Columnista RHI
Vol. 1 C. 2
En la actualidad se presentan algunos aspectos que tienden a marcar el camino de un Estado o nación; estos aspectos son la política, la ciencia y la innovación. En el caso preciso de la política en Colombia he detectado algunas irregularidades en el uso de lo que llaman “argumentos” en múltiples discursos, debates o propuestas políticas. En esta columna me concentraré en mostrar la utilidad que tiene la filosofía en este campo tan determinante para la sociedad como es la política. Pero el propósito convexo lo formulo de tal forma que comprenda la necesidad de hablar de filosofía ya que en Colombia es un tema que está pasando a un segundo plano y ha sido replanteado en algunas de las instancias académicas básicas. O por decirlo, se ha olvidado para qué sirve.
La filosofía a lo largo de la historia se ha preocupado por la estructura de los argumentos y de su manera lógica de usarlos. En este proceso se llegó a determinar que la lógica formal daba ayuda a la construcción de los argumentos para evaluar su validez. Muchos de los procedimientos que usa la lógica formal aportan al campo de la argumentación, evaluando el uso de enunciados o argumentos desde su parte más simple hasta las conclusiones. Las herramientas a la disposición de la lógica van desde el uso de la lógica aristotélica hasta la deducción natural de los argumentos, creando un gran sistema de comprobación para los discursos.
Ahora, tal como la lógica formal constituye parte del examen de la argumentación, también nos proporciona una gran idea de los artilugios que se manifiestan como falta de argumentación. Los errores más comunes para la falta de una argumentación lógica se dan cuando se detecta una contradicción (es cuando se da un cierto estilo de incompatibilidad entre dos premisas que alteran la conclusión. Ej: veo pero no veo. La contradicción enmarca una falsedad en cualquier caso). La lógica de una contradicción indica prácticamente que el argumento es inválido y que la proposición es falsa. En algunos casos descubrir una contradicción en las proposiciones de un discurso puede llegar a ser un tema difícil, pero para esto existen algunos métodos lógicos como el ejercicio de una reducción al absurdo.
Podemos ver que la lógica nos puede indicar un examen de la argumentación de un discurso basado en proposiciones. Pero hay un tema aún más complicado en el trato con el argumentar: el uso el falacias en un discurso. Las falacias constituyen un sistema de ruptura con la argumentación disfrazándose de argumentos o de ideas con sentido. Por decirlo, las falacias pueden alterar el rumbo de un debate sacándolo de su propósito y pueden llegar hasta a crear un espacio en el que se supone que se mantiene el debate o discurso pero en realidad este ya ha terminado.
En este momento es muy fácil proponerse la labor de colocar en Internet un vídeo sobre alguna plenaria en el Senado Colombiano y ver múltiples discursos o debates que se presentan en ese recinto. Me resulta muy preocupante que al hacer este ejercicio me encuentro en la situación donde la mayoría de los discursos contienen el uso de falacias y contradicciones descaradamente a la vista. La preocupación incrementa cuando se genera un debate político entre dos personas de partidos opuestos donde veo que su defensa a sus ideologías va muy de la mano con la falacia naturalista y que el ataque al otro ponente se enfoca en usar la falacia ad hominem. Estas dos falacias consisten en una herramienta muy común en política de defender y atacar. La defensa, como mencioné, consiste en el uso de la falacia naturalista (que en este punto concreto se entiende de modo que se da por sentado que las cosas tienen un sentido natural, lo que implica que no se puede continuar el debate pues este tiene el carácter de ser tal y como se presenta. Ej: “el aborto es una condición negativa porque “Dios” nos creó de modo que sea la conformación entre hombre y mujer”. Este ejemplo no permite la entrada a discusiones cerrando el debate y creando una repelencia hacía otras posiciones que pueden si estar en el uso de la argumentación sin falacias. Se cierra el debate ya que ¿cómo contradecir algo que ni se puede entender certeramente?).
El ataque en los debates políticos, muchas veces, se concentra en el uso de la falacia ad hominem (esta implica que se ataca a la persona contraria de manera personal y se deja el tema central del debate a un lado. Ej: si el tema trata sobre el aborto y una persona A dice a una persona B “usted es una persona que en el pasado ha cometido homicidio por eso apoya el aborto”. En este ejemplo vemos como la primera persona olvida los argumentos y sin escrúpulos dirige un ataque directo contra la posición B quien defiende el aborto por unos ideales específicos sin tener nada que ver con el pasado de la misma). Ahora bien, esto es algo que pasa constantemente en la política colombiana. Solo basta con buscar cualquier debate y nos percataremos de esto. Pero el uso de la falacia ad hominem puede llegar a tener un doble sentido ya que al hacer este ataque se muestran errores o cuestiones de la persona atacada lo que hace que pierda imagen publica. Para resumirlo, se podría esperar que el uso de esta falacia se concentre más en la idea de ganancia o de perdida de imagen publica. Aún así es indudable que puede que esto se haga con el fin de llamar la atención social. Lo anterior es preocupante puesto que gran parte de la sociedad colombiana disfruta ver estos debates basados en falacias más que ver el uso correcto de la argumentación en el debate político.
La filosofía, y más específicamente, la lógica formal permiten la entrada al análisis de estos discursos con ciertas calamidades argumentales. Creo importante que se muestren este tipo de áreas como lo son la filosofía y la lógica para evitar seguir confiando y creyendo ciegamente en los argumentos políticos ficticios; para, posiblemente poder llegar a tener un Estado con políticos que honren la idea de lo que es la política y el uso de la argumentación. Ojala esto último que acabo de decir no sea un supuesto utópico.
Considerando toda la columna me propongo dejar tres preguntas abiertas ¿es acaso la política un tema de imagen social o es tema de necesidad de avance desde el uso correcto de la argumentación? ¿la filosofía si es necesaria para el condicionamiento de las promesas de venta política? y ¿son realmente nuestros políticos agentes capacitados para el desempeño de las labores políticas?
¿Cómo referenciar?
Orozco Muriel, Nicolás. “La filosofía en la actualidad” Revista Horizonte Independiente (columna filosófica). Ed. Friedrich Stefan Kling, 30 may. 2020. Web. FECHA DE ACCESO
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