La mitología griega es dueña del detalle literario del más reciente y ambicioso proyecto espacial en marcha de nuestra actualidad. Conquistar la luna lleva el nombre de Artemis y nombrar a la diosa griega no es gratuito. Qué hay detrás del nombre y de tan ambicioso proyecto, qué será de nuestro futuro cosmonáutico y qué tiene que ver con nuestro presente terrícola, son algunas de las cuestiones que dieron vida a esta columna.
Houston, tenemos un problema.
Mientras su hermano se ocupa de propagar el amor profano, ella cautiva el elemento deseado. Sus deliciosas flechas codician conquista y no distinguen lo baldío como ajeno sino propio. En su vientre enreda la quimera de la virginidad, un espiral hipnótico que seduce a la curiosidad. Como gatos sigilosos, nuestras pupilas dilatadas nos delatan, aferrados a la falsa promesa de reclamar lo inexpugnable. Porque nada aquí nos pertenece, la humanidad es el único elemento usurpador que se cree dueño del conjunto. Así de convencidos la miramos a ella, se nos desbordan nuestros ojos lascivos sobre los muslos de Artemisa. La que fue diosa helena guerrera, de la caza, de lo indomable, también ha sido deidad de las doncellas y el canto impenetrado y todavía místico que de ellas se profesa.
Tan diversas connotaciones se han anudado oportunamente para darle nomenclatura al proyecto norteamericano de requisar el íntegro espacio y hacernos de una vez por todas con la luna, ¡nuestra luna! El gran proyecto espacial de nuestra época se llama Artemis y si no ha escuchado de él, le invito a seguir leyendo.
El plan de la NASA es una oportunidad auténtica de expansión y extensión de dominio, se predican posibilidades invaluables como la demostración de nuestra avanzada tecnología y los servicios comunitarios que de ella podamos cosechar y se afirman objetivos financiados claros y específicos como lograr una presencia sostenible en la superficie de la luna y su órbita, así como consolidar beneficios económicos. El proyecto se ha coloreado y publicitado con cierto esplendor que busca mancomunar con toda nuestra sociedad, así como seducir poblaciones históricamente descuidadas. Por ejemplo, en la presentación del proyecto de la NASA, en su página web, se explicita el objetivo de “llevar a la primera mujer y la primera persona de color a la superficie de la luna”, se habla de descubrimiento, de inspiración para las nuevas generaciones, de usufructo no solo monetario sino intelectual. Se promueve el posible éxito de este proyecto como apertura a metas más ambiciosas como apropiarnos de Marte y “demostrar nuestro compromiso y capacidad de extender la existencia humana a la luna y más allá”. Incluso en el portal web del proyecto se han realizado actividades con gran atractivo y acogida como el de “lleva tu nombre a la luna”, donde la gente podía postular sus nombres para que fueran almacenados y enviados al futuro campamento base Artemis en el satélite natural de nuestro planeta.
Ambiciosas metas describen las intenciones del proyecto y esperemos que su proceso y posible éxito respondan a las necesidades de una especie que vela por su expansión antes que su preservación. No me cabe duda que existe tanto un anhelo muy humano y aterrizado como un ego encumbrado en la elección del nombre del proyecto. Por ahora el proyecto que estipula al menos tres lanzamientos, se mantiene en el margen del calendario establecido, pero ha ido tropezando con una serie de inconvenientes que les han obligado a aplazar y reconfigurar algunas partes del proceso y que hoy por hoy mantienen a Artemis en el mundo mitológico. No obstante, se mantiene la esperanza de otro pequeño paso para el hombre (esta vez de color) y la mujer y otro gran salto para la humanidad. ¿Será que en nuestro rol de Artemisa iremos de caza espacial tensionando nuestro arco codicioso con impetuosas flechas o abrazaremos planetas y satélites con el amor armónico de nuestra lira y la compañía cómplice de animales y demás especies? ¡Háblame, oh musa, de aquella utopía en la que nos entregamos y no nos apropiamos!
¿Cómo referenciar?
Kling, Friedrich Stefan. “Artemis” Revista Horizonte Independiente (Columna literaria). Ed. Nicolás Orozco M., 25 sept. 2022. Web. FECHA DE ACCESO.
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