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Viridiana Platas Benítez

Doctora en Filosofía de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Evento
“Las humanidades en…”

El que ríe al último… piensa mejor

La filosofía siempre ha sido una cuestión seria; o al menos, eso es lo que se ha pensado en los últimos 2500 años. Y es que, desde que el ser humano comenzó a cuestionar sobre la esencia de la naturaleza, la finitud de la existencia, el carácter de la justicia o del bien, lo primero que viene a la mente es la imagen de esa serie de bustos, retratos o fotografías de esos individuos hiperracionales, de ceño fruncido o en su defecto, de mirada melancólica que, en algún momento de la historia se les denominó filósofos.

La actitud vital de estos especímenes de talante solemne, tal vez se asocie, no sólo a la gravedad (en sentido literal, es decir a la pesadez de la carga del pensar) de los asuntos filosóficos, sino a la circunstancia misma en la que se piensa: ya denunciaba Platón en República el destino triste del filósofo, pues, al ser quien tiene la osadía de comunicar la verdad al hombre común, sólo le depara el desprecio y la persecución; y no sólo lo afirma en el contexto de la muerte de su querido maestro Sócrates, sino que las tragedias filosóficas forman parte del ideario de la cultura occidental.

Así, la aparente “filósofo-fobia” y la crisis de las Humanidades que se ha expandido en el mundo académico en los últimos quince años, misma que ha llevado al cierre de Facultades y Departamentos de Filosofía en todas partes, parece ser en realidad, la circunstancia del filósofo: la filosofía siempre ha estado en crisis.

Lo anterior nos lleva a reparar, si la crisis forma parte de pensar, y eso es quizás una de las causas de la seriedad filosófica, ¿cómo se explica que la actitud de los filósofos también exhorta a la alegría? La alegría de Demócrito, de Spinoza y de Nietzsche son quizás las más famosas por explícitas, pero la actitud del filósofo en general, siempre ha sido la de aquél que al tomarse en serio los asuntos más serios, en las circunstancias más adversas, lo hace con gozo.

Entonces, ¿cómo se concilian estos elementos tan disímiles entre sí: crisis, pensar, gozo, seriedad, etc.?  Sólo basta en atender a las raíces etimológicas de la palabra ‘crisis’: ésta proviene del griego krino, que significa decidir, separar y juzgar; y si en algo sí se han puesto de acuerdo los amantes de la sabiduría es que la capacidad de decidir, separar y juzgar son las bases del pensamiento, y por ende de su vocación. En ese sentido, la crisis es la característica más genuina de la filosofía.

Durante su estancia en Medellín en 2015, Martha Nussbaum concluyó, tras advertir sobre los efectos nocivos de las políticas tecnocráticas en la Educación Superior:

Si el verdadero choque de civilizaciones es, como creo, un choque dentro de la persona individual, todas las sociedades modernas están perdiendo rápidamente la batalla, ya que se alimentan las fuerzas que conducen a la violencia y la deshumanización y dejan de alimentar las fuerzas que conducen a cultivar la igualdad y el respeto. Si no insistimos en la importancia crucial de las humanidades y las artes, éstas se desplomarán, porque no generan dinero. Sólo hacen algo que es mucho más valioso que eso, hacen un mundo en el que vale la pena vivir, las personas que son capaces de ver a otros seres humanos como personas llenas, con pensamientos y sentimientos propios que merecen respeto y simpatía, y naciones que son capaces de superar el miedo y la sospecha en favor del debate comprensivo y motivado. https://www.elheraldo.co/educacion/el-duro-discurso-de-martha-nussbaum-sobre-el-futuro-de-la-educacion-mundial-233416

Justamente, el carácter crítico de la filosofía nos recuerda que vale la pena vivir y nos devuelve el sentimiento filantrópico, cada vez más escaso en nuestras sociedades. Vale la pena reconciliarse, ver al otro como un fin en sí mismo, en toda su dignidad y merecedor de nuestro respeto, especialmente en estos convulsos tiempos donde la violencia parece interminable, la injusticia avasalladora y la desolación generalizada.

Quien es capaz de pensar, es capaz de reír, de sentir alegría por encontrar esperanza en su propia humanidad y por la idea de que es mejor vivir en un mundo en el que los filósofos están allí para incomodar a la gente, sólo por el gusto de hacerlas pensar, de ser concientes de sus creencias, actitudes, valores y cuestionarlos…siendo así que el que ríe al último, piensa mejor.

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