Estudiante de Filosofía de la Universidad Nacional y a Distancia, UNAD.
Evento
“Las humanidades en…”
Si bien, sabemos que la escritura o los primeros indicios de esta se generó en Sumeria y en el antiguo Egipto, hasta el día de hoy este proceso de representación ha exaltado el ‘concepto’ y lo que este difunde para ser interpretado. El verbo ‘escribir’ va más allá de un simple accionar de la palabra, busca fundirse entre el habla y la imaginación, pero no hasta ahí busca siempre la persuasión que ha de causar ante los lectores. Justamente allí es como el proceso de escribir sin importar cuál sea la intención, se convierte en arte, y aunque difiera un poco con los grandes movimientos artísticos, el arte de escribir es tan impresionista como una de las pinturas más representativas del pintor francés Claude Monet: Impresión, sol naciente.
Escribir también busca de algún modo la iluminación, esa luz que logre un desenfoque de la realidad para transformarla a través de la palabra, y esta a su vez se condense entre la humanidad. Pero ¿cuál ha de ser el fundamento o la esencia que da forma a la escritura y la postula como arte? Justamente esa vehemencia y fogosidad que puede tener un texto como exposición esta vez otorgada hacía el lector y crítico también. El objetivo de escribir está ausculto en todo aquello que nos rodea, en la realidad, en la imaginación y en todo aquello que se adhiere a nuestra manera de ver, plasmar e incluso distorsionar el pensamiento. Tal cual, como la iluminación recreada en una pintura, el arte de escribir impregna en la mente del hombre y logra de algún modo conmoverlo o desestabilizarlo desde el plano donde se encuentra, pues al ocasionar estas sensaciones permite que el mensaje de cualquier obra sobre la cual esté depositada la escritura sea un referente de impresión que eleve el sentido de pertenencia por la cultura humana.
Actualmente la realidad o lo que algunos perciben de esta suele representarse a través de la palabra y el concepto, lo vemos por ejemplo en los en los artículos de opinión, en una reseña…de ahí hasta llegar incluso al contexto de una novela histórica. Lo anterior está sumido en el impresionismo que encandiló al escriba para que contara aquello que quiere poner a juicio de otros, dicho de otro modo, el escritor busca la luminosidad en el lector, pues no se trata únicamente de escudriñar la combinación que utiliza el escritor con las palabras, sino más bien trascender con lo que está plasmado como lengua escrita. Si nos involucramos con la realidad y sus deformaciones a nivel cultural, las humanidades se han vislumbrado en deterioro, pero cabe resaltar que tanto el arte de la pintura o la representación gráfica, la acción de escribir y otorgarle auge a la palabra de alguna u otra forma se ha posicionado entre lo fundamental para embellecer el ejercicio de la reflexión.
El impresionismo más allá de ser un movimiento artístico ha sido el cimiento perfecto para convertir la sombra en luz; es el caso de la escritura, la sombra, como analogía de quien no hace uso de la palabra como representación artística, ya sea por miedo o porque le cuesta darles forma a las palabras, es lo que impide a su vez poder desentrañar el pensamiento y la imaginación. Pero si en cambio la sensación de asombro se produce desde el consentimiento reflexivo inmerso en la escritura, esa sombra puede ser la luz que difumine por ejemplo el mundo tan difuso en el que se encuentra la humanidad. Como acto parsimonioso de la escritura está la poesía, el arte de poetizar la vida, la realidad y el mundo con el que nos enfrentamos a diario, revive nuestro elixir creativo y por ende contempla la posibilidad de hallar en la más compleja problemática, un mínimo de esperanza y bálsamo que cure al hombre de su indiferencia social, de su poder autoritario, sus ínfulas de superioridad y todo aquello que descompone al hombre de su existencia.
La pureza de la escritura está innata en el escriba y muchas veces el protagonismo ni siquiera se encuentra fijado en él sino en su obra, en este caso cabe mencionar que el arte de escribir es para el escritor también una obra artística como lo es cualquier otra pintura de Claude Monet, a diferencia del impresionismo, no tiene forma imprecisa alguna, todo lo contrario, en la escritura quien escribe siempre está enfocado con la precisión y la simplicidad para el entendimiento de quien le observa y lo lee. La palabra como instrumento pictórico es lo que da fuerza al acto de escribir, además de reflejar la pretensión del pensamiento puede siempre lograr un acto de ingenio y una nueva representación del mundo, de ahí la importancia con las humanidades, pues sin la palabra y su concepto, la interpretación de lo que concierne a nuestro alrededor sólo sería un acto fallido de reflexión, como una carencia de análisis de la realidad a la cual se le quiere dar una sensación de impresionismo.
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