Capturaasas

Santiago Pereyra

Estudiante avanzado de la Licenciatura en Filosofía, de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ).

Federico Sambrizzi

Profesor de Ciencias de la Educación, egresado de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ).

Vol 1. C. 38

El cooperativismo como modelo pedagógico 

En este breve artículo, abordaremos el modelo educativo propuesto inspirado en  el cooperativismo, sosteniendo que dicho modelo poseerá un carácter reformador en su esencia. Para ello, se procederá primeramente a trabajar lo que es una cooperativa con los respectivos valores que la sustenta, ya que estos serán la piedra angular para una nueva propuesta pedagógica en nuestra actualidad. Hay una necesidad de repensar, tanto nuestros valores educativos como nuestra praxis pedagógica, esto se ha puesto en relieve ampliamente por la pandemia del Covid-19 y con una cuarentena que ha borrado la presencialidad de nuestro obrar en el país. Aunque dentro de este contexto, oscuro y complicado en varios sentidos, deja entrar un haz de luz cargada de esperanza. De una esperanza educativa, que conlleva una reforma pedagógica, no solamente en un plano formal sino también en el plano práctico de la cotidianidad.     

Antes de entrar en el modelo cooperativista, es necesario definir qué entendemos por cooperativa. La esencia de lo que se entiende por cooperativa, no está del todo clara ya que parten diversas definiciones de posturas muy antagónicas, desde las concepciones más capitalistas las cuales lo califican sólo como un negocio en grupo; mientras que en el otro extremo aparecen definiciones en el cual se cumple un rol social importante. Esta postura es la que nos gustaría rescatar para utilizarlo de respaldo, dentro del cual van surgiendo  determinadas divergencias, dicha definición es la  siguiente: “El cooperativismo es un sistema socio-económico, basado en la autonomía de las unidades que lo integran, en una administración interna democrática y en la ausencia de ánimo lucrativo” (Rodríguez, 2019, 110).  

En lo que respecta a la cooperativa, como movimiento y doctrina, se fundamenta   en valores éticos universales de cooperación y responsabilidad, como son: ayuda mutua, esfuerzo propio, responsabilidad, democracia, igualdad, equidad, solidaridad. Son a través de estos valores, los pilares que enmarcan, los lineamientos organizacionales del cooperativismo. Las cooperativas se sustentan en dos valores primordiales: el de autoayuda y autorresponsabilidad.

Tomando estas bases éticas, que conforman a la esencia cooperativista, se podrá formular una otredad en las construcciones pedagógicas. Dentro del cual, como proyecto posea una autorresponsabilidad los miembros involucrados, en otras palabras, una eticidad. Conformada por valores distintos, o asimiladas de un modo diferente, a los actuales valores predominantes que fomentan una práctica asimétrica entre las partes.                

Bases  del modelo pedagógico cooperativista

Es necesario darle un lugar con relevancia para estudiar, en profundidad el  modelo pedagógico de la cooperativa, pues de dicho modelo podríamos resurgir y reavivar prácticas educacionales, que con una determinada retroalimentación modificaría nuestro quehacer educativo para con el otro. Pensando en conjunción con esta otredad, evitando encerrarnos de un modo vicioso en nuestro único pensamiento, ya sea que lo hagamos conscientemente como inconscientemente. En palabras, del filósofo argentino, Enrique Dussel: “No es entonces la “aparición del Otro”, sino la “proyección de lo Mismo” (Dussel, 1994 ,35);  terminando de realizar una tarea de encubrimiento de los distinto a nosotros. Conformándose así, un modelo pedagógico para poder enseñar y aprender, en la gran diversidad cognoscente que existen en las aulas. 

La cooperativa ha sido utilizada históricamente en nuestro país, en la mayoría de las ocasiones, como un salvavidas para enfrentar las crisis económicas; por ello es factible que surjan nuevas cooperativas después de la pandemia. Aunque una vez resuelta la crisis el sistema de cooperativas es dejado de lado, en ocasiones también es utilizado  para eludir la rigideces del sistema oficial (público).  Por ello dicho sistema nunca fue abordado y trabajado de forma permanente, dejando un gran vacío tanto  en el sistema económico, como también una alternativa al sistema educativo predominante.

 Resulta inevitable no realizar una crítica epistémica a lo comúnmente denominado “historia de la educación”, pues al no ser abordado la cooperativa, brillando por su ausencia,  es una historia incompleta, es decir es una historia de los estilos pedagógicos predominantes. Así como tampoco fueron incluidas las experiencias privadas, entendiéndose por privadas todas aquellas experiencias que no dependen de los recursos ni de la gestión por el Estado, algunas de estas son: escuelas parroquiales, ONG, asociaciones sin fines de lucro, entre otras. En otras palabras aquí se encuentra excluido, un modo de pensar alternativo a los dominantes, con el cual no solo queremos pensar en él sino con él.  

Por ello es importante incluir en la “historia de la educación”, la historia de la cooperativa. Porque cada cooperativa educativa posee particularmente una trayectoria distinta, en elementos visibles  como las características constitutivas de las diversas instituciones. Pues la historia de la cooperativa constituye una historia conflictiva, heterogénea y discontinua; a diferencia de los modelos predominantes que intentan establecer una historia homogénea, obviando incluso cualquier relato saliente de este planteo. En pocas palabras debemos realizar necesariamente, como diría el filósofo Walter Benjamin, cepillar la historia a contrapelo.

