Profesor de Historia. Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes (UNSJ)
Vol. V Colección C:2 – C7
En las últimas décadas hemos sido testigos de un significativo fortalecimiento de los lazos culturales y diplomáticos entre China y América Latina. Este crecimiento se ha visto reflejado en la importancia, cada vez mayor, de los acuerdos diplomáticos, económicos y comerciales para ambas regiones. Sin embargo, más allá de los aspectos políticos y económicos, este vínculo también ha dado lugar a un intercambio cultural enriquecedor que ha impactado profundamente en ambas sociedades.
El desarrollo de este intercambio cultural ha sido facilitado en gran medida por el papel fundamental del lenguaje y la traducción como medios de comunicación y entendimiento mutuo. Tanto en su expresión oral como escrita, el lenguaje actúa como un puente entre diferentes culturas, permitiendo la transmisión de significados y valores de un contexto a otro. La traducción, en particular, se destaca como una herramienta esencial en este proceso, al facilitar la comprensión y el intercambio de ideas entre personas que hablan diferentes idiomas.
A lo largo de la historia, el lenguaje y la traducción han desempeñado un papel crucial en la construcción de relaciones interculturales. Desde los primeros encuentros entre civilizaciones hasta la era moderna de la globalización, la capacidad de comunicarse a través de las barreras lingüísticas ha sido fundamental para el desarrollo de la humanidad. En el contexto contemporáneo, donde la interconexión global es más fuerte que nunca, el papel de la traducción se ha vuelto aún más relevante, especialmente en el ámbito de las relaciones internacionales y el intercambio cultural.
En este sentido, la relación entre China y América Latina ofrece un ejemplo elocuente de cómo el lenguaje y la traducción pueden servir como catalizadores para el entendimiento mutuo y la cooperación entre diferentes culturas. A medida que estas dos regiones continúan estrechando sus lazos en diversos ámbitos, desde el comercio hasta la educación, el papel de la traducción como puente entre ellas se vuelve cada vez más crucial para promover un diálogo intercultural más profundo y significativo.
En los últimos años, ha sido notable el crecimiento de la relación entre China y América Latina, particularmente con Argentina, evidenciado por la importancia de los acuerdos diplomáticos, económicos y comerciales para ambas regiones. Este fenómeno se destaca por la relevancia del lenguaje y la traducción como medios fundamentales de mediación en el proceso de conocimiento mutuo y el intercambio recíproco.
El lenguaje, tanto oral como escrito, es un instrumento clave en la comprensión mutua. A través de la construcción de términos de comparación basados en equivalencias lingüísticas, se produce conocimiento sobre otras culturas. Las traducciones, tanto como concepto y como acto, son esenciales para comprender las vías de contacto y comprensión mutua entre culturas tan distantes como las de América Latina y China.
George Steiner, afirma que la comunicación humana es intrínsecamente un acto de traducción. La existencia de diversas traducciones refleja la diversidad y pluralidad de las lenguas. Esto puede verse reflejado en el ámbito literario, en las traducciones entre chino y español, que han generado una serie de intercambios en el campo literario y académico sin precedentes, incluso para el mercado editorial. En China, el interés por autores latinoamericanos contemporáneos ha crecido, con obras de escritores como Roberto Bolaño, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, entre otros, siendo algunas de obras de ellos traducidas en los últimos años. Argentina encabeza la lista de autores latinoamericanos más traducidos en China.
Sin embargo, pese a que la traducción es una herramienta fundamental para promover y, acercar el diálogo y la comprensión intercultural entre ambos, la escasez de traductores dedicados al ámbito literario sigue siendo un obstáculo para fortalecer el intercambio más complejo entre dos regiones que se encuentran en camino a acercar a los nuevos lectores a las realidades políticas contemporáneas.
La presencia de China en los medios de comunicación regionales, como en América Latina, es limitada y en ocasiones distorsionada. Medios como Xinhua, China Radio Internacional, CCTV y Diario del Pueblo, son los principales representantes de la información china en la región, pero no logran penetrar de manera significativa en la cotidianidad de los sudamericanos.
Las mayores ciudades chinas, como Chongqing, Tianjín, Wuhan o Chengdú, con poblaciones que superan los 10 millones de habitantes, no forman parte del imaginario cotidiano de quienes leen los diarios en Sudamérica. Esta falta de conocimiento se refleja en la sorpresa de aquellos que visitan China por primera vez y se enfrentan a una realidad diferente a la esperada. Antes de viajar, pocos tienen en mente la conexión de China con avances como la inteligencia artificial, la tecnología celular, el reconocimiento facial o el Internet de las cosas. En Argentina, por ejemplo, la ausencia de la materia “Historia de China” en las carreras de Historia limita la comprensión del siglo XX y XXI del gigante asiático.
