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El protocolo de Claudia López como una forma aletúrgica para las protestas en Bogotá

El pasado jueves 16 de enero la Alcaldesa de Bogotá, Claudia López, anunció el nuevo protocolo que tendrá el Distrito en las movilizaciones sociales de la capital. La Alcaldesa empezó por cambiar de fondo el enfoque que se le venía dando a la protesta social en la ciudad, pasando a manejar la protesta como un asunto de orden democrático y como expresiones culturales y artísticas por parte de los ciudadanos y no una cuestión de orden público como se le entendía anteriormente. Por un lado, que los manifestantes hayan decidido seguir adelante con los bloqueos, después del dialogo con los gestores civiles y los secretarios distritales, es una prueba de que el nuevo Protocolo funciona y al hacerlo enriquece el ejercicio democrático de los ciudadanos y su subjetivación, tan importante en una democracia liberal. Por otro lado, que el Distrito decidiera enviar el ESMAD es señal de esa condición de paridad artificial que se origina con base al nuevo Protocolo entre manifestantes e instituciones distritales, es la reafirmación de la autoridad que ejerce la Alcaldía al agotarse las formas aletúrgicas que propiciaban el pacto parresiano de la puesta en marcha del nuevo Protocolo. Permítaseme aclarar esto en las siguientes líneas. 

En febrero de 1984, Michel Foucault retomó su curso en el Collège de France con el interés en la investigación de las prácticas de verdad que constituyen al sujeto del saber, particularmente al loco, al preso desde la forma en que este se representa a sí mismo. La pregunta que orientó su investigación indagaba acerca de la relación entre sujeto y verdad:

¿A partir de qué prácticas y a través de qué tipos de discurso se procuró decir la verdad sobre el sujeto loco o el sujeto delincuente? ¿A partir de qué prácticas discursivas se ha constituido, como objeto de saber posible, al sujeto hablante, al sujeto laborante, al sujeto viviente? (Foucault, 19).

Estas inquietudes llevaron a Foucault hasta el punto que me interesa ahora, la parresía. La parresía, hablar con franqueza y veracidad, como una forma de subjetivación, una manera o proceso en que el sujeto se constituye a sí mismo. Foucault analiza las condiciones de verdad de la representación de sí mismo; es decir, las formas aletúrgicas para que el sujeto pueda hacer una presentación de él mismo. Este análisis no se trata de estructuras epistemológicas de la verdad de decir del sujeto, no es importante señalar dónde está el error en lo que se dice, o el valor de verdad de lo dicho. Se trata, antes bien, de analizar las condiciones de verdad de decir del sujeto entendiendo esas condiciones como formas culturalmente reconocidas y tipificadas, formas como la confidencia, la confesión, la solicitud de un consejo, las conversaciones de parejas, el colegaje, el ámbito de la experiencia de la sexualidad, etc. Todos estos espacios crean una condición de paridad, de igualdad a nivel social y cultural; aunque sea artificial porque esas formas se practicaban generalmente entre desiguales.

Por ejemplo, entre el cura y el feligrés, entre el esposo y la esposa, entre el sabio y el alumno, etc. Allí las personas de un nivel bajo podían hablarles a los poderosos o viceversa, lo cual implicaba muchas veces el riesgo de perder la vida por este hablar franco y veraz. En otras palabras, las formas aletúrgicas propician un tipo de pacto que permite el hablar con franqueza y hacer posible la articulación y la producción de subjetividad. Las formas aletúrgicas constituyen normas que guían a los participantes a realizar la actividad en el espacio correspondiente.

Para entrar al confesionario el feligrés debía tener muy claro los pasos y los preliminares para la confesión de sus pecados, el alumno debe dejar en evidencia su actitud receptiva para aprehender el consejo del sabio. Los espacios aletúrgicos establecen, de forma implícita o explícita, protocolos a los que deben sujetarse sus participantes para cuidarse de no salirse de la alianza aletúrgica construida. Es así que los protocolos funcionan como pautas que delimitan cuando se está o no en un espacio o forma aletúrgica. De hecho, en el feudalismo los protocolos eran necesarios cuando se debía tratar con alguien desigual o de un nivel social distinto. Foucault define parresía así:

[…] el tipo de acto mediante el cual el sujeto, al decir la verdad, se manifiesta […] se representa a sí mismo y es reconocido por los otros como alguien que dice la verdad. […] en su acto de decir la verdad, el individuo se autoconstituye y es constituido por los otros como sujeto que emite un discurso de verdad. (Foucault, 19).

Por esa razón, lo que es parresía y las condiciones para que esta sea posible, es importante que los sujetos encuentren las condiciones en donde se permita la espontaneidad y la representación de sí mismos, que se permita la autoconstitución. Mi manera de ver los nuevo Protocolos de la Alcaldía de Bogotá para el manejo de la protesta social es que no se extirpará la posibilidad de la espontaneidad. El nuevo Protocolo cuidará del espacio público con especies de forros que permitirá a los manifestantes graffitear, dibujar y escribir sus consignas sin reprimendas. El nuevo Protocolo en su concepción de la protesta social como expresión artística y cultural pondrá a disposición de los comités que organizan las protestas todo tipo de tarimas y espacios para la manifestación.

Además, como en la parresía, el nuevo Protocolo implica que los manifestantes contestaran al dialogo como les dé la gana. Eso deja abierta la posibilidad de la muerte, contestar como se quiere supone correr el riesgo de morir por expresar lo que se quiere. Sin embargo, la parresía supone que el otro acepte el juego parresiasta; es decir, acepte la sinceridad, la desembocadura, el flujo turbulento del otro sobre sí.

La forma aletúrgica que se origina en este nuevo Protocolo para la protesta social permite solo dos tipos de resultados: la emancipación de los manifestantes o su muerte contra toda consecuencia. Los manifestantes saben que está en juego la vida misma al momento de hablar con franqueza o renegar sin disimular en el dialogo. Puede presentarse el caso en que los manifestantes no accedan al levantar los bloqueos y el Distrito, al finalizar con el nuevo Protocolo, envíe al ESMAD para desalojar a los manifestantes usando la fuerza y sus gases lacrimógenos y demás, como de hecho ocurrió el jueves pasado. Pero superada esa posibilidad, el sujeto ha ganado la afirmación de su subjetividad con respecto a lo otro que lo interpelaba. En otras palabras, la Alcadesa Claudia López ha abierto la posibilidad de un espacio donde los manifestantes, la ciudadanía, pueden ahondar e insistir en representase a sí mismos y en constituir sus subjetividades.

¿Cómo referenciar?
Moreno, Carlos Mario. “El protocolo de Claudia López como una forma aletúrgica para las protestas en Bogotá” Revista Horizonte Independiente (columna política). Ed. Brayan D. Solarte, 3 jun. 2020. Web. FECHA DE ACCESO

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