Autora externa.
Licenciada en Artes Plásticas.
Profesorado de Grado Universitario en Artes Plásticas.
Facultad de Arte y Diseño de la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina.
Vol. 1 C. 36
El arte no necesita que se simule la inspiración, el arte necesita sujetos que no necesiten de este para crear, sino que apela a todos aquellos que buscan métodos diferentes para encontrar la inspiración, no el que espera que esta llegue caída del cielo. Considero que no existe aquel artista que nace con un don inmutable para crear –que solo este pueda realizar una obra– sino que las artes son ciencias en las que todos podemos ser científicos realizando fórmulas, con las que intentamos mostrar de algún modo el inicio de todo, los secretos de los humanos, la forma de vivir y, en ella, intentamos encontrar el sentido de la vida, mediante esta búsqueda exhaustiva con nuestras manifestaciones que representan nuestro interior. Es una forma de expresar la propia psique.
¿Por qué hago arte?, ¿Por qué se hace arte?, ¿Se puede vivir sin arte?
Como artista puedo decir e incluso afirmar que una vida sin arte no sería vida. Muchas veces me he planteado que si esto fuera factible la vida sería completamente vacía, no sólo por el hecho de que los individuos no tendrían esta posibilidad de expresarse, sino también porque no existiría la posibilidad de maravillarse, sorprenderse, o incluso enamorarse de las obras que produce el artista. La no existencia del arte conllevaría una gran pérdida de sensibilidad y expresión de los sentimientos, es decir, seríamos seres vacíos, sin nada que decir.
No necesitamos al arte para que nos muestre el mundo que podemos ver, sino para enriquecer nuestra mirada y así poder ver otras cosas, otros universos, rarezas, bellezas, verdades, para que podamos develar capa por capa de la obra y podamos ver el mundo del artista, es decir, el arte nos devela, nos muestra, nos introduce en la psiquis de su creador.
El arte hace visible lo que era invisible, y esta es una búsqueda a la que apelamos continuamente los artistas, a visibilizar lo invisible, a mostrar las pequeñas cosas que pasan desapercibidas por el común de la gente, pero también a mostrar las cosas que se encuentran ocultas. No podemos esperar que piensen o que creen los mismos universos que nosotros, es por ello que recurrimos al arte para manifestarles los nuestros. El arte no siempre busca la reproducción mimética de lo que se puede observar en un modelo vivo o en una naturaleza muerta, sino que actualmente se deja un poco de lado esta concepción de reproducción para buscar la expresión, tanto en trazos como en materiales, y a través de ellos expresar el sentimiento humano.
El artista nos muestra que hay otra manera de mirar, nos muestra su visión particular de las cosas. Cuando se decide crear una obra y se la saca a la luz no solamente se busca la aceptación de un campo artístico en el cual sumergirla –no se la ve como una mercancía– al menos no lo considero así desde mi perspectiva. El arte no solamente tiene una función ornamental, nos muestra la belleza de aquello que no teníamos en cuenta, o de aquello donde nunca antes habíamos encontrado belleza, pero también nos sitúa como espectadores en un plano de reflexión; muchas veces nos hace sentir incomodos sacándonos de nuestra zona de confort para que demos ese paso a la imaginación, para que creamos que esa realidad que el artista produce no resulta tan utópica, porque dentro de la utopía lo utópico resulta posible.
Lo que intenta el arte es penetrar en la “esencia”, término que emplea Merleau Ponty; podría decir que dedicarse al arte, ser artista, dibujar, pintar, buscar estos mundos es simplemente la búsqueda de la esencia propia, la búsqueda de ese mundo interno, la utopía que se convierte en realidad.