Para contrarrestar esta situación, China ha desarrollado programas de proyección de su imagen en Sudamérica. Uno de los casos más destacados es el curso para comunicadores de América Latina y el Caribe, realizado en el Centro de Prensa China-América Latina y el Caribe desde 2017. Organizado por la Asociación de Diplomacia Pública de China, este programa busca mejorar el conocimiento sobre China en la región. Además, iniciativas como “Looking China”, que invita a jóvenes realizadores a producir documentales sobre la cultura china, también contribuyen a aumentar el entendimiento mutuo. Estas experiencias permiten a periodistas y cineastas sudamericanos desarrollar una visión más integral de China, promoviendo un diálogo constructivo entre ambas partes.
Con la creación de nuevos espacios académicos y la formación de periodistas especializados en China, se espera una mayor capacidad para interpretar y comunicar sobre el país asiático de manera coherente con la relación existente entre ambas regiones. Además, eventos como el diálogo “Argentina y China: Encuentro entre Culturas”, organizado por CGTN del Grupo de Medios de China en colaboración con autoridades argentinas, buscan fortalecer los intercambios culturales y construir una comunidad de futuro compartido entre China y Argentina. Estas iniciativas son pasos importantes hacia un mayor entendimiento y cooperación entre ambas culturas.
China ha buscado capitalizar las acciones de cooperación científico-tecnológica y educativa con América Latina como un medio para consolidar su posición en el escenario político internacional, en particular frente a su competencia tecnológica con Estados Unidos y su proyecto de la Nueva Ruta de la Seda. Como señala Chen & Li (2017) “las relaciones internacionales contemporáneas se destacan por la incertidumbre y muchas veces por la dificultad de predecir ciertos acontecimientos con fuerte impacto a nivel global” (p. 160). Sabemos que vivimos en un mundo cambiante, donde la comunidad internacional todavía no ha encontrado una solución eficaz para resolver problemas de seguridad regional, paz internacional, disputas territoriales, las desigualdades económicas, los problemas políticos, el deterioro del ambiente y el aumento del Cambio Climático, entre otros. Pese a esta situación y a los grandes dilemas que enfrenta la comunidad internacional, China aparece como un actor clave de este nuevo escenario.
En 1995, China anunció su estrategia para impulsar el país a través de las ciencias y la educación, reconociendo que estas áreas son fundamentales para un crecimiento económico equilibrado. Durante la década de los noventa, se centró en el desarrollo de la educación, considerando las ciencias y la tecnología como motores del desarrollo socioeconómico. Como parte de esta estrategia, China estableció metas concretas para fortalecer su sistema científico y tecnológico, así como para formar científicos de alto nivel.
Para hacer frente a dichas transformaciones, existe un nuevo concepto arraigado en la estrategia geopolítica de Xi Jinping denominada Tianxia (天下), o “Comunidad de Destino Compartido”. China busca separarse del concepto de internacionalización de la política, concepto establecido por occidente, que fomenta la individualización de los Estados, para transformarlo por el de la globalidad política, introduciendo la idea de una Comunidad de Destino Compartido —cabe aclarar que este concepto se materializó cuando se establecieron los lineamientos generales de la Organización de Naciones Unidas (ONU), luego de la Segunda Guerra Mundial.
En los últimos años se han implementado políticas clave para mantener un alto crecimiento y convertirse en una nación impulsada por la innovación para el año 2020, sentando las bases para su proyección como potencia basada en el conocimiento hacia el 2030.
La renovada dinámica de las relaciones entre China y América Latina se ha intensificado, con iniciativas como la elaboración del “Libro Blanco” de China para América Latina en 2008. Este documento gubernamental proporciona un marco político-institucional para acompañar los crecientes vínculos económico-comerciales, enfocándose en fortalecer la cooperación mutua y el intercambio cultural. El programa propone promover la cooperación científica, tecnológica y educativa con los países latinoamericanos a través de comisiones mixtas y coordinación bilateral de alto nivel. También busca intensificar áreas de interés común, como la tecnología aeronáutica, el medio ambiente y la medicina digital. Además, se plantea la necesidad de mejorar la divulgación y aplicación de tecnología de punta, así como desarrollar la capacitación técnica y aumentar el número de becas para estudiantes latinoamericanos. Estas iniciativas reflejan la preocupación compartida por las asimetrías en el desarrollo y la importancia de la cooperación en educación y ciencia para abordar estos desafíos.
