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Nicolás Orozco M. 

Columnista RHI

Evento
“Las humanidades en…”

Las humanidades en las instituciones sociales

¿Alguna vez han escuchado la típica conversación sobre la labor social de la filosofía? Es muy curioso que siempre que se genera esta conversación fuera de un circulo académico o entre filósofos, se llegue a afirmaciones tan tajantes como “son pensadores de lo que no es real”,  “personas que no tienen nada que hacer más que cuestionar cosas todo el tiempo” incluso una vez escuché esta “personas sin nada que hacer en la vida, sin un futuro y una cadena de vagos”.

Todas estas afirmaciones me parecen sumamente problemáticas en muchas instancias ya que están fundadas en lo que se ha vendido sobre la filosofía en las últimas décadas o por su falta de contacto con ellas. Las humanidades son fuente de grandes críticas y de prejuicios que en muchos casos son completamente injustificados.

¿Cuál es la labor social de la filosofía? Este es el tema que me propongo tratar en esta columna apelando a evaluar varios de los prejuicios sociales que se tienen sobre las humanidades y, más específicamente, sobre la filosofía ya que es un campo en el que he evidenciado empíricamente los contrastes de muchos de estos prejuicios y su labor.

Las instituciones sociales sirven como medio de expansión cultural frente a las creencias del momento. Es por eso que muchas de estas instituciones como universidades, las ciencias, colegios, medios publicitarios, la política, entre otros, son fuente de divulgación de creencias. Cada cultura tiene su propio abanico de creencias que se pueden compartir o distancias de otras; en este caso, decir la palabra Colombia es decir un país que viene con una fuerte tradición conservadora donde el conocimiento es visto como un mal para la sociedad. El arraigo de esta creencia puede referenciarse a 3 rasgos particulares: 1) la pereza tan grande que Colombia ha tenido por la lectura y por pensar; 2) el arraigo de pensamiento tradicionalista y fanático proveniente de iglesias en exceso conservadoras; y 3) por el miedo que tienen las ideas a niveles políticos.

Todo lo anterior ha arraigado un miedo en Colombia sobre lo que se conoce como conocimiento y con el paso del tiempo se ha desplegado en la cultura haciendo que varias instituciones sociales tomen estas percepciones y las entreguen a sus miembros. No solo es así en Colombia, sino en gran parte de América y del mundo, solo basta con ver algunas noticias y a algunos exponentes de ciertas instituciones para percatarnos de esto. Leer el texto de Martha Nussbaum Sin fines de lucro nos esclarecería este pensamiento tan solo con leer el prólogo llamado La crisis silenciosa pues usa grandes ejemplos de la sociedad para evidenciar esta problemática. Otro factor que podemos mencionar es simplemente el hecho de ver cuántos estudiantes de filosofía hay en comparación con otra área como administración de empresas o con alguna ingeniería ¿pero por qué pasa esto? Simplemente nos bastaría con preguntarle a un estudiante de administración o de ingeniería la razón por la que estudia esa carrera y habrá una alta probabilidad de que responda algo parecido a esto “porque puedo aplicarla y tengo un mejor abanico de opciones laborales”. Eso ya nos muestra un poco de la forma de pensar de una mayoría social la cual está amarrada a un pensamiento de producción económica como primera fuente necesaria para ser una persona en el mundo.

¿Pero entonces para qué sirve la filosofía? Yo me atrevería a decir que para todo, pero me remontaré a Max Horkheimer para que nos de su definición en su libro Teoría Crítica al decir “la labor social de la filosofía es criticar los establecido”. Antes de seguir quiero explicar un poco este concepto de crítica ya que no es tomado en el sentido negativo teleológicamente hablando, sino criticar lo establecido para ver dónde están los errores de la sociedad y por donde podemos tratarlos. También quiero aprovechar este párrafo aclaratorio para dirigirme brevemente al lector: hasta aquí mi escritura ha sido apasionada, casi que podría tomarse como un regaño –o pues así me lo imagino cada vez que leo hasta este punto– quiero disculparme si ha encontrado mi escritura un tanto árida y profana pero debo decirle que lo que he escrito ha sido a modo de mostrar algunas premisas antes de entrar a evaluar un poco más a profundidad estos temas tan necesarios como importantes.

A partir de ahora expondré diferentes formas donde la filosofía cumple este papel de crítica en la sociedad. ¿Se han preguntado cómo es que la ciencia llego a ser ciencia al calibre que ahora tiene? O ¿Alguna vez han intentado pensar por qué es que la política generalmente no funciona? Pues si no lo han hecho les responderé que gran parte es por la falta de las humanidades y a la filosofía.

La ciencia: la ciencia en la actualidad goza de una fuerza social increíble constituida como fuente de conocimiento válido en todos los sentidos de la palabra –si la ciencia lo dice entonces así es– pero preguntaría ¿si la ciencia fuera acertada en cada punto porque teorías caen y nuevas surgen? Eso dice que las ciencias son precisas por una cierta cantidad de tiempo hasta que llegue otra que la destrone (una explicación  muy interesante para entender esto podría encontrarse en la lectura de Estructura de las revoluciones científicas del filósofo de la ciencia Thomas Kuhn). Pero estas ciencias no podrían haber llegado a ser lo que son sin el aporte de los estudios filosóficos de algunas épocas: por ejemplo, entender que a mediados de 1700 se pensaba que todo conocimiento científico venia gracias a Dios, el alma y el mundo. Fue hasta que llegó Kant y su Crítica de la Razón Pura cuando se vio en la necesidad de criticar a la misma razón para decirle que todo conocimiento científico no venía de Dios, del alma y del mundo sino de unas intuiciones puras (a priori); esto tuvo un impacto tan fuerte que incluso esas intuiciones puras de Kant se ven radiantemente en uno de sus lectores más fervientes, Einstein y su teoría de la relatividad general.