Desde lo intuitivo, lo expresivo, lo simple, o lo kinestésico llegamos a resultados que no imaginábamos o pensábamos, es otro proceso de búsqueda de la esencia, nuestra esencia, el otro modo es partiendo de la idea de lo que queremos crear. Pero hay una diferencia abismal entre lo que imaginamos en esta realidad paralela que creamos en nuestras mentes y la realidad en la que producimos nuestra obra y la presentamos ante un público. Resulta interesante este desfasaje, estos cambios, y es curioso como nuestro contexto determina todas aquellas ideas que creemos que son inmutables. Entonces el resultado de este proceso creativo, es la obra de arte, pero nunca resulta ser lo que el artista imaginó en un momento, resulta ser un mero esbozo o boceto de lo que realmente ocurre en nuestras mentes y aun así logra dar un mensaje, producir sentimientos y movilizar a la humanidad. Entonces, una obra o una serie de obras resultan ser como un puñado de arena –pero no estamos viendo el desierto– con esto intento decir que el arte es el primer paso para poder comprender los procesos mentales y emocionales de las personas, al menos desde la perspectiva de unos pocos, los artistas.
Lo importante es que el arte desafía todas las razones y la razón misma, plantea situaciones impensadas, que resultarían imposibles y es el mismo arte el que posibilita que estas cosas imposibles se concreten. Los artistas buscamos que el arte trascienda, que perdure en el tiempo, que sea capaz de emocionar al hombre; un arte que tiene la necesidad sincera y apasionada del creador de contar al mundo “su” mundo. El arte es sin más una forma de ver el mundo, de presentar el mundo interno del artista, una forma de confrontar, de oponerse ante el mundo y la realidad en la que los seres vivimos, es la búsqueda de un posicionamiento ante la vida.
El arte resulta importante cuando produce cierta catarsis en el ser humano, algo similar a lo que Walter Benjamin llama “aura” o “momento aurático”, cuando se contempla una obra, cuando esta produce curiosidad, cuando la obra dialoga con quien la contempla, y es allí mismo cuando existe una conexión entre el espectador, la obra y el artista. El arte es una búsqueda curiosa de uno mismo, de nuestras inquietudes, de nuestros intereses; buscamos darle significado y relevancia a nuestra vida, pero más que ello, buscamos la trascendencia de nuestro ser, nuestras ideas, nuestras inquietudes, nuestra esencia, y es a través de este que queremos dejar un mensaje, contamos algo que solo podemos percibir a través de nuestros sentidos y la imaginación, algo que resulta único para cada persona, y es por ello que hay tanta diversidad en las representaciones artísticas.
Entonces la humanidad es importante para el arte y el arte es importante para la humanidad, el arte no existe sin el ser humano y el ser humano desde este punto de vista no existiría sin el arte, y si existiera sería un contenedor, un envase vacío, sin alma, sin búsquedas, sin intereses, sin imaginación, sin utopía, y sin estos seríamos una máquina, un ser que sólo trabaja. Si el arte no existiera, no habría inquietudes, asombros, ni búsquedas.
Tal vez resulte extremista esta concepción, pero imaginemos por un momento una vida sin arte, imaginemos todos los hechos históricos, todas las personas, todos los avances, todas las respuestas, la información, los divertimentos, y los momentos de ocio que no existirían. Ahora yo les pregunto… ¿Es posible la vida sin el arte? ¿Cómo sería esa vida sin el arte? ¿Seríamos más o menos humanos? Y por sobre todo… ¿Pensaste todo lo que no existiría sin el arte? ¿Sería saludable que no exista? Pero si no hubiera arte, si no lo desarrollamos, ¿Podríamos desarrollar nuestra imaginación del mismo modo?
Entonces sí, el arte nos hace humanos, y no es algo que decidimos en el siglo XXI, sino es algo que se desarrolla desde millones de años, ya desde el paleolítico superior cuando se pintaban las cuevas y se realizaban objetos que se transportaban. El arte es algo más grande que nosotros, esta capacidad de expresión nos supera en espacio y tiempo, y también desde el punto de vista evolutivo, es algo que perdura con el tiempo.
¿Cómo referenciar?
Agostini, Antonella. “¿El arte es importante para las humanidades o las humanidades son importantes para el arte?” Revista Horizonte Independiente (columna literaria). Ed. Friedrich Stefan Kling, 20 sept. 2020. Web. FECHA DE ACCESO.
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