En el ámbito económico China registró, para el año 2016, un aumento del 67% en la inversión directa en Latinoamérica, potenciando grandes sectores como la energía, minería, infraestructura, agricultura, la industria manufacturera, industria informática, los servicios, el comercio electrónico y el transporte aéreo, entre otros[1]. Hasta la fecha estas inversiones han resultado positivas, ya que muchas de ellas se han implementado de manera ordenada. Incluso muchas empresas chinas han logrado obtener la franquicia de diversos proyectos hidroeléctricos, mineros o agrícolas en la región.
A pesar de los avances, dos tercios de las inversiones en investigación y desarrollo en América Latina se financian con fondos estatales, lo que destaca la necesidad de fortalecer la cooperación científica con China para enfrentar los desafíos interdependientes y complejos en ciencia, tecnología y educación.
Según Chen & Li (2017) “China percibe a América Latina como la fuerza constructiva para establecer un nuevo modelo de relaciones internacionales. En primer lugar, esta región sirve como una base principal para la realización de la asociación estratégica en la diplomacia de China”. (p.152) De esta forma, el gigante asiático ha decidido elevar el estatus de las relaciones con los países latinoamericanos a la categoría de “Asociación Estratégica Integral” aspirando a lograr un desarrollo conjunto más profundo[2]. No obstante, hay que anticipar que la distancia geográfica entre China y América Latina, en cierta medida, obstaculiza el desarrollo de las relaciones bilaterales, pero, por otro lado, favorece la posibilidad de impulsar la amistad, la paz y la igualdad entre ambas partes.
Los países latinoamericanos han reconocido que este nuevo modelo político, económico y social presenta singulares características, ya que es único en el mundo. La falta de una estrategia clara hacia China lleva a que los países latinoamericanos deban establecer algunos parámetros claros que les permita aspirar a un desarrollo pacífico, a cooperar científica y tecnológicamente en diversas áreas y, lograr una ganancia mutua progresiva.
No obstante, pese a las grandes inversiones de China y su rápido ascenso comercial y económico, en los últimos años se ha generado una corriente negativa acerca de lo que podría considerarse un “neocolonialismo” chino. La teoría de la amenaza china no se encuentra universalmente aceptada y ha sido objeto de debate entre expertos y políticos en la región. Para muchos la relación con china puede ser beneficiosa en términos económicos, pero se advierten los riesgos de un posible exceso de dependencia de un solo socio comercial y estratégico.
Con el motivo de dejar atrás dicha imagen, el presidente Xi Jinping ha sostenido en diversos discursos que el intercambio entre Latinoamérica y China debe profundizarse ya que la misma es fundamental para lograr la “Gran Revitalización de la Nación China” e intentar igualar las condiciones socio-económicas de la región.
Es por ello que, el desarrollo científico-tecnológico, educativo e intercambio cultural entre China y América Latina, con especial énfasis en Argentina, representa un fenómeno de gran importancia en el panorama global actual. Este crecimiento ha sido impulsado en gran medida por la importancia cada vez mayor de los acuerdos diplomáticos, económicos y comerciales entre ambas regiones, pero también ha sido facilitado por el papel fundamental del lenguaje y la traducción como medios de comunicación y entendimiento mutuo.
A través de la traducción, se construyen puentes que permiten superar las barreras lingüísticas y culturales, facilitando el intercambio de ideas, valores y conocimientos entre diferentes sociedades. En un mundo cada vez más interconectado, donde la comunicación entre culturas diversas es esencial para promover la paz, la cooperación y el desarrollo global, el papel de la traducción como facilitador del entendimiento mutuo y la colaboración intercultural no puede ser subestimado.
Por tanto, es crucial seguir fomentando iniciativas que fortalezcan el intercambio cultural y lingüístico entre China y América Latina, con el objetivo de construir un futuro compartido basado en el respeto mutuo, la comprensión y la colaboración. A través del desarrollo e intercambio cultural, estas dos regiones pueden desempeñar un papel clave en la construcción de un mundo más inclusivo, diverso y armonioso para las generaciones venideras.
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[1] Las empresas chinas fortalecen su cooperación con la región a través de la puesta en marcha de distintos proyectos de infraestructura bajo el modelo denominado EPC que consiste en la Ingeniería, Adquisición y Contratación.
[2] Desde comienzos de la década de los noventa la República Popular de China ha desplegado estas asociaciones estratégicas con seis países latinoamericanos a saber: Brasil, Venezuela, México, Argentina, Perú y Chile.
¿Cómo referenciar?
Doña, Mauro Jesus. “Breve análisis del intercambio educativo, científico-tecnológico y cultural en las relaciones bilaterales entre la República Popular de China y Argentina” Revista Horizonte Independiente (Columna Política). Ed. Brayan D. Solarte, 22 sept. 2024. Web. FECHA DEACCESO.
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