Otro caso que se podría mencionar es el de Carl Popper quien, parafraseando, le dijo a la ciencia que su mayor error estaba en buscar comprobar sus teorías. Popper, como filósofo de la ciencia, encontró un punto muy valioso para instruir a las ciencias sobre los métodos de confirmación de sus supuestos. Él no pensaba que una teoría sería fuerte si solo se buscaba comprobarla, sino que pensaba que una teoría era más fuerte que otras mientras se buscara refutarla y más intentos de refutación soportara. Un ejemplo puede ser este: un científico busca comprobar que todos los cisnes son blancos, entonces si ese es su propósito buscará que todos los cisnes sean blancos; el problema caerá en si encuentra un solo cisne que no sea de ese color. Si se busca refutar con anterioridad encontrará que puede haber cisnes de otros colores y su teoría puede 1) ahorrarse muchos procedimientos y 2) podría enfocar su teoría hacia otro lado o buscar cómo llegar a otro resultado.

La ciencia tiene el gran problema que entra a ser como una religión en cuanto a su ego por creer que sus teorías son 100% válidas y certeras. Muchas veces entender que no es así es una gran desilusión pero nos permite ver otros factores cruciales de la institución científica como un medio social. Es ahí donde la sociología ha dado grandes avances al mostrar a la ciencia como pilar de creencias sociales pero que no son completamente verídicas (David Bloor y Bruno Latour los exponen muy bien en sus libros Conocimiento e imaginario social y en La esperanza de Pandora). Basta leer un poco de sociología, antropología y filosofía para ver los inconvenientes de las ciencias y de las creencias que han creado en la sociedad (resaltaría a John Dewey, Paul Feyerabend, Irme Lakatos, Ian Hacking, Wilhem Dildey, Carl Popper y a Thomas Kuhn).

Los aportes de la ciencia son increíbles y han logrado grandes aciertos en los último tiempos pero se erra en pensar que su conocimiento en completamente válido y universal. No debemos olvidar que gran parte del resurgir de la ciencia en la edad moderna fue condicionado a ir de la mano de la filosofía.

 

La política: se supone que la política en la mayoría de los países del mundo es la voz del pueblo en un sistema democrático donde se pueden debatir los temas y dar soluciones a diferentes problemáticas del país. Un ideal utópico viendo varios políticos. La política muchas veces se divide por sectores ideológicos donde una plenaria del senado puede resultar es en una pelea de insultos y de polémicas en redes sociales.

Hace varios meses escribí una columna enfocándome mucho más en este tema llamada La Filosofía en la Actualidad donde podrán profundizar a mejor manera en este tema. Por ahora diré que los integrantes de la política son personajes controversiales en sus discursos ya que recurren al sofismo para denominar “argumentos”. Es muy curioso ver como eso funciona ya que si uno aprendiera un poco de lógica formal o, ni siquiera eso, solo con aprender sobre las falacias (discursos o afirmaciones persuasivas que pasan como argumentos sin serlo realmente) para darse cuenta que en una plenaria de senado, un discurso presidencial o cualquier otra área de la política está cargada de falacias por todo lado.

Los discursos son convincentes, llaman la atención y crean entusiasmos sociales, pero la cruda verdad es que no son argumentos pese a que utilicen constantemente la afirmación “mi argumento es…”. Podemos ver como el sofismo de la política es tan convincente con un simple estudio por las elecciones: muy rara vez he encontrado una propuesta donde me digan cómo es que llevarán a cabo sus propuestas; el típico cliché de “yo haré” decae cuando se le pregunta el método de ejecución e inclusive, si llegan a darlo se puede evidenciar que sus datos están mal fundamentados. Me acuerdo mucho en las elecciones de alcalde en Bogotá en el 2019 se le preguntó a los candidatos sobre cómo manejarían la seguridad y me acuerdo que la respuesta de muchos fue algo como “daremos más dinero para la educación policial y tener un mayor número de policías abarcando el territorio”. Esa afirmación es muy linda a primera vista pero ¿acaso se preguntó cuánto dinero consumiría esa acción? Pues una breve indagación mostraba que el presupuesto no alcanzaba para las cantidades policiales que planteaban. El que quiera puede hacer esa indagación donde encontrará lo que he descrito, no postulo los datos dado que haría de esta columna más extensa de lo que ya es.

En conclusión sobre el tema de la política solo quiero decir que las humanidades y la filosofía sirven para poder evaluar de mejor forma los discursos de los personajes “representantes de la política” y ver hasta qué grado tienen validez o falsedad sus afirmaciones.

Podría seguir con ejemplificaciones sobre cómo es que las humanidades están desde los callejones más pequeños hasta las carreteras más grandes de la sociedad. En una palabra, las humanidades son el componente primario de la sociedad. La cuestión es que muchas instituciones las alejan por pensar que las humanidades son un campo meramente académico; es paradójico porque si analizamos un poco sobre el inicio de las humanidades nos daríamos cuenta que estas no nacieron en la academia, la academia fue el resguardo que encontraron por los prejuicios difundidos en lo social. ¿Qué son las humanidades? La base de cualquier institución social bien planteada. 

¿Cómo referenciar?
Orozco Muriel, Nicolás. “Las humanidades en las instituciones sociales” Revista Horizonte Independiente (Las humanidades en…). Ed. Friedrich Stefan Kling. 17 jun. 2020. Web. FECHA DE ACCESO. 

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