Capturaasas

Frente al muro de la libertad 

«¡Oh! Mira como corren
y bullen y se mueven
y luchan y se agitan
los espermatozoides».

(Silva, 2005, p. 166)

Leyendo hace unos días un poema de José Asunción Silva, llamado Zoospermos, me asaltó de improviso el siguiente interrogante, y ¿qué tal si los espermatozoides fueran conscientes de su porvenir? Pensar en esta posibilidad implica de manera absurda y casi que atrevida presuponer, por ejemplo, que aquella minúscula célula haploide que constituye el gameto masculino, es responsable en cierto porcentaje del ser que se gestará como fruto de la implacable, pero no inevitable fecundación.

Ahora bien, este referente nos convida de una u otra forma a pensar en el origen de esa primera decisión que nos separa del padre y nos catapulta hacia el nuevo ser. Y es que precisamente es aquí, en el proceso de fecundación, donde se vislumbra lo que podemos considerar el primer acto ‘decisivo inconsciente’ que tendremos en una larga cadena de decisiones apresuradas e inconscientes. Pues, a decir verdad, es en esa corta carrera por la vida en la que aquel renacuajo viscoso, obtendrá un boleto de acceso, que le permitirá atravesar el muro hacía la construcción de un nuevo ser, dejando atrás a todos aquellos destinados a su extinción y olvido.

Así, esta primera ‘decisión’ de aquel inconsciente que encuentra frente a sí el primer muro a atravesar (el muro por la vida); implica una confrontación, no sólo con el despertar de un nuevo ser, sino que, a su vez con la libertad en la que va a estar envuelto de manera ineludible hasta el final de sus días, se encontrará frente al último muro a sobrepasar; el muro hacia la inesperada muerte.

No obstante, el hombre al ser portador de la libertad, posee como parte de sí, la llave que da apertura a los diferentes mundos posibles que se materializan en la medida en que sus decisiones consientes e inconscientes se lo permitan; pero, a su vez, carga de igual forma con el peso de la consecuencia del acto realizado, así como de la angustia por el porvenir incierto y azaroso. En consecuencia, podemos afirmar que el hombre se encuentra en una constante tensión entre las dos partes de una misma moneda; por un lado, la posibilidad de realizar lo que a su alcance y deseo se encuentre y por el otro, la inescapable sumisión frente al yugo de las consecuencias derivadas de la decisión tomada.

Prueba de lo anterior, es que, desde el momento mismo en que el hombre se encuentra arrojado a su existencia, se vislumbra ante sí una multiplicidad de caminos y posibilidades que pueden llegar a materializarse, en mayor o menor porcentaje, en escenarios futuros, ligados claramente a la decisión o decisiones que sean tomadas.  Empero, es fácil pensar en esto si de un adulto consciente se trata, pero, si el involucrado es un infante, o peor aún un homocigoto y ¿por qué no?, apoyando nuestro postulado inicial un Zoospermo; ¿qué sucede en estos casos?, ¿acaso aquí no hay libertad, aunque si decisión?, o ¿estaríamos de frente aun determinismo que nos deviene de la naturaleza? La respuesta claramente no salta a la vista, sin embargo, de algo podemos estar seguros y es que en frente tenemos nada más y nada menos que al que, de manera propia, hemos denominado como el muro de la libertad.  

Para comprender lo anterior, es preciso retornar al punto de partida, aquel que denominamos primera decisión, el cual constituirá el pasó imperceptible entre el otro (padre) quién en su acto libre y decisivo, y haciendo uso de su ejército de Zoospermos, fecunda al óvulo; propiedad de otro (madre), quien, a su vez, en su acto libre y decisivo, dispone del escenario para dar inicio a un nuevo yo (hijo). Ahora bien, en medio de este proceso se transmite una gran cantidad de información, como claramente lo han sustentado las teorías sobre los genes; no obstante, es preciso recordar que es sólo un emisario el representante de aquel ejercito enviado en tan ardua tarea, de la que no volverá ninguno; este será el responsable no sólo de la transmisión de la información del padre hacia la madre; sino que a su vez será el portador  de la llave (decisión inicial) que da apertura al paso hacia la vida y a su vez al gran muro de la libertad.

