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Daniel Steven Carvajal Ceballos

Miembro del Comité Editorial de la Revista Vertientes

Ciclo II de “Las humanidades en…”

Las humanidades en el ámbito cultural. Una invitación a caminar despacio

Si quisiéramos describir el estilo de vida de un ciudadano promedio en la era contemporánea que nos atañe, seguramente no costaría mucho pensar en la rutina diaria a la que nos hemos acostumbrado, y que día a día, de sol a sol, seguimos procurando no salirnos ni un solo momento de ella ya que esto podría desestabilizar la forma en que buscamos la anhelada felicidad y el éxito que la publicidad y los programas de televisión nos sugieren perseguir. Levantarnos muy temprano en la mañana, dirigirnos a nuestro trabajo que, si bien no es lo que soñamos como nuestro trabajo ideal, nos brinda los ingresos económicos suficientes para satisfacer nuestras necesidades básicas y mantener el estilo de vida que siempre quisimos o que al menos desde muy pequeños nos dijeron que así debía ser. Luego, volvemos casi en la noche a descansar, si es que se tiene un empleo con horario satisfactorio, y finalmente postrarnos ante la pantalla del televisor a observar qué es lo que está de moda y donde nos ubican la tan soñada felicidad del siglo XXI, sin detenernos por un segundo a pensar si en verdad eso que hago y lo que nos ofrecen es lo que quiero, lo que deseo.

Vivimos en una actualidad donde todo nuestro alrededor nos dice qué es lo que debemos buscar y pretender para sentir que estamos progresando en nuestra existencia; por todas partes observamos anuncios que nos impulsan constantemente a buscar nuestras metas e ideales, trabajando constantemente y esforzándonos por conseguir todo lo que la sociedad nos ofrece porque claro está: “la vida es muy corta”, y hemos dejado de vernos como seres humanos. Ya lo expresa el filósofo coreano Byung Chul Han cuando en palabras similares dice que nos hemos convertido en un proyecto que debe realizarse, y en el caso de fracasar solo nos queda la depresión y la profunda tristeza por no alcanzar aquel mundo de posibilidades, aquel mundo de satisfacción que nos brinda la sociedad contemporánea.

Esta sociedad, tal como lo expresa el pensador mencionado, está cargada de positividad y su lema principal es el rendimiento, todo lo que suponga un cuestionamiento o ralentizamiento en nuestro proceso de realización es considerado sumamente perjudicial, donde ya no somos esclavos de un gran hermano que nos vigila constantemente y nos dice qué debemos hacer, sino que, por el contrario, ahora somos esclavos de nuestra propia exigencia constante. Es preciso decir que, este modo de vida actual que por todas partes nos muestra el gran abanico de posibilidades que tenemos por explorar, termina generando sujetos de simple rendimiento tan agotados y deprimidos como los que ofrece y que sin darnos cuenta somos explotados por tan detestables paradigmas. Paralelamente a esta tragedia en la que se ve inmerso todo el ser humano, parece que la cura a esta enfermedad va desapareciendo más de nuestras mentes y de nuestro ámbito cultural. Las humanidades, por otra parte, representan aquello que la sociedad del rendimiento menosprecia y desecha si bien no es interés de las ciencias humanas el alcance rápido de objetivos lucrativos, sino que, por el contrario, son la invitación a caminar despacio, esto es, a reflexionar que verdaderamente nunca hemos dejado de ser seres sensibles pues aún conservamos una necesidad inmensa de introspección y de examen acerca de lo que en realidad queremos y pretendemos en nuestra existencia.

Es papel de las humanidades indagar aquel aspecto del hombre que no se puede cuantificar, calcular o predecir por medio de operaciones matemáticas-lógicas. Las humanidades mismas nos invitan a detenernos en nuestra carrera por alcanzar el éxito y nos hacen contemplar la belleza de lo que el hombre puede llegar a hacer, sin pretender alcanzar un fin último; en la lectura paciente de los más elaborados escritos, en las investigaciones más profundas de nuestra variedad de culturas, en el viaje interminable hacia el pasado de nuestra historia, el hombre está obligado a pensarse ya que como hemos escuchado en algunas ocasiones “aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla”. Por ello, lo impropio de las humanidades es tomarse las cosas a la ligera y, por esto mismo, carece de compatibilidad con aquello que nos propone la sociedad de hoy. Desde muy jóvenes observamos aquellos slogans que promulgan que la juventud es aquella etapa de la vida donde debemos disfrutar al máximo y ser felices porque la adultez no es tan maravillosa, no obstante, no nos permiten preguntarnos por el qué es lo que deseamos, sino que por el contrario, nos brindan modelos de felicidad que no hemos escogido. Así pues, creemos que actuamos en libertad tomando cada uno de esos modelos, modelos que dan una sociedad del goce ahora y pague después.

A la par que todo este drama transcurre, el hombre se vuelve más solitario y se encierra más en sí mismo, pues aquella compañía que no sea útil para sus objetivos no es necesaria y sí desechable. Poco a poco el hombre contemporáneo se sumerge en la depresión y en la soledad creyendo que cada día se encuentra más cerca de su felicidad. Allí lo único que encontramos es el gran daño que nos ha hecho el olvido de nuestra humanidad y de las prácticas racionales que se encargan de investigarla. En efecto, las ciencias humanas nos acercan a los demás, a pensar en el otro, suponen un contacto con ese semejante en medio de su incomprensibilidad y a su vez nos invita a parar de correr por un segundo y sentarnos a reflexionar con nosotros mismos. Por esta razón, las ciencias humanas no deben perder protagonismo en la vida del hombre si bien su cultivo en el sujeto de la sociedad actual podría liberarlo del yugo que él mismo se ha puesto; es más, las humanidades nos ofrecen la capacidad de observar la vida con un poco más de tranquilidad.

¿Cómo referenciar?
Daniel Carvajal. “Las humanidades en el ámbito cultural. Una invitación a caminar despacio” Revista Horizonte Independiente (Las humanidades en…).
Ed. Stefan Kling, 3 jul. 2020. web. FECHA DE ACCESO

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