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Wsneider Cano Montoya 

Licenciado en Filosofía de la Universidad Católica Luis Amigo, Medellín. 

Evento
“Las humanidades en…”

Las humanidades en tiempos de duda o cómo resurgir desde la palabra

Es suficientemente claro el sentimiento que desprenden los días que corren: la duda. Hoy la humanidad ve como todo el orden social, entendido este como el tranquilo discurrir de los acontecimientos cotidianos, se va poco menos que al traste. Ya de por sí para la humanidad, el hecho de ver alterado el dominio que, desde su natural ego, cree tener sobre el mundo, la lleva a refugiarse instintivamente en el miedo.
Que una u otra persona sienta miedo, es normal; pero que todo el conglomerado de seres humanos, sin distinción de ningún tipo, sienta miedo a la vez y por la misma causa, es ya un fenómeno determinante para la historia de esa especie que se dice racional.

La causa de dicho miedo es la expansión del ya conocido virus. Este hecho ha provocado tal desconcierto en el mundo, que cada nación, instada por el terror, se ha refugiado en sí misma, suceso poco probable en los tiempos que corrían previos al infortunado acecho de la naturaleza. Pero no solo las naciones se retraen en sí mismas; este fenómeno se hace más evidente, si se quiere, en cada persona. Sea esto por el miedo que provoca el contagio, o por decisiones gubernamentales, cada uno de los seres humanos se ha visto en la necesidad de volver el rostro a sí mismo, provocando el nacimiento de la duda frente al mundo y su funcionamiento, hacia sus ideas políticas y posturas frente a la fe que profesa.
Cuando el sistema general que sostiene las condiciones de la vida humana se viene abajo, lo más sensato es preguntarse: ¿podremos salir de esta situación? De este interrogante que se desprende naturalmente de lo que está pasando, daré una respuesta como alguien que hace frente a la vida desde el panorama que pone en evidencia el mundo del pensamiento, es decir, desde el lente de las ciencias humanas.

Para intentar dar una solución que abarque en general las humanidades, me serviré de un término griego: λεγειν. Este puede ser traducido como “nombrar”. Toma más relevancia siendo griego, porque las raíces del conocimiento occidental surgieron allí, en ese suelo a la vez racional y mítico.
Ahora bien, el nombrar no es más que dar sentido por medio de palabras. En esto, las ciencias humanas despliegan todo su valor, porque nombran, dan sentido a todo lo que respecta al ser humano en su esencialidad, a saber: desde lo subjetivo (el yo), lo social, lo histórico y lo intelectual (ideas). Sin embargo, y haciendo una inevitable comparación, el momento delicado que atraviesa hoy la humanidad, está siendo nombrado casi exclusivamente desde el punto de vista económico y su derivado político (politiquería, para que se entienda). Es evidente que el momento coyuntural no puede desligarse de los puntos de vista mencionados, pero es mucho más que meras estadísticas económicas y, lastimosamente, mortuorias.
De acuerdo a lo que está sucediendo, las personas merecen otros discursos, merecen otras opciones que les permita hacer frente al hecho crucial por el cual estamos pasando. Esos discursos son los de las humanidades. Pero no es fácil que las personas, encerradas en sus hogares y sumidos en el desconcierto, que día a día ven, leen y escuchan las famosas estadísticas, entiendan que existen otras vías para intentar comprender lo que está pasando.
La masa humana siente miedo, le sobrepasa la duda, porque están nombrando la situación con palabras que les brindan los medios de difusión masiva, y estos entienden, en general, lo que pasa como un problema de muertos y de dinero.

Siendo las cosas así, los que hacemos parte por profesión, por pasión o por ambas, del campo de las ciencias humanas, estamos en la obligación moral de aportar otras posibilidades para la comprensión de lo que hoy nos atañe. Por dar algunos ejemplos, el psicólogo está en la capacidad de pensar cómo el encierro fortuito genera grandes niveles de ansiedad, y cómo aportar herramientas para combatir el problema; el sociólogo debe entrar a comprender y transmitir qué impacto tendrá un evento como este en el desarrollo futuro de la comunidad humana; el historiador aportará dando cuenta de hechos similares que afectaron a la humanidad en tiempos pasados, y cómo esto supo dejar consecuencias hasta hoy padecidas; el filósofo, el poeta y el literato, con su don de palabra, aportarán provocando reflexiones profundas, que conduzcan a las personas a apropiarse de lo que pasa, generando pensamiento crítico y no dependiendo en todo momento del noticiero.

Si bien decirlo (o escribirlo) es más fácil que hacerlo, hay algo que motiva e invita a que estas cosas se piensen, y son las instituciones, grupos y sociedades que, a pesar de los inconvenientes, lanzan concursos literarios, números especiales de revistas, y otros espacios (como este) que desean dar la oportunidad de escribir y reflexionar sobre lo que hoy es una circunstancia especial. Desde que existan personas que desean nombrar los hechos de otras formas, con otras variantes, existe la tan anhelada posibilidad de transformar el mundo.

Sí, suena a utopía, pero las grandes utopías fueron escritas o pensadas desde las palabras, y es la misma herramienta que nosotros podemos usar. Nombremos esto que pasa, esto que nos pone frente a situaciones límite de muchas formas, para que construyamos lo que viene desde lo múltiple y no desde lo unitario.
Para terminar, no queda más que decir, para quien pueda leer estas líneas, que si a este momento crucial lo nombramos como un apocalipsis, será, sin duda, el apocalipsis. Queda en manos de las ciencias humanas, aportar esos saberes, esas palabras que configurarán aquello que, de una u otra forma, será nombrado.

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