Antonella Agostini 

Autora externa. 
Licenciada en artes plásticas. 
Profesorado de grado universitario en artes plásticas.
Facultad de arte y diseño de la Universidad de Cuyo, Mendoza, Argentina. 

Vol. II Colección C:2 – C18 

Arde

Nos convocamos todos los días en diferentes lugares, no hay nada preestablecido, mientras nos movemos la gente se va sumando. Probablemente te preguntes ¿Por qué me incluyo en él “nos convocamos”? Esto se debe a que aunque me encuentre lejos físicamente, muchos de mis afectos están allá.

Allá marchan todos los días, se van intercalando, van en grupos con sus amigos, con sus familias, con sus profesores, con sus colegas. Acá nos juntamos en la plaza independencia, ellos buscan esa independencia. Ese simbolismo que buscamos ante las ironías de los gobiernos latinoamericanos, queremos una independencia económica que nos permita progresar, pero nuestros gobiernos no nos sacan el pie de la cabeza, pretenden un rebaño de ovejas por pueblo, que no piense, que no contradiga, mientras tanto y por detrás ellos hacen sus chanchullos. Afirmaría que en algunos aspectos los políticos son magos, pero no, simplemente intentan serlo, pero la ilusión cae cuando la mierda empieza a aflorar, y el olor a mierda es algo que no se puede tapar.

Arde, tal vez creas que lo que arde es un lugar, algo físico, algo que destrozamos, pero no. Nos movemos pacíficamente, lo que arde es nuestra mente, arde nuestra rabia por la injusticia, por la desigualdad. Ardemos, nos arde el corazón.

Mis amigos salen a buscar sus derechos, a intentar ganarse el pan todos los días, quieren trabajar, pero no quieren palos en la rueda. Estas políticas nos dejan sólo una perspectiva, irnos, irnos de nuestro país, irnos de Latinoamérica. Migramos porque no vemos futuro en nuestro país, país lleno de riquezas, materias primas, empresas y gente que quiere trabajar. Pero eso no es suficiente, vivimos con la soga al cuello, con los impuestos que nos tapan. Tal vez piensen que esto pasa porque muchos jóvenes decidimos no formarnos profesionalmente, pero la realidad es que vivimos presentándonos a propuestas laborales que nos descartan por ser “demasiado calificados”, por tener “demasiada experiencia”.

A menudo volvemos a casa con miedo, llorando, con rabia, con el corazón en la boca, con una tranquilidad pasajera por haber podido llegar con vida a casa.

No somos muchos, pero somos varios en diferentes lugares haciendo ruido, no es ensordecedor pero es molesto, y de a poco va creciendo. ¿Creyeron que íbamos a quedarnos callados? No somos un pueblo sumiso, no hablo de bandera, sino de continente, del mundo, personas, jóvenes, viejos, niños, mujeres, hombres.

Arde, ardes, ardemos, arderán, nuestros derechos, sacrificios, libertades, esperanzas, y que ardan no es malo, porque eso quiere decir que nos posicionamos, que no agachamos la cabeza, quiere decir que tenemos voz y voto.

Ardemos por un cambio, no dejemos de arder.

¿Cómo referenciar?
Agostini, Antonella. “Arde” Revista Horizonte Independiente (¿Y qué tal si?). Ed. Brayan D. Solarte. 05 may. 2021. Web. FECHA DE ACCESO. 

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