Espectáculos crueles

“Do you have time to kill me today?” es un proyecto cinematográfico presentado en el 2007; en él se muestra una joven rubia conduciendo un vehículo y un hombre que espera escondido en la parte trasera del auto; de repente el hombre sale y ataca a la joven rubia con un cuchillo. Es una escena que se repite varias veces; el hombre aparenta realizar un corte en el cuello de la joven y deja salir un poco de sangre falsa que esconde en la misma mano en la que lleva el cuchillo. Entre tanto la joven no muestra reacción alguna ante la presencia y las acciones del señor.

Maggie Nelson realiza un análisis a la secuencia, y determina que lo importante allí no es

la construcción de la escena, cuantas veces sea repetida o el esfuerzo por aparentar un poco de credibilidad. Lo interesante es que esta escena muestra como una persona –el vecino de la rubia- puede transformarse, el señor asesino, conforme a aquello que se presenta en escena, los elementos, el momento e incluso la aparente vulnerabilidad de la rubia.

La situación es la siguiente: dos personas son contratadas para grabar la secuencia. Eventualmente tienen un guion o unas direcciones de escena. Sin embargo, ni el hombre luce muy entusiasta, ni la mujer luce aterrada ¿por qué esta secuencia no nos parece cruel, mientras que imaginarnos en una situación igual, irremediablemente si lo seria? bueno, porque seguramente si estuviéramos en el lugar de la chica no permaneceríamos tranquilos; si fuéramos el asesino, tal vez seriamos más pasionales de lo que allí se muestra.

No nos parece cruel porque ella no sufre y en él no se ve una intención de causar sufrimiento. Sin embargo, el análisis de esta escena va más allá y pone en juicio no a los protagonistas, a la escena o al guion, sino al espectador.

Dado que el libro al que me refiero a lo largo de este escrito es The Art of Cruelty, una de las primeras preguntas que me surgen es ¿hay crueldad solo cuando hay sufrimiento o cuando vemos fuertemente una intención a causarlo? Y para contextualizar la pregunta, me remito a la escena. La joven rubia no sufre en ningún momento, tampoco representa algún dolor, parece ignorar lo que sucede en su auto, no es cruel en la medida que no hay expresiones de crueldad en sus protagonistas, y por lo tanto no genera esa impresión en sus espectadores. Tenemos claro, además, que las escenas proyectadas en este corto, no generan en los espectadores la misma impresión que si se tratara de alguna escena de “Saw” o de “El señor de las moscas”, por la misma razón, por la expresión de los protagonistas. Pues bien, eso es cierto, pero no es la explicación completa de por qué no es un espectáculo cruel. Los filmes, las pinturas, las composiciones musicales y demás formas de arte, funcionan porque tienen intérpretes y espectadores, entonces si algo no nos parece cruel es porque la escena posiblemente no lo sugiere, pero nosotros tampoco lo ponemos allí. Con respecto al espectador, es este quien elabora juicios estéticos respecto a las obras, por ejemplo, en esta escena, al presunto asesino se le puede ver el material con el que deposita sangre falsa en el cuello de la chica, esto contrario a causar la impresión de crueldad puede incluso causar gracia, pero eso no borra la representación de que el asesinato está mal. He aquí otro dato sobre la crueldad en las obras, siguiendo ese análisis sobre la estética y la moral, parece que la crueldad estaría más en la imagen estética que los espectadores se forman de la obra, que en la moral; pues si la crueldad estuviera en lo moral, entonces poca importancia tendría las expresiones de los protagonistas. Esto tiene sentido, porque se trata de un espectáculo, una representación, no de un hecho en la vida cotidiana, entonces es lógico que el fenómeno estético tenga mayor importancia que el fenómeno moral.

Siendo así, que el fenómeno estético predomina en los juicios que los espectadores hacen de las obras de arte o representaciones artísticas, entonces un espectador determina si es cruel un espectáculo o no, de acuerdo a lo que las imágenes estéticas le sugieran, si estás imágenes no “mueven” o motivan en el espectador una idea de que se presenta un evento cruel, pues simplemente no hay un evento cruel. Una primera respuesta a la pregunta que enmarca este escrito seria justamente que, para hacer un espectáculo cruel, basta que la representación lo sugiera, y que el espectador entienda esa sugerencia y se forme esa idea en la mente.

Pero, esta no es la única respuesta, retomaremos la ruptura entre las impresiones morales y las estéticas y veamos el siguiente ejemplo: “People Paid to Masturbate” (“Personas pagadas por masturbarse”) presentada en el año 2000 por Santiago Sierra, detrás de la cual hay un contrato con 10 personas pobres, que estipula la exhibición de dichas imágenes a cambio de unos dólares.

En este caso, las expresiones no son crueles, pueden ser moral y estéticamente reprochables, pero no crueles, para este caso la crueldad está en lo que se realizó antes de la presentación del espectáculo. Si bien es cierto que los participantes sabían de que iba la obra, ¿no está el artista aprovechándose de la vulnerabilidad de los mismos para conseguir su propósito? esto es algo que, aunque no se presenta en la obra, se puede descifrar, y es allí donde está la crueldad; segunda respuesta, la crueldad puede encontrarse también en los medios del artista para conseguir su obra.

La crueldad está entonces en el artista, en la obra y en el espectador; el artista es dueño de su creación, en ella imprime su intención, lo que quiere transmitir al espectador en las imágenes que imprime; sin embargo, puede generar ideas que no tenía previstas, como en este último ejemplo. La obra es una declaración, y a pesar de llevar la intención del artista, también está sujeta a la percepción de muchas personas, por lo cual no es totalmente propiedad del artista, de hecho, una vez realizada, es más propiedad de los espectadores que del artista mismo, este entonces no debería tener la responsabilidad por todo lo que pueda transmitir. El espectador descifra, interpreta, supone, sugiere, cuestiona, enjuicia y toma partido, aun cuando en cualquiera de los dos anteriores (artista-obra) pueda rastrearse crueldad, es este último el que tiene la última palabra sobre si un espectáculo es o no cruel.

Referencias:

Nelson, Maggy. The Art of Cruelty: A Reckoning. New York – London: W.W. Norton, 2011.

¿Cómo referenciar?
Martin´s, Amarilla. “Espectáculos crueles” Revista Horizonte Independiente (columna filosófica). Ed. Nicolás Orozco M., 01 de ago. 2021. Web. FECHA DE ACCESO. 

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