Alojado en la mitad de la noche se pregunta ¿dónde está el triste?
Mientras tanto el triste se escurre por las esquinas de la ciudad esquivando cada farola y cada estrella, va sin prisa, pero con huida.
Con picardía la luna le sonríe desde arriba, y como si le hubiese disparado desde allí, el triste se aprieta ambas manos contra el pecho, como tratando de retener sangre que escapa de su cuerpo. Pero es solo tristeza, un puñado grande de tristeza.
El triste camina como puede entre los aires fríos y naranjas de las noches bogotanas, los bichos rojos, los bichos verdes, los bichos amarillos y los bichos azules le atormentan con pitidos altos y largos, altos y constantes, altos y con un montón de lucecitas insoportables.
El triste se acerca a uno de los sujetos raros del semáforo que se fuma un cigarro azul y le pide un poco; alojado en la mitad del conticinio se responde: “allí está el triste pero ¿qué hace?”
Mientras tanto el triste se fuma la noche, se fuma unas babitas vagabundas, se fuma todos los bichos y los pitidos y las lucecitas, y en su garganta comienza un universo a construirse, con sabores a autopista, a frio, a gasolina y a sangre; tal vez solo son un montón de lagrimitas que se niegan a escapar, tal vez es la tristeza construyéndose un nido con un montón de palabritas falsas y torpes.
Sigue el triste con su camino, sigue el triste huyendo de la luna que lo hiere, sigue el triste huyendo de las lucecitas insoportables y los pitidos altos y constantes; sigue el triste conteniendo lagrimas por una carretera difusa y cae de rodillas, arroja sus botas sobre los cables de la luz y extiende su camisa sobre el asfalto “para que sepan que aquí estuvo el triste”. Una lucecita se acerca hacia su rostro, otra lucecita se acerca hacia su pecho, más lucecitas se aproximan a su cuerpo; alojado en la mitad del antelucano dice para sí mismo, “así que eso hace” y entonces el triste se vuelve y le dice a la luna que ya no puede lastimarlo y deja que sus lagrimitas caigan hasta sus pies descalzos, y entonces se deja atravesar por las lucecitas amarillas que se aproximan, se deja atravesar el triste.
¿Cómo referenciar?
Martin´s, Amarilla. “La noche con el triste” Revista Horizonte Independiente (columna literaria). Ed. Nicolás Orozco M., 06 sept. 2020. Web. FECHA DE ACCESO.
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