Estudiante de Licenciatura en Filosofía corporación universitaria Minuto de Dios
Ciclo II de “Las humanidades en…”
Se ha escuchado hablar reiterativamente del lugar de las ciencias humanas dentro del panorama contemporáneo. ¿Son en verdad necesarias las humanidades en la sociedad del siglo XXI, el siglo de la tecnología, la productividad y la economía como pilar del éxito, el progreso y el avance del ser hombre? Se adjudica que no; sin embargo, hacía falta una contingencia a nivel mundial para que el hombre, el ser humano, tuviera que resguardarse en sí mismo.
Se detuvo el mundo, la producción y la economía empezó a desplomarse. No obstante, el hombre hizo lo suyo, se adaptó, se puso frente a sí mismo, se chocó con su yo, con ese ser interior que constantemente acompaña a cada individuo haciendo cuestionamientos sobre su existencia, con preguntas como: ¿para qué hago esto o aquello? ¿Qué sentido tiene trabajar, estudiar o siquiera actuar en un mundo carcomido por la corrupción? Ese mismo ser que cada uno silencia desde sus quehaceres diarios, corriendo a trabajar, a cumplir incansablemente con el sinfín de actividades que se impone a sí mismo, para no escuchar esas preguntas incómodas. Pero este año no fue posible silenciar los cuestionamientos existenciales, entonces se debió acudir a la literatura, a la poesía, a la unión fraterna de ideas inconexas entre quienes a distancia podían contemplarse, mas no palparse. Las humanidades, en tanto promotoras de lo más íntimo del hombre, lo pusieron en contacto consigo mismo.
No puedo afirmar que el gran globo terráqueo haya sufrido el mismo colapso, que a todos hayan acudido a las humanidades, pero puedo considerar que esas disciplinas contribuyen a la creación de una relación del hombre consigo mismo, en tanto postulan su saber en las relaciones que se entretejen tanto con la comunidad como con lo que anteriormente llamábamos su ser interior.
De este modo, lo que ha permitido esta contingencia no ha sido únicamente la ralentización de la sociedad, sino que ha propiciado espacios en los que el hombre se hace humano, como lo son las charlas filosóficas, literarias, sociológicas, incluso poéticas, que no están cobijadas dentro de la academia, sino que rompen con esos espectros por medio del internet. No afirmo con esto que anteriormente no se viera, considero que la visualización de estos espacios ha sido más amplia, más acogedora durante esta época.
Así, es como en medio de esta contingencia las humanidades no sólo han propiciado espacios para que el hombre interactúe con otros, sino que ha lanzado redes de apoyo para el cuidado personal, en el que las diferentes organizaciones han ayudado a quienes enfrentan problemas de depresión o ansiedad en medio del encierro. Se trata de entender que las humanidades no se pueden evaluar dentro de un ranquin de utilidad mercantil, se trata de disciplinas que nos recuerdan que somos seres sintientes, seres en el mundo capaces de otra cosa más que producir dinero.
Se puede decir que en pleno siglo XXI, con el mundo avanzando a mil, se ha ralentizado la sociedad, parece estar todo en una cámara lenta sin tiempo o espacio determinado en la que se ha podido observar con detenimiento las vacilaciones del agotamiento continuo del yo. El hombre se ve a los ojos y se comprende más allá que solo como una tuerca en el engranaje de producción, las humanidades se hacen un refugio, un escape, un escondite que permiten recordarse humano.
¿Cómo referenciar?
Ingrid Vargas. “Las humanidades en época de contingencia: un bálsamo” Revista Horizonte Independiente (Las humanidades en…).
Ed. Stefan Kling, 3 jul. 2020. web. FECHA DE ACCESO
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