias cuadras andadas que sin las humanidades no podríamos llegar al menos a estos estados de conciencia en los que me encuentro, más aún, no podríamos lanzar propuestas para resolver las grandes inquietudes y los más minúsculos hincapiés que nos envolviesen.

Tal vez estoy equivocado en algunas cosas, sin embargo, estoy seguro de algo y es que entre más tiempo estemos sobre la faz de la Tierra y cuanto más se esmere el sistema y la sociedad en obligarnos a producir y producir capital; las sociedades de consumo volverán
indiscutiblemente a acudir a aquellas humanidades, que con rígida vos interpelará mi docente, a aquellas palabras que otorgaría aquel anciano.

Llegué a casa, con más dudas que certezas, mirando al piso, no he dormido muy desde aquel día, divago cada cierto tiempo en mi cabeza, 2:36 a. m. Terminé este texto con el afán de esencialmente como las ciencias humanas entregarlo y debatirlo, así se arman los acuerdos, así se establecen sociedades, así se crean culturas, así…es como saldremos del escollo.

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