Hace algunas horas alguien surgió por mi cabeza, después de tanto tiempo sin comunicarme, un pensamiento que se cruzó, por alguna razón decidí escribirle. Ese mismo día estaba atravesando una perdida, un duelo, el fallecimiento de un ser amado y ahí estaba yo. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué justo ese día y no otro?
El espiritismo nos presenta al alma como foco de pensamiento, como un sistema de fuerzas que se mueven por el espacio etéreo igual que el sonido lo hace por el aire. Fuerzas que sin distancia alguna se expanden, se entrelazan, se penetran. Sin distinción de planos y esferas, inundan el campo universal. En una interinfluencia constante, esos impulsos psíquicos nos atraviesan, nos hacen temblar, erizan nuestra piel.
Me he preguntado más de una vez a donde van las palabras que no decimos, los sentires no expresados, hacia donde viaja esa fuerza psíquica que en lugar de manifestarse se detiene.
“El hombre conquista nuevos poderes psíquicos que le permitirán, un día, manifestar su pensamiento a todas distancias, sin intermediarios material”. (L. Denis, 1905)
En una experiencia sincrónica de impulso y retorno, se hace presente un hecho, que nos habla de una capacidad interna que se exterioriza y se plasma en el receptor, devolviéndonos algunas veces una impresión de aquello que fue emitido. Dejando en evidencia un algo más que nos traspasa, que excede el cuerpo material, en donde la transmisión se vuelve inevitable.
¿Cuán benévolo es aquello que pensamos? ¿Cuán honesto es aquello que decimos?
¿Qué pasaría cuando ya no tengamos secretos y se nos pueda leer en el cerebro los pensamientos? Puede que no nos atrevamos a pensar en el mal y como consecuencia a hacerlo. ¿Nos elevaremos realmente? ¿O será peor el remedio que la enfermedad?
En el pasado, el Espiritismo exponía que vendrían tiempos en que la inteligencia predominaría cada vez más separándose del cuerpo carnal, extendiendo y afirmándose por sobre la materia, creando medios nuevos de percepción y manifestación, donde los sentidos ampliarían su modo de acción. El Espíritu sería cada vez más sutil y poderoso.
Dicen que la vida se vive hacia adelante, pero se entiende hacia atrás. De ser así y al mirar el pasado, hemos avanzado, pero pocos son los pasos que hemos dado hacia una evolución espiritual. Hacia el entendimiento de una inteligencia que excede el cuerpo carnal. Nos olvidamos que además de humanos, somo seres, que dos campos nos conforman, tres cuando descubrimos la existencia del periespiritu, tan complejo y eterno que imprime nuestra esencia en el mundo invisible.
Transitamos un camino en donde aun intentamos comprender la diversidad de almas, de formas de amar, de ser y sentir. Tan distintas a uno mismo pero necesarias para encontrarnos. Aunque considero todavía sin conocernos como para sabernos sutiles y poderoso. Quién sabe a dónde nos está llevando el mundo con la realidad en que vivimos. Quién sabe si hay un propósito mayor a todo lo que nos pasa.
En lo que a mí respecta, me anestesia saber que, en la complejidad del ser humano, nada sucede por la simple razón de ser.
¿Cómo referenciar?
Casal, Aldana. “El más allá en el más acá” Revista Horizonte Independiente (¿Y qué tal si?). Ed. Brayan D. Solarte. 08 ago. 2021. Web. FECHA DE ACCESO.
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