En la serie de Black Mirror[1] se puede analizar cómo se construyen determinados estereotipos de futuros posibles en sus diferentes episodios. Partamos de entender el concepto de estereotipo como: “[…] una forma de conocimiento e identificación que vacila entre lo que siempre está ‘en su lugar’, ya conocido, y algo que debe ser repetido ansiosamente […]” (Bhabha, 2002, p. 91).
Estas construcciones se pueden ver en la serie por la ambientación del lugar como en la mayoría de futuros posibles. Los países más avanzados tecnológicamente son los actualmente llamados de “primer mundo” mientras que otros países son delegados a la periferia. Un ejemplo, podemos ver que en el episodio Odio nacional (tercera temporada) el invento de las abejas y su apogeo tecnológico se desarrolla en Inglaterra, pero cuando el que hackea ese sistema huye a un país suramericano. Este suceso puede ser visto, analógicamente con hechos y obras literarias que poseen grandes similitudes, en el “asalto al tren postal de Glasgow-Londres” en 1963 a kilómetros de distancia de Londres siendo apodado el robo del siglo por su cuidadosa planificación y el gran motín (del cual solo se ha podido recuperar una pequeña parte este hecho se inspiraron para crear una película donde se relata el suceso, el nombre que le pusieron es el mismo al apodo que se le dio al robo).
Se siguen construyendo otredades subordinadas, no solo en el sentido usado en el ejemplo anterior, sino también bajo las siguientes referencias: con la pobreza (la ciencia de matar), con la baja popularidad de alguien (caída en picada), etc. Entonces, esta serie no construye futuros inocentemente porque hay ciertos pensamientos con sus propios intereses que se ponen en práctica y que influyen en nuestros pensamientos del futuro; realiza que pensemos ciertos futuros como imposibles o fantasiosos y, todo esto, mientras sostienen su versión del futuro más apegado a un Gran Hermano orweliano o a una decadencia extrema de la sociedad como futuros más veraces. Todo esto me lleva a preguntar: ¿Pueden existir discursos colonizadores en los episodios de Black Mirror? ¿hay futuros imposibles de realizarse o de ser pensados como posibles? y si los hay, ¿qué tipo de futuros están permitidos?, y también ¿cómo se relaciona estos futuros posibles?
Estos futuros posibles pueden ser vistos desde el planteamiento de las futuridades encabezada por Ezequiel Gatto. Este concepto es relativamente nuevo y trabajado hasta el momento por este pensador rosarino, el cual plantea lo siguiente: “[…] la idea de que el futuro es aquello que está llegando y pensarlo como aquello que quizás ya está en nuestros espacios cotidianos […]” (García, 2016 ,166). Entonces, estas futuridades posibles no solo determinan el futuro que imaginamos, sino el mismo presente en que se piensa y en el que se construye ese futuro; estas prácticas de construcción se pueden ver, por ejemplo, en ciertos discursos empresariales que prometen soluciones más o menos cercanas a lo que hoy es un desastre (García, 2016, 169).
Otro aspecto importante en este concepto es la subordinación del espacio al futuro; esto es, el espacio se conviertiendose en el soporte de una innovación. Una vez incorporada será soporte de otra innovación y este proceso se repite del mismo modo sucesivamente. En otras palabras, queda contemplado dentro de un eterno progreso imparable bajo el lema ‘el progreso por el progreso mismo’ sin importar los sacrificios que se deben cometer para realizarlo y fortaleciendo los dos grandes vástagos de la ilustración: el progreso y el individuo. Así se constituye en la viva imagen de la historia propuesta por Hegel en su Zeitgeist ‒concepto que hace referencia al ‘Espíritu del tiempo’ o el ‘Espíritu absoluto’‒ y oponiéndose naturalmente a la filosofía de la historia propuesta por Walter Benjamin con su Angelus Novus ‒también llamado el ‘Ángel de la Historia’ estando presente en las Tesis de la Historia (1940), en particular dentro de la tesis IX.