Contribuciones y  desafíos en el modelo pedagógico cooperativista

Una de las características fundamentales al hablar de una cooperativa, es la base de la igualdad. La cual resuena tanto en el lema de la revolución francesa como en el de nuestros padres de la patria, pues este modelo  puede tomar formas tan distintas como las personas que forman parte de él. Los docentes, directivos, empleados, padres y alumnos gozan de una cierta igualdad ya que todos participan en este modelo según sus respectivas funciones. Un modelo muy presente en los ideales reformistas, los estudiantes de la reforma universitaria 1918, como se muestra en el Manifiesto Liminar: “La autoridad, en un hogar de estudiantes, no se ejercita mandando, sino sugiriendo y amando: Enseñando” (Anónimo, 1918,1).    

Actualmente, en nuestros modelos educativos se prepondera a un desnivel, con un profundo acento a la subalternidad de los diferentes actores en el campo de la educación, por ejemplo el poder que se ejerce desde el docente al alumno solo por poseer un lugar con mayor jerarquía en la institución; convirtiéndose así a la práctica educativa en un lugar infecundo y hostil. Esta problemática, en la cual no se suele encontrar el justo medio, entre la autoridad y el autoritarismo o entre la libertad y el libertinaje. Este problema, intentó solventar Paulo Freire, bajo el sustento del respeto con el otro en conjunción con un método dialógica (inspirado en la mayéutica socrática), formulando su modelo pedagógico: “toda práctica educativa demanda la existencia de sujetos, uno que, al enseñar, aprende, otro que, al aprender, enseña, de allí su cuño gnoseológico” (Freire, 2008 ,68). 

 En otras palabras, realizar una construcción del conocimiento entre iguales con el diálogo, dejando de lado la actitud mesiánica del docente. Vale aclarar que este método, no niega el momento explicativo o narrativo del profesor, solo rescata y establece la necesidad indagatoria del proceso educativo. Dicha actitud, mesiánica del docente, se sustenta en las deslegitimación de los conocimientos previos adquiridos por el alumno, pasando a convertirse en un mero receptor de conocimiento, sin ninguna capacidad crítica, ni autonomía.   

Esta misma crítica a las  asimetrías en desmedida, practicadas en nuestras instituciones escolares hasta la actualidad, que pasan de una práctica de autoridad a un autoritarismo, conllevando muchas veces una gran carga de hipocresía y cinismo. Esta crítica se postulará en varios escritos de la juventud de Walter Benjamin, una reforma pedagógica con marcadas similitudes a lo propuesto por los reformistas en nuestro país. Pudiéndose leer  en las siguientes líneas: “Se considera indigno que el maestro transmita un saber de cuya necesidad no está convencido, que eduque al niño o al adolescente con medidas (castigos) que ni siquiera él se toma en serio,  o que emita un juicio de condena moral sonriendo por dentro («es por su bien»)” (Benjamin, 2007 ,15).             

La figura del docente, no queda descartada ni mucho menos, es reconfigurada, observada desde otra perspectiva. No se trata aquí de un docente que solamente imparte conocimiento, bajo un pensamiento paternalista como el de la ilustración del siglo XIII, sino que acompaña en la construcción de conocimiento. Dando las herramientas necesarias, para esta edificación e interviniendo en su desarrollo solo cuando sea necesario. 

En cuanto a la figura del alumno, con este modelo propuesto, se procede a desconstruir el extremo individualismo. Dentro del cual subyace, consciente o inconscientemente, los ideales de competencia cuantitativos entre los alumnos. Donde no hay cabida para la concepción de ‘compañerismo’, pues se transmuta a una visión de ‘competidores’ en el sentido negativo del término. Pues son competidores que en su carrera por la excelencia académica, creen que de este modo alcanzarán la perfección, sin importar los costos. Bajo esta lógica, mientras menos competidores haya en la carrera, será mejor para uno.  

Contrariamente a esta figura del extremo individualismo, el modelo cooperativista constituirá la importancia de un trabajo grupal. Dentro del cual cada  componente, de esta constitución del grupo dan y reciben la ayuda que necesitan, supliendo así las posibles debilidades que pueda poseer un individuo particular e incitando a mejorar. No por ello se eliminará el individualismo, puesto que cada estudiante será evaluado también por separado, aportando sus respectivas calificaciones como al aporte al grupo conformado.    

De este modo se deja reflejado tanto la necesidad de estudiar el modelo cooperativista para retomar una otredad educativa que no caiga en el olvido, como también a los posibles horizontes epistémicos, metodológicos y prácticos, que podamos llegar a encontrar y construir. Esta necesidad, de retomar el cooperativismo se encuentra latente en nuestra sociedad, que espera y necesita, aplicar un modelo pedagógico superador al actual.

 

Bibliografía:

 

  • Anónimo (1918): “Manifiesto Liminar”, rescatado de: https://www.unc.edu.ar/sobre-la-unc/manifiesto-liminar
  • Benjamin W. (2007): “La Reforma escolar, un movimiento cultural”, En Obras: libro II/vol. I, España, Abada.
  • Cuevas N. (2003): Anarquismo y educación: la propuesta sociopolítica de la pedagogía libertaria”, España, Centro de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo.
  • Dussel E. (1994): “1492. El encubrimiento del Otro: Hacia el origen del “mito de
    la Modernidad”. Conferencias de Frankfurt, Octubre de 1992. La Paz: UMSA.
  • Freire (2008): “Pedagogía del oprimido”, Buenos Aires, Siglo XXI.
  • Rodríguez J, Sánchez J (2019): “Los principios cooperativos desde el dilema ético y el grado de aplicabilidad”, En Aletheia, 11, n° 1, pp. 107-124.

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