Esta referencia al muro de la libertad me hace recordar el cuento que lleva por nombre el mismo (El muro), del filósofo francés Jean Paul Sartre (1948); en el cual el autor nos muestra una historia en la que cuatro sujetos en víspera de su fusilamiento, se ven confrontados a reflexionar acerca de su propia existencia y de los límites que esta conlleva; de esta forma, en esas páginas cargadas de desesperación y angustia, el filósofo existencialista, nos permite evidenciar la estructura misma de la tensión ad intra de la libertad; pero a su vez nos dibuja aquel muro (el de fusilamiento), como aquello último que nos retiene a la vida, a la libertad y en últimas a la existencia. Dando por sentado, que es precisamente, a portas de cruzar el muro hacia lo desconocido, donde la finitud de la existencia y por ende del individuo se hace presente.

Este muro de la libertad, se constituirá entonces, como aquella barrera de contención contra la que chocan todas las decisiones tomadas y después del cual sólo nos espera el retorno a la inexistencia del ser fecundado; el fin del Zoospermo privilegiado, que dio vida a un ser que libró batallas en medio de su existencia para llegar hasta este punto final, al cual no llegará ni antes ni después, sino sólo en el momento en que es preciso o en el que la sumatoria de sus decisiones le permitan. En ultimas, traspasar el muro nos llevará al camino sin retorno, al sendero de la muerte,

A manera de conclusión, podemos afirmar en primer lugar, que, si bien a ciencia cierta no hay seguridad de que el espermatozoide decida dado que carece de ser, si parece ser el portador de esa primera decisión que constituirá la conformación de ese nuevo ser capaz de decidir, actuar y angustiarse frente a sus decisiones, dando así apertura a la libertad que acompañará al sujeto hasta el último hálito de vida. Como segundo punto, es preciso decir que desde el momento en que el manojo de posibilidades se vislumbra ante el sujeto (nuevo ser), en ese juego inacabado entre la decisión y el porvenir; éste vivirá en una constante tensión entre la decisión y la consecuencia, la cual será permanentemente motivo de su persistente e inevitable angustia hacia lo desconocido. Por último, es pertinente precisar, que en la medida en que se despliega esta red de decisiones fluctuantes, desde la primera hasta la última, estaremos caminando directamente y sin importar el camino, hacia el fin de la existencia, hacía la muerte del ser fecundado; ocasionando de esta forma la pérdida de la facultad de decidir, de actuar, y de ser libre; en otras palabras, acabando frente al muro de la libertad con la existencia de aquel que en su momento se instauró como un nuevo yo.          

Finalmente, podemos afirmar que lo realmente relevante en todo lo dicho anteriormente, es lo que haces en ese periodo de tiempo entre el Zoospermo y la nada, pues será el camino elegido el que proyecte, al genio, al justo, y al buen dirigente; pero a su vez también dará vida, al ignorante, al despiadado y al dictador. Dicho esto, no tenemos de otra más que demostrar a cada instante, que sí somos el espermatozoide que merecía ser libre.

 

Referencias

Sartre, J.P. (1948). El muro. Editorial Losada, S.A.

Silva, J.A. (2005). Antología de poemas. Casa editorial El Tiempo.

¿Cómo referenciar?
Neusa Romero, Leonardo. “Frente al muro de la libertad” Revista Horizonte Independiente (columna filosófica). Ed. Brayan D. Solarte, 24 oct. 2020. Web. FECHA DE ACCESO.

Todas las marcas, los artículos y publicaciones son propiedad de la compañía respectiva o de  Revista Horizonte Independiente  y de  HORIZONTE INDEPENDIENTE SAS
Se prohíbe la reproducción total o parcial de cualquiera de los contenidos que aquí aparecen, así como su traducción a cualquier idioma sin autorización escrita por su titular.