Podrían creer que es por vanidad que siempre me quedo parado por varios minutos al frente del espejo, pero, realmente estoy pensando en cada una de las cicatrices que guardo en mi cuerpo.
En algún momento las consideraba como memorias de batallas inspirado en las historias de guerreros, de héroes donde sus cuerpos llenos de cicatrices significaban pruebas superadas y marcas de su valía. Eso lo pensaba en un momento de mi vida donde justamente esta carecía de propósito y un valor claro donde la mayor meta era dejar un gran recuerdo al momento de mi muerte, algo heroico.
Ahora, frente al espejo, solo logro sentir temor. Encuentro en cada una de estas marcas mi propia vulnerabilidad, el miedo me invade al reconocer que no estoy en paz conmigo aún. Entre más días de vida acumulo más pienso en lo que no he hecho y en aquellos sueños que consideraba cumpliría al estar en este momento.
Al verme al espejo no reconozco al mismo personaje heroico que pensaba ser años atrás; mi percepción cambia y no estoy seguro si ese mismo YO me aceptaría tal cual soy ahora mismo. Inevitablemente mi visión se ha visto afectada por mis vivencias, algunas retratadas en las cicatrices, y por la imagen que los demás tienen de mí. Tal vez hace unos años podrían decir que era alguien sin temor, con confianza y temerario; pero, esa visión cambio y hay apenas rezagos de esos calificativos ‒que justamente a través de esas opiniones he modificado la mirada propia a mi ser.
El espejo se transforma en una pequeña capsula donde puedo observar el tiempo, mi tiempo. Se convirtió en mi ritual para conversar conmigo mismo, aunque esas conversaciones pueden tornarse muchas veces en ver mis nuevos miedos. Me veo mucho tiempo, intento reconocerme, pero, aún no soy capaz de entenderme.
Aunque pudiera parecer un tono melancólico muchas veces, también encuentro imágenes que confirman un anhelo por construir una pequeña huella, siempre comenzando por reconocer que yo soy lo que me da ánimos y quien me los arrebata; soy la sonrisa y el llanto; soy la felicidad en la tristeza y viceversa. En conclusión, soy consciente, ahora, que no estoy compuesto por contradicciones o paradojas por erradicar, soy lo que me compone en cada uno de mis fragmentos y aquello que se ausenta de mí.
Tal vez paso mucho tiempo en el ruido de mi cabeza, aunque debo decir que paso de ser una molestia o interferencia con mis ideas, a ecos que me permiten verme casi en una perspectiva de fantasma, de tercero visualizándose a sí mismo.
Tantos pensamientos rodeando una sola idea, intentar reconocerme. Tal vez si compartiera esta idea con alguien más, cuando me vean no pensaran en mi vanidad, sino, en los ecos que resuenan en mi mente mientras estoy en frente del espejo.
¿Cómo referenciar?
Solarte, Brayan D. “Frente al espejo” Revista Horizonte Independiente (columna literaria). Ed. Maximiliano Niño Delgado, 26 feb. 2023. Web. FECHA DE ACCESO.
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