Una de las razones por las que sucede de este modo es el siguiente: “[…] en el futuro este espacio no será el mismo, pero no por la mera historicidad, sino porque hay un imperativo social respecto de que no podrá ser el mismo […]” (García, 2016, 172). Este imperativo destruye cualquier concepción de tiempo no lineal; es decir, que ya no pueden existir ciertas miradas al tiempo en la historia en forma de espiral (Giambattista Vigo) o cíclica (ciertas concepciones griegas). Dicho imperativo puede verse reflejado en la serie Black Mirror porque en todos sus episodios muestra un a priori del que el tiempo siempre transcurre en una línea recta (tiempo según Chronos) y jamás se muestra un planteamiento adyacente a excepción del modo de contar los hechos, pero no en el modo en que se dieron. Este análisis nos abre las puertas para repensar la noción de tiempo como Aion, entendido como: “[…] únicamente el pasado y el futuro insisten o subsisten en el tiempo. En lugar de un presente que reabsorbe el pasado y el futuro, un futuro y un pasado que dividen el presente en cada instante […]” (Zourabichvili, 2007, 20). Esto pues siempre estamos pensando un futuro que refleja el presente en el modo de como pensamos lo anterior. Vemos el pasado, pero pocas veces analizamos en el contexto en que estamos viviendo.
El análisis plantea una tensión bastante interesante sobre el espacio y la noción de futuro. Se puede plantear también como una tensión entre un lugar físico, por ejemplo, una ciudad o un banco o cualquier otro ejemplo de esa índole material, y un pensamiento arquetípico de algún devenir posible. En Black Mirror este devenir no sería un devenir puro en sí porque existen determinaciones de lo que puede ocurrir; uno de esos es el a priori de la estructura lineal del tiempo el cual impide al devenir darse libremente en otras estructuras temporales. Este espacio, según podemos ver en la concepción de Gatto, no podría valerse por sí mismo en su autonomía, sino que dependerá de lo que el futuro determine para él tanto en su forma como en su respectiva función. Me parece que no se tiene que dar por hecho este supuesto de subordinación del pensador ya que se podría plantear de este modo: estar ambos conectados o entrelazados, sin que uno se subordine al otro, porque a partir de un espacio determinado se puede llegar a pensar un futuro y un espacio diferente, puede construir otra visión del futuro. Otro de modo de pensar esta problemática podría ser que ambos en realidad son una sola cosa y no dos cosas distintas (como es el pensamiento dicotómico): que es separada en dos partes como una herramienta pedagógica de poder plantear la problemática.
Para finalizar es relevante observar cómo los productores de la ciencia ficción, ya sea en formato de libro o audiovisual, pueden llegar a ser profetas de los nuevos tiempos del porvenir anunciándolo desde nuestros días. La ciencia ficción que trabaja sobre el futuro tiene permitido pensar lo que aún no es, pero que puede llegar a ser; posee un mayor margen para la creatividad y la innovación. No veo interesante comparar si las profecías se cumplen sino, me parece más provechoso cómo se pueden llegar a utilizar: ya sea como un llamado de atención a lo que podría pasar si seguimos por un camino determinado ‒como los desastres naturales al seguir contaminando indiscriminadamente la naturaleza o como ideas de posibles objetos que pueden llegar a crearse. Por ello, las producciones de ficción no deberían ser automáticamente desplazados como géneros inferiores como si fueran solo meros sueños oníricos; antes bien, deberían de ser vistas con un cierto grado de atención y apertura a las posibles utopías no tan utópicas.
Bhabha Homi (2002), “El lugar de la cultura”, Manantial, Buenos Aires.
Deleuze Gilles (1980), “Diálogos Gilles Deleuze y Claire Parnet”, Pre-textos, España.
Deleuze Gilles y Guattari Felix (2004), “Mil mesetas, capitalismo y esquizofrenia”, Pre-textos, España.
García Santiago (2016), “Futuridades en un horizonte sin horizonte”, Volver al futuro 2, Buenos Aires.
Zizek Slavoj (2006), “Lacrimae Rerum, Ensayos sobre cine moderno y ciberespacio”, Debate, España.
Zourabichvili Franois (2007), “El vocabulario de Deleuze”, Atuel, Buenos Aires.
[1] Siendo el significado del nombre ‘espejo negro’, haciendo referencia al reflejo que vemos cuando lo apagamos, “[…] si te quedas mirándolo parece un espejo negro, y hay algo frío y perturbador en ello […]” (Brooker Charlie, cannel 4, 2014).
¿Cómo referenciar?
Pereyra, Santiago. “Futuridades en Black Mirror” Revista Horizonte Independiente (¿Y qué tal si?). Ed. Brayan D. Solarte, 08 feb. 2023. Web. FECHA DE ACCESO.
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