La (in)finitud de la vida

A mis amigos

Hoy, mientras contemplo el paso de los años, hago un alto en el camino e intento recordar tantas experiencias y anécdotas que se diluyen con el esfuerzo de la memoria, muy parecido a lo que enuncia la canción Reminiscencias interpretada por Julio Jaramillo, dicen que con el tiempo los recuerdos se esfuman.

El literato argentino Jorge Luis Borges escribió al final del poema Límites, que, al cumplir cincuenta años, la muerte lo desgasta, incesante. Si hubiera dimensionado a través de una epifanía todo lo que he vivido y he dejado de vivir, no lo creería y me cuestionaría si he tenido una vida letárgica o sosegada.

La vida se convierte en un conjunto de aflicciones que intentamos justificar con el haber nacido; por eso, el paso de los años es una reclamación ante la muerte por la insensatez de ser conscientes al respirar. El director, guionaste y actor estadounidense Woody Allen mencionaba a través de su personaje Gil Pender en la película Medianoche en París, que el presente es un poco insatisfactorio, porque la vida es un poco insatisfactoria. Dichosos años noventa sin tantos neologismos y superlativos salvajes donde la levedad de la vida era configurada por la sensación absurda de que el tiempo no era vertiginoso.

Después de tantas vivencias anacrónicas y despedidas profanadas, la sensación de vivir es más intranquila, porque los segundos no se despliegan alrededor de la creencia estulta de que el pasar de los años es una invitación para experimentar lo que en la infancia no podemos, ahora vivir es refugiarnos en la calma que impone la soledad y en la comodidad que decreta la estabilidad. Ya lo dictaba la escritora argentina Alfonsina Storni en su poema Retrato de un muchacho que se llama Sigifredo, tenemos un deseo: morir y una esperanza: no morir, esa podría ser la dicotomía en la que trascurren nuestros años, pero, al contrario.

Cuando Gabriel García Márquez escribía el prólogo de Doce cuentos peregrinos, relataba que los doce cuentos fueron escritos en un lapso de dieciocho años y que la primera idea que se le ocurrió fue a propósito de un sueño en el que él asistía a su propio funeral con sus amigos, quienes estaban dichosos del reencuentro de tantos años; al final de la ceremonia todos empezaron a irse y él quiso acompañarlos, a lo que uno de ellos le hizo caer en cuenta que era el único que no se podía ir. García Márquez comprendió que morir es nunca más estar con los amigos y ahora pienso que cuando celebramos la vida a través del ritual de la amistad o el amor, lo hacemos para eternizar los momentos al lado de los amigos y la familia.

El paso de los años se ha convertido en un balance de mi vida, donde los prejuicios se transforman en dogmas y las palabras se reducen en silencios. El escritor y poeta estadounidense Walt Whitman enunció en su poema Canto de mí mismo que la edad no solo se proclama a sí misma, sino a las anteriores y venideras, eso somos, un conjunto de reminiscencias y prescripciones. Dejamos de idealizar la juventud cuando nos exhibimos ante la diatriba que asigna el tiempo de manera arbitraria sobre nuestras vidas. A quienes nos pasa el tiempo la desazón de la incertidumbre se repite como una sensación nostálgica atiborrada de melodías injuriosas y secretos agraviantes.

A través de los años las amistades duraderas se diluyen en olvido y las personas que quisimos y les juramos amor eterno, ya no existen, somos un conjunto de promesas quebrantadas y afectos compasivos. Para muchos esta es la edad de equivocarse con decencia y de tomar decisiones que determinarán los años por venir, esto me resuena a un fragmento de la letra Yesterday de The Beatles, donde se manifiesta que los problemas se veían tan lejanos y ahora están aquí para quedarse.

La vida no tiene etiquetas de advertencia, pero, aun así, le reclamamos constantemente por todos los sufrimientos que nos hace pasar, sin pensar en las indulgencias que también no ha permitido obtener. William Blake, escribió en su poema Sobre el pesar ajeno, que quien brinda a todos su alegría, se vuelve un niño pequeño, creería que resistir a los años es nunca perder esa alegría que nos vuelve párvulos por santiamenes.

Entre más pasan los años, más hago un reclamo a la lentitud, a los minutos en pausa, al goce de los instantes, aunque por más que se intente, la rapidez, la prontitud y el dinamismo son lo que nos impone la cotidianidad. En oportunidades nos convertimos en lo que describió el colombiano Andrés Caicedo en la carta de despedida para su madre, un anacronismo, un sinsentido, una ambigüedad ante el mundo, aunque se podría decir que ésa es lucha constante: resignificar la vida, celebrándola todo el tiempo, esculpiendo los recuerdos como una oportunidad de resistencia ante el olvido del milagro que es nacer.

Pero qué da, aquí estamos muchos años después, con el asombro marchitado y delicadamente perturbados, así que, sigamos viviendo y narrando la vida como una novela idílica en la que al final, por más sucesos adversos, tenemos a quien abrazar al final del día.

Como señalaría el escritor venezolano Eugenio Montejo en el poema Mientras gire la tierra, que cada minuto nos asombre este frágil milagro de estar vivos, a veces detenernos a pensar sobre la vida, nos quita tiempo para vivirla, porque ojalá, no acabemos nuestras vidas en medio de la desolación que podría conllevar la vejez, así como lo expresa el cuadro del pintor neerlandés Vincent Van Gogh que plasma a un anciano cansado y presa de la angustia y la desesperación y, más bien, vivamos la vida como una suerte de recuerdos inmortalizados que reivindicamos al despertar cada mañana.

 

Referencias 

Referencias bibliográficas

Blake, William. Canciones de Inocencia y de Experiencia. Ediciones Catedra.

Borges, Jorge Luis. Limites. Emecé.

Caicedo, Andrés. Mi cuerpo es una celda. La otra orilla.

Márquez, Gabriel García. Doce Cuentos Peregrinos. Editorial Oveja Negra.

Montejo, Eugenio. Obra completa: I poesía. Pre-Textos.

Storni, Alfonsina. Antología poética. Colección Austral.

Whitman, Walt. Hojas de Hierba. Editorial Palabra Menor.

Referencia cinematográfica

Woody Allen (director y guionista). Medianoche en París.

Referencia musical

Julio Jaramillo. Reminiscencias.

The Beatles. Yesterday.

Referencia de obra de arte

Vincent van Gogh. Anciano en pena.

¿Cómo referenciar?
López-Guzmán, Jorge Alberto. “La (in)finitud de la vidaRevista Horizonte Independiente (Columna Literaria). Ed. Brayan D. Solarte, 27 sept. 2023. Web. FECHA DEACCESO. 

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