Historia de dos países

“Era el mejor de los tiempos. Era el peor de los tiempos. Era época de sabiduría. Era época de estupidez”

Con esas palabras inicia Charles Dickens una obra que relata el conjunto paradigmático que es la humanidad; una comunidad que se presenta a la vez como capaz y como inepta, tanto brillante como ingenua y tan buena como malévola. Lo dickeniano también opera dentro de un aire paradigmático como un adjetivo que se puede entender o bien como impresionante, cautivador y genial (cuando se refiere a la literatura dickeniana en su forma expresiva), o bien como crítico y trágico (cuando refiere al contenido de la obra dickeniana). En su obra “Historia de dos ciudades”, Dickens desarrolla una novela histórica con una problemática moral que no se tapa la boca para hablar de la culpa, la vergüenza, la redención, el patriotismo y demás componentes de una voz preocupada por el entorno y la justicia social.

En esta obra se presentan dos ciudades como dos mundos aparentemente distintos. Por un lado, una ciudad francesa inmersa en un ambiente de desigualdad social que ha incorporado la violencia, la tristeza y la pobreza en su día a día. Por el otro una ciudad inglesa que parece muy distante de ese descuidado ambiente francés. Luego, poco a poco Dickens va desdibujando esa distancia y esa diferencia entre dos ciudades que en principio se presentan antagónicas, y lo que en principio ilustraba el terreno paradisiaco y el terreno infernal, se analiza y se relata hasta desenmascarar un mismo mundo. En mi opinión este recurso es fabuloso porque no solo demuestra que no estamos desvinculados de aquello que vive nuestra especie en otro lugar del mundo, sino que ilustra cómo esta coexistencia de mundos opuestos, como una suerte de tesis y antítesis, no es más sino el sendero hacia una nueva realidad. De esa colisión de presuntos opuestos, emerge algo nuevo y revolucionario, nuestro devenir, o en un sentido hegeliano, la síntesis.

La intención de la presente columna, además de persuadir a la lectura de la obra de Dickens, es extrapolar esa iniciativa crítica a la realidad colombiana. Realidad de un país lleno de conflictos internos desde sus inicios, en constante polarización. Un país que siempre ha permitido acepciones distintas, para unos es una realidad triste, desoladora y terriblemente cruel y violenta, para otros ha sido una mina de recursos de todo tipo. En un mismo momento se ha vivido lo que llamamos Colombia de formas completamente distintas, ha sido tanto lo peor como lo mejor, es decir que la experiencia Colombia es una experiencia dickeniana. Así lo es porque no solo es un entorno de injusticia social, corrupción y violencia, también es un ambiente de militancia, de campesinos, jóvenes, indígenas y otros rezagados que persisten y resisten. Existe una comunidad trabajadora, participativa y comunitaria y a su vez hay una sociedad parasitaria cuya riqueza y su poder son tan evidentes como sus atropellos hacia el pueblo y su incumplimiento por construir un Estado garante de los Derechos Humanos. Unas de las principales efemérides de Diciembre son el Día Contra la Corrupción y el Día en Conmemoración a los DDHH, 9 y 10 de Diciembre respectivamente. En Colombia no hay festejos, con casos judiciales grosos pendientes, con organismos de control que atentan contra la vida de los que procuran proteger y con la constante desfachatez política del desprestigio al opositor por encima de la cooperación constructiva, resultaría un despropósito celebrar.

Sin embargo, hay una especie de celebración latente. Porque cada día se levantan más voces en torno a esa conversación sobre justicia, sobre nuestros derechos y nuestras responsabilidades y sobre la posibilidad de una mejor sociedad. Es que, así como en la obra de Dickens existen dos ciudades distintas que resultan ser parte conjunta de un mismo mundo, existe en nuestra realidad colombiana la historia de dos países. En otras palabras, tenemos un país embolatado, con el agua hasta el cuello de problemas en todos sus sectores, pero ese mismo país tiene un revulsivo generacional, tiene cada vez más personas augurando y trabajando por un país mejor. “La era de la luz y de las tinieblas” (Dickens) es una y la misma y la historia de dos países es la de Colombia que atrapa en su comunidad tanto el mal como el antídoto.

¿Cómo referenciar?
Kling, Friedrich Stefan. “Historia de dos países” Revista Horizonte Independiente (columna literaria). Ed. Nicolás Orozco M., 16 feb. 2022. Web. FECHA DE ACCESO